Liderazgo, gobernabilidad democrática y paz

 

“Las armas, la violencia, el poder desmedido, el lenguaje descalificador y la guerra atentan contra la paz”. 

M. Dayán

Liderazgo político, gobernabilidad democrática y paz son temas de una gran significación para el científico social del siglo XXI y, por supuesto, que —por su naturaleza— lo serán también para el investigador universitario y el ciudadano interesado en el devenir histórico de cualquier país del mundo.

Se puede reafirmar que el fenómeno del liderazgo político es tan antiguo como la aparición del humano. Más, él ha evolucionado a la par con las diversas formas de dominación que han predominado a través de la historia. Hoy, se puede reconocer que el carisma, la tradición y la legalidad permiten identificar componentes de los liderazgos que han predominado.

En referente a este tema surgen las siguientes inquietudes: ¿Es el liderazgo simple innovación cultural o política? ¿Es esencialmente inspiración o movilización de seguidores? ¿Es el líder un defensor de valores? ¿Qué relaciones deben existir entre el líder político y el estadista? y una más: ¿Se puede distinguir entre los líderes y los buscadores de poder?

¿Qué es un líder político democrático? Debe ser un guía o un conductor que, con prestigio intelectual y humano y reconocida capacidad de mando y ejecución, asume un proyecto histórico capaz de generar seguidores organizados democráticamente y comprometidos con su causa, para el ejercicio del poder.

Mientras que la gobernabilidad democrática es la capacidad del sistema político para ejecutar políticas públicas, dirigidas a la realización de un proyecto, que permita la satisfacción de las necesidades fundamentales de la mayoría de la población; asegure la estabilidad del orden político democrático y permita una acción eficiente y eficaz.

Fortalecer la gobernabilidad implica, pues, la generación de acuerdos y consensos que permitan construir la referida masa crítica. Ello supone, a su vez, la práctica del diálogo en todos los frentes: entre actores políticos formales, formadores de opinión y medios de comunicación, interlocutores y organizaciones sociales.

Según los planteamientos y elaboraciones de científicos sociales especialistas en el manejo de la problemática de la paz, la conceptualizan como la ausencia de la violencia abierta y estructural. Un proceso de paz tiene que estar totalmente desvinculado de los afanes electorales y de las coyunturas políticas. El proceso de paz no puede ser una estrategia electoral. Tiene que concebirse como un verdadero proyecto de estado, a mediano y largo plazo.

Muchas de las ideas expresadas en este escrito deberían ser seguidas por los máximos jerarcas de este régimen, para darle un cambio a este proyecto político y garantizar un desarrollo sostenible como un proceso social global que, buscando satisfacer las necesidades fundamentales de la población y la protección de los recursos naturales, no sacrifica las generaciones presentes ni futuras y facilita la construcción de una sociedad centrada en la dignidad humana.

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