Las Zonas Francas

Las zonas francas son un mecanismo utilizado en muchos países del planeta, para efectos de agilizar operaciones de comercio exterior. A modo de ejemplo, cabe mencionar que Colombia tiene 103 zonas francas establecidas en su territorio, República Dominicana tiene 53 y Nicaragua tiene 49. En su esencia, el mecanismo consiste en que a  un grupo de empresas -generalmente localizadas en un mismo espacio territorial- se les concede la posibilidad de importar directamente bienes y servicios sin pagar los aranceles y demás derechos de importación que se pagan normalmente, cuando las mercancías entran al resto del territorio nacional. Esas mercancías son manipuladas o transformadas  en el seno de la zona franca, incorporando para ello mano de obra nacional y una fracción variable de insumos y materias primas nacionales. Como resultado de todo ello, se generan bienes y servicios que son exportados al resto del mundo. Tanto las ganancias que este tipo de operación genera para las empresas, como los salarios de los trabajadores involucrados, se traducen en tributos para el gobierno central, municipal o estadal, según corresponda. Si las mercancías o servicios generados al interior de la zona franca se canalizan hacia el mercado interno, entonces las materias primas y demás insumos que se importaron para su producción, deben pagar los aranceles y demás impuestos de importación, tal como si hubieran ingresado por cualquier otro punto fronterizo del país.

Así concebidas las zonas francas, éstas tienen la bondad de permitir a los empresarios nacionales o extranjeros que se establezcan en ellas una gran agilidad en lo que respecta a las operaciones de importación y exportación, al mismo tiempo que generan trabajo y utilización de materias primas  e insumos nacionales y contribuyen con sus impuestos a alimentar los gastos de los gobiernos central, municipal o estadal.

Si los aranceles fueran inexistentes para una gran cantidad de las importaciones usuales de un país – pues se ha negociado la reducción recíproca de aranceles con la mayoría de los países proveedores, mediante los tratados de libre comercio – o si la devolución  de los aranceles pagados por los insumos presentes en las mercancías importadas, es decir, el draw back, fuese rápida e expedita, e igualmente si las devoluciones de los impuestos internos tipo IVA para las exportaciones de las mercancías realizadas con bienes nacionales o importadas fuese un trámite seguro, basado en normas permanentes y transparentes, entonces las zonas francas tendrían poco sentido práctico.

Igualmente, si la mano de obra es cara, dentro o fuera de la zona franca – o si es artificialmente encarecida por tributos y disposiciones que no van en beneficio del trabajador – entonces las exportaciones de los productos  generados dentro o fuera de la zona franca perderán competitividad internacional, aun cuando los insumos y materias primas utilizadas no hayan pagado arancel, con todo lo cual la zona franca perdería también toda su razón de existir.  

Si  un ente estatal asume la responsabilidad de llevar adelante todas las importaciones de equipos, materias primas e insumos que necesiten las empresas ubicadas dentro de la zona franca, entonces se introduciría un factor de burocracia, e incluso posiblemente de  corrupción, que retardaría los procesos comerciales y financieros y que haría que la actividad propiamente productiva que se lleva adelante dentro de la zona franca perdiera oportunidades y competitividades internacionales.

Si los dólares que se obtienen  por concepto de la exportación de los bienes producidos en la zona franca son obligatoria e íntegramente cambiados por bolívares ante las instancias oficiales, entonces la importación de las materias primas e insumos requerirá de peticiones, solicitudes y aprobaciones de divisas ante las instancias oficiales, lo cual nuevamente hará perder tiempo y oportunidades comerciales a las empresas allí establecidas, y las colocará a depender de las decisiones potestativas de las instancias y de los funcionarios estatales. Nuevamente la zona franca pierde su oportunidad de ser un foco dentro del país de alta agilidad comercial y productiva, y de ágil vinculación con los circuitos del comercio internacional contemporáneo.

Si se quieren incentivar las exportaciones no tradicionales, y disminuir la alta dependencia del petróleo, hay que aprender de los aciertos y de los errores cometidos por el resto de la comunidad internacional, y no pretender reinventar el hilo negro.

Blog: sergio-arancibia.blogspot.com