Liderazgo, empatía y conocimiento

La empatía es una destreza básica de la comunicación
interpersonal, ella permite un entendimiento
sólido entre dos personas; en consecuencia,
la empatía es fundamental para comprender en
profundidad el mensaje del otro y establecer un diálogo

‘Psico-pedagogía. Com’

Al alejarse de las extensas listas de características que “ha de tener” un líder exitoso, se debe fijar un mínimo de aptitudes indispensables que cualquier persona necesita tener para ser, o más bien para estar liderando conjuntos humanos razonablemente eficaces y emocionalmente saludables y armónicos; es decir: equipos humanos.

Para ser formados como líderes exitosos se deben desarrollar entre otras las siguientes actitudes:

El deseo, la voluntad de ser líder. Quien no desee serlo, carecerá obviamente de la segunda actitud.

La disposición para ser entrenado. En algunas circunstancias, los líderes surgen espontáneamente, es decir: “emergen”. No se nace líder, pero la situación puede hacerlo emerger. La mayoría de las veces, los líderes -sobre todo los democráticos- se hacen como resultado de un entrenamiento debidamente planificado.

Un nivel de inteligencia superior. Se requiere un nivel de inteligencia emocional superior al 90%.

Equilibrio emocional garantizado. Ésta es una de las consecuencias del conocimiento y de la comprensión de uno mismo, que constituye la base de la aptitud del líder tendente a la adquisición de conocimiento y comprensión de sus semejantes (jerárquicamente los superiores, los similares y los seguidores). Eso no solamente permite dar órdenes, a tener iniciativas y a dirigir al equipo de seguidores, sino que también a tener empatía (del vocablo griego εμπαθεια, “formado en el interior de”, y πάθoς, “sufrimiento, lo que se sufre”); es decir: la capacidad de ponerse en los zapatos del otro.

La empatía involucra la capacidad de escuchar, de recibir impresiones de las personas y del equipo de seguidores, particularmente: impresiones emocionales, necesidades y deseos, y de adjudicarles la importancia que realmente tienen para quien las vive en su realidad personal (sólo así podrá vivirse “en carne propia” lo sentido por la otra persona).

Las personas con cierto conocimiento de sí mismas, aún cuando tengan algunos fases de inmadurez emocional y con ciertos rasgos narcisistas y fronterizos del carácter, son capaces de gestionarlos convenientemente, evitando que interfieran en sus funciones como líderes y como personas. El narcisismo (amor a la imagen de sí mismo) es una alusión al mito de Narciso; expresado de otro modo: es el amor que dirige el sujeto a sí mismo tomado como objeto. Comunicado de otra manera: es el amor propio, según las representaciones o significados atribuidos a sí mismo, que han de guardar cohesión y coherencia. Entendido así, es un rasgo “normal”, pero que puede pasar a lo “anormal” cuando no hay suficiente estabilidad en las representaciones del sí mismo, ni suficiente cohesión ni coherencia entre esas representaciones ni gran discriminación entre las representaciones de sí mismo y los de los otros: todos los extremos son malos.

La inmadurez emocional puede llevar hacia reacciones inconvenientes; de aquí que la madurez emocional sea un imprescindible para saberse comportar equilibradamente en estrecha correspondencia con las circunstancias escenográficas en las que toque actuar.

Algunos de los estudiosos del liderazgo, comparan al líder ineficaz con una maquinaria primitiva, rígida, que no toma impresiones del ambiente; por ejemplo, un enfriador ambiental sin termostato: mientras se mantenga encendido, continua funcionando, aunque la gente se esté ahogando de calor o titiritando del frío: no hay quien controle o regule su funcionamiento.

De acuerdo con muchos tratadistas sobre el tema del liderazgo, consideran que un líder eficaz funciona como una maquinaria moderna, flexible, porque está autorregulada. Retomando el ejemplo del enfriador con termostato, aditamento que le permite captar impresiones del ambiente de modo que, si empieza a bajar o a subir inconvenientemente la intensidad del valor térmico, se desconecta y/o se conecta automáticamente al compresor para generar la entropía necesaria más allá de la válvula de expansión, conservando el ambiente a un clima programado, pre-establecido: agradable, conveniente.

Desde luego que el líder eficaz no es un camaleón; sabe ser firme en la conducción de su equipo humano hacia los objetivos propuestos.

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