Lo que es la vida

Con apenas 27 años de edad, he allí lo insólito y destacable, escribió rigurosamente acerca del amigo “que nunca conoció”. El relato íntimo, que a través de su libro titulado “Lo que es la vida”, hace Luis Ugueto de la trayectoria del gran bolerista de América, Felipe Pirela, es por decirlo en una palabra: entrañable. Recorre Ugueto los 31 años de experiencia terrenal de este desafortunado, en ocasiones, cantante marabino, dueño de una voz y de un estilo inimitable.

Con aparición en el año 2006 (Editorial Aguilar), el texto de Ugueto va tejiendo desde la niñez de Pirela hasta el lamentable desenlace ocurrido una fría madrugada en San Juan de Puerto Rico, un hilo impregnado de la nostalgia de esos años 60 idos con la bruma del tiempo, de aquellos inicios de la televisión y de la farándula venezolana, pero más importante aún, de la proverbial manera de conducirse de este “niño grande” que fue Felipe Pirela, cantante insignia hace más de 50 años de la popular orquesta del Maestro Billo Frómeta.

Varios aspectos son rescatables en “Lo que es la vida”. En primer término la inquina con que fue judicialmente perseguido el cantante; en segundo lugar, algo que persiste obstinadamente hasta nuestros días, y de lo que, amargamente, se dolía el malogrado bolerista: la pertinaz preferencia de los empresarios nacionales por los artistas extranjeros en desmedro de los del patio.

Pirela, es retratado por Ugueto como el cantante de mayor éxito en venta de discos a nivel internacional, más no fue “profeta” en su propia tierra. Los procesos judiciales y no pocas muestras de envidia, fueron cerrándole las veredas y abriendo puertas a los vicios. En el presente mes se cumplen 40 años de su asesinato en rocambolescas circunstancias. La madrugada del 2 de julio de 1972, en una calle de San Juan, que daba a la carretera de Isla Verde, se apagó la vida de este excepcional intérprete de las canciones románticas. Alfredo Sadel, nuestro gran tenor, dijo al conocerse la noticia que como un rayo recorrió el subcontinente: “con Felipe muere el bolero como murió el tango cuando se fue Gardel”.

Aquel, que con su voz suave y cadenciosa había cantado a las penas, al amor y a la desesperanza, traspasaba el umbral de la vida pedestre para adentrarse en la dimensión mítica que alcanzan pocos y conserva a pesar de las cuatro décadas de ese sorpresivo salto. Desde esa difusa eternidad se oye en ocasiones su voz entonando: “El tiempo es el mejor juez… todo cae por su propio peso”.

Afortunado e infeliz, sanote y vicioso, lleno de timidez y de ganas de triunfar, talentoso e inmaduro, todo cabía en esa prodigiosa garganta que llegó a poseer Felipe con niveles excelsos en cuanto a registros musicales, y que nos regala en amena prosa, sin pretensiones literarias, Luis Ugueto. Probablemente el mayor mérito de este texto, a ratos conmovedor, sea el describir lo más humano del hombre: su inconmensurable sentido de la contradicción.

En “Lo que es la vida”, supo condensar Ugueto, la azarosa, libre y rutilante existencia del bolerista de América, Felipe Pirela. Un artista que vivió poco en la tierra y ha seguido viviendo mucho en su arte y singular esencia de ser humano.

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Fuente: http://www.correodelcaroni.com/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=174&id_articulo=207857&catid=73