Liderazgo, consideraciones, alcance

«El hecho de triunfar no consiste en vencer siempre,
sino en nunca caer en el desánimo.»
Napoleón Bonaparte

Muchas páginas se han escrito sobre el liderazgo, destacando su relevancia, características que lo hacen eficaz, con su alcance y repercusiones. Se ha escrito sobre los diferentes tipos de líderes que se manifiestan resaltando su benevolencia, los resultados positivos que se obtienen cuando se sabe desempeñar adecuadamente.

Lo cierto es, que en el presente caso venezolano que nos interesa, se presenta un hecho sumamente preocupante, como es la ausencia de liderazgo; hay una seria deficiencia en la aparición de nuevos líderes, que contrarresten a otros en pro del beneficio, no solamente del país, sino del grupo en que participan.

Preocupa ver como en política, por ejemplo, no hay líderes de oposición que desempeñen un rol que contraponga, muchas veces, algunas acciones equivocadas de quienes dirigen; líderes que den garantía de que son vigilantes, actores de todo aquello que favorezca al país, a la comunidad, más que a intereses personales.

Así también, hay ausencia de liderazgo en las universidades, donde se supone deben aflorar constantemente nuevos baluartes, líderes visionarios, proactivos, transformadores, generadores de cambios, que no sólo conduzcan a las universidades en su rol, en el cumplimiento de sus responsabilidades, sino que sean garantes de excelencia académica, de formar profesionales cónsonos a los requerimientos que el actual escenario demanda. Líderes que surjan con una nueva visión, que generen cambios en pro de las universidades que están sometidas a la sombras, con una decadencia significativa en su academicismo.

No se puede seguir anclado en un liderazgo que ha creado cofradías, grupos de poder, en donde no hay motivación, innovación, creatividad, que dé paso a nuevas transformaciones, a otro rol, que las universidades venezolanas deben desempeñar.

No hay líderes gerenciales, gerentes que sepan desempeñar su rol y aprovechen las oportunidades que el presente ofrece. Líderes capaces de contrarrestar las grandes dificultades, amenaza que afronta, en el presente, el sector empresarial. Líderes que inyecten a las empresas, otro tipo de energía que les permita aprovechar las oportunidades, que el mismo gobierno nacional presenta, tanto producto de sus debilidades, como de las aperturas que ha iniciado.

Lo cierto es, que ante todo ello, se manifiestan una serie de preguntas que ya deben tener respuestas, si se quiere dar paso a que surjan los nuevos líderes que el país necesita, preguntas como:

¿Cuál es la razón de su manifestación? ¿No llenan los aspirantes a liderazgo, las características que el presente exige para gestionar los cambios que se requieren? ¿Es que no hay motivación para enfrentar los retos, las oportunidades? ¿Por qué el temor de manifestarse? ¿Por qué el temor de aportar opiniones, soluciones, si el presente lo está demandando? ¿Es que no se tienen las cualidades, características personales que el liderazgo moderno exige?

Considérese, que Abraham H. Maslow (1908-1970), en su libro Motivación y Personalidad (1954), explicó mediante una muy valiosa y original investigación, un conjunto de rasgos de la personalidad auto desarrollada.

Las características de personalidad que pudo encontrar Maslow, explicadas ampliamente en su citado libro, son las siguientes:

1. Percepción más eficiente de la realidad y relaciones más cómodas con ella.
2. Aceptación de sí mismo, de otros, de la naturaleza.
3. Espontaneidad.
4. Enfoque del problema.
5. La cualidad de separación; la necesidad de soledad.
6. Autonomía, independencia de cultura y medio ambiente.
7. Novedad continuada de expresión.
8. La experiencia mística; el sentimiento oceánico.
9. Sentimientos hacia la humanidad de identificación, simpatía y afecto.
10. Relaciones interpersonales.
11. La estructura del carácter democrático.
12. Discriminación entre medios y fines.
13. Sentimiento filosófico de buen humor.
14. Creatividad.
15. Resistencia a la «enculturación».

Al respecto, J. R. Román nos señala, que: “el líder moderno tiene la responsabilidad de dirigir, motivar, entusiasmar a la gente que le rodea con los objetivos que se han establecidos. Hoy tenemos miles de líderes en potencia que necesitan dirección y visión para poder desarrollarse y contribuir al crecimiento de otra persona”.

Ninguna persona que aspire a tener una posición de liderazgo debe sentir temor a enfrentarse a las demandas que representan su posición. Su actitud debe ser el ejemplo, que fomente y atraiga el respaldo genuino de sus asociados; porque ellos confían que la determinación, la seguridad y la firmeza de su líder, será su garantía para conseguir el éxito que aspiran.

La gente esta buscando líderes a quien seguir, preparar los líderes del futuro, es responsabilidad de los líderes del presente. Pavimentar el camino para que otros se puedan desarrollar es, garantizar que en el futuro tendremos los líderes para dirigir a las futuras generaciones.

Definitivamente, es necesario que las universidades generen transformaciones en la formación de sus profesionales y dar paso a que aparezcan nuevos líderes, que sepan guiar a través de ejemplos; además de poseer conocimientos y creatividad para desactivar conflictos. Esto le va a permitir, complementaciones adecuadas para solucionar problemas sociales, políticos y económicos. El líder moderno, es el experto en desactivar conflictos, jamás va a haber desarrollo, cuando el conflicto predomina.

Recuérdese y considérese, que la gente tiende a seguir, a quienes le ofrecen medios para la satisfacción de sus deseos y necesidades. El liderazgo y la motivación están estrechamente interrelacionados. Si se entiende la motivación, se apreciará mejor qué desea la gente y la razón de sus acciones.

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