Limpios de Claudicaciones

(«De la Generación del 28 a la Generación Libre»)

“Las grandes crisis políticas son siempre
el resultado de causas que han obrado
de una manera lenta y constante” .

ARÍSTIDES ROJAS
(“Orígenes Venezolanos”)

Así, como el título de este breve escrito, definió el joven Rómulo Betancourt, unos días antes de cumplir los 20 años, a los estudiantes que participaban en las protestas contra el régimen de Juan Vicente Gómez, y agregaba algo, que llamó poderosamente la atención del historiador Manuel Caballlero cuando escribía su libro “Gómez, tirano liberal”: “ a la antigua forma de hacer política, aquel Yo, va a oponerse la suya, cuyo pronombre es nosotros, la llamada “Generación del 28”. No Rómulo Betancourt, no Jóvito Villalba, los dos líderes que desde el primer momento se destacan por su inteligencia y por la fluidez en su palabra. En aquella designación y en esta negación está contenido el primer enfrentamiento del nuevo grupo al viejo, y hace éste del 28 diferente de los movimientos civiles que han tenido lugar desde 1903”. En efecto, Venezuela estaba cansada de la doctrina del hombre providencial, o de eso que Vallenilla Lanz bautizó como “el gendarme necesario”. A esa concepción gastada y dañina, pero recurrente en nuestra tradición de poder, este grupo de algo más de 500 jóvenes, antepuso la noción de progreso en colectivo, de emprendimiento desde las reservas morales e intelectuales de todos, de la edificación de una República sin imprescindibles y en libertad. El benemérito ripostó, en declaraciones curiosas (que demuestran poca comprensión de su parte) ese hecho que desafiaba cuatro lustros de férreo dominio: “ No crean que la absurda e irresponsable actitud de un grupo de estudiantes de la Universidad de Caracas, que en estos tiempos ha mantenido en zozobra la sociedad de la capital, ha hecho mella en mi espíritu. Esa actitud ilógica es hija de la inexperiencia de sus años. Yo no los considero mis enemigos”.

A más de 80 años de esos hechos históricos, otro movimiento de jóvenes ha irrumpido con la pureza de sus ideales para decir presente, para manifestar que se cuenta con ellos para construir el país anhelado, y además recalcar que están en desacuerdo con abusos y atropellos. Otro movimiento de jóvenes reivindica dignamente a aquellos estudiantes de boina vasca coronando sus cabezas, esos que en un carnaval eligiendo a una Reina dieron el primer paso para traer la democracia a esta tierra de gracia y de desgracias.

Antes, como ahora, es mucho lo que hay que andar. Sólo hay dos minúsculas diferencias: la conciencia democrática de estos tiempos es considerablemente mayor que en la depauperada Venezuela de 1928; por otro lado, ya somos la aldea global en su máxima expresión que preconizaba McLuhan en los ya lejanos 50. Resta afirmar como Mercedes Sosa: “¡Que vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría…! “

Dirección-E: [email protected]