Lidiar solos con el diablo no es fácil

Sentarse en una mesa de negociaciones en una Venezuela donde han perecido más de 250.000 personas en los últimos 17 años víctimas de la inseguridad, se sobrevive a una economía en ruinas y se registra una ristra kilométrica de males y maldades de un régimen, quien pretendía ser eterno como el reich milenario, no luce descabellado.

Es el reconocimiento oficialista de la prepotencia a la debilidad de un régimen en agonía, quien se ve rodeado de sus tropelías y rechazos  diarios  de la comunidad internacional, ya que en el país el aborrecimiento sobrepasa de largo el 80% de la población. Esto lo convierte en una fiera herida peligrosa en extremo, ya que no le importa un día asaltar al parlamento nacional como lo hicieran las turbas de José Tadeo Monagas a mediados del siglo XIX, o masacrar impunemente a la población como efectivamente sucedió el 11 de abril 2002, bajo una sola excusa y una sola bandera, la defensa de su revolución, cuyo verdadero resultado es el saqueo de la nación.

Por todos son conocidos los acuerdos de París en 1973, luego de más de 20 años de conflicto de la guerra del Vietnam, desarrollada primero entre Francia y los vietnamitas, y luego de la derrota del ejército galo en Dien Bien Phu en 1954, relevados luego por más de una década con la intervención estadounidense,  determinó para ese año el reconocimiento de la derrota y retiro de las tropas americanas. Fueron negociaciones difíciles, al principio se confrontaron hasta por la forma de la mesa, Vietnam del Norte quería una mesa cuadrada pero Estados Unidos deseaba una redonda donde no existieran bandos, finalmente se llegó al acuerdo de una ovalada. Incluso se realizó en una sala que tenía cuatro puertas, para que todas las delegaciones entraran y salieran a la vez y no se percibiera la sensación que algunas de las partes había perdido.

En esta oportunidad se trata de detener la sangría por los cuatro costados de un país, quien fuera otrora la lumbrera del continente, territorio añorado por europeos, asiáticos y hermanos latinoamericanos, a sabiendas que la conducta criminal y dictatorial de los gobernantes es reconocida por el mundo entero, esta vez sin ningún margen de dudas, salvo por los gobiernos chulos del ALBA,  del alicaído Foro de Sao Paulo y uno que otro del CARICOM, beneficiados por el maná petrolero.

Al menos contamos con la presencia del Vaticano, ese peculiar partido político cuya experiencia suma la presencia de más de 2.000 años de historia de la humanidad, capaz de reconocer que toro está lidiando, cuya raza es una de las más díscolas, hasta de inmolarse o causar la muerte en provecho de sus indignas causas.

Entre tanto la delegación opositora debe entender que no representa solo al G-4 de la MUD, sino a las diferentes partes de un país, a los trabajadores, empresarios, jóvenes, quienes le han demostrado signos notables de desconfianza, por los desventurados lances acaecidos durante el presente año en su gestión en la Asamblea Nacional. A sabiendas que habrá un pueblo que continuará protestando y exigiendo el fin de este gobierno aun cuando haya mesa de diálogo. 

 

Froilan Barrios Nieves                                                                                                      Movimiento Laborista