Los demócratas crecieron: 51,3%. Los socialistas desmejoraron sus números: -7%

“La planificación a largo plazo no es
pensar en decisiones futuras, sino
en el futuro de la decisiones presentes.”
P. Drucker

Sin lugar a dudas que los resultados de la reciente elección presidencial cuantitativamente demuestran un crecimiento del 51,3 % de la oposición. Los votos obtenidos por el eterno candidato del oficialismo fueron de un decrecimiento de 7%. En el pasado proceso (2006), los votos obtenidos por la oposición fueron 4.292.466 (36%); mientras que en el reciente obtuvo 6.498.527 (44,1%): se incrementó el número de votos en 2.206.061; es decir: un crecimiento del 51,3%. El oficialismo el 2006 logró el 62.2% del total de votos y ahora obtuvo el 55.2%.

Estos “fríos” y significativos números deben tener muy preocupados a los “pensadores” oficialistas.

¿Cómo se explica que de esa cantidad total de 6.498.527 de votos, el 44,1% es de venezolanos provenientes de sectores populares y medios que votaron por Capriles Radonski?

La explicación hay que buscarla en el gran descontento y decepción de millones de venezolanos, que ven a diario cómo se incrementa la corrupción administrativa en las gobernaciones, alcaldías y organismos de la administración pública nacional, ven cotidianamente la indolencia de muchos funcionarios públicos que caen en el burocratismo, ineficiencia e ineficacia en los cargos que desempeñan.

En el campo de la oposición democrática, hay líderes que se aferran al pasado y siguen siendo fanáticos de la política partidista; a ellos hay que estimularles para que piensen que en la Venezuela actual, se requiere implementar un nuevo estilo de liderazgo, como lo demostró Henrique Capriles en los tres meses de campaña electoral y en las siguientes 24 horas después que el CNE anunció los resultados.

La mitad de la población venezolana quiere un país civil, democrático. Un país con una economía desarrollada, donde se premie el talento y el conocimiento y no el oportunismo y la mediocridad. Donde los jóvenes puedan vivir como jóvenes, y enamorarse e irse de fiestas, viajar y vivir y no ser parte de esa espantosa estadística de muertes diarias que azotan a nuestras urbes. La mitad de Venezuela quiere un país donde los políticos sean, como son en todos lados, políticos un tanto habladores, un tanto incompetentes, un tanto díscolos; pero donde la política no rompa los afectos, las condiciones, las amistades y hasta los gustos. Esa porción significativa de Venezuela cree en un país con un Gobierno limitado, que respete los derechos y la propiedad privada, la vida y la libre conciencia.

La gran mayoría de ellos nunca ha aspirado ser millonarios y potentados, como lo han hecho representantes del socialismo del Siglo XXI, que -de la noche a la mañana- tienen toda la fortuna económica del mundo y un estilo ostentoso de vivir–, pero desean una vida cómoda, desean ser algo feliz sin ningún tipo de amenazas –cero violencia, cero inseguridad, cero violaciones, cero expropiaciones– nada más; pero están firmemente convencidos que. si alguien aspira a más que eso, está en su derecho de ganarlo y de trabajar por ello para obtenerlo honesta y limpiamente –y no por la tremenda corrupción existente en nuestra querida Venezuela–, a base de talento y esfuerzo personal. En fin, se quiere un país que, como verán, en nada se parece al que quiere la mayoría.

En este orden de ideas, que si el reelecto Presidente quiere demostrar que va a “gobernar para todos y con amplitud” debe decretar amnistía para todos los presos políticos y, sobre todo, aceptar ideas divergentes a la suya y que demuestre un estilo de convivencia, sin ningún tipo de retaliaciones.

Con el estilo conductual que demostró Capriles durante y después de la campaña, ha logrado una tremenda admiración y respeto. Muy distinto a los que está acostumbrado el Máximo jerarca de este régimen –un estilo descalificativo, insultante, menospreciante, y muchos otros epítetos–. La mitad de Venezuela se siente muy orgullosa de haberle dado su voto, de haber estado poco más de siete horas en una cola para apoyarlo. Capriles Radonski se ha ganado el respeto de esa mitad del país como político y como ser humano.

Algunas reflexiones de Henrique Capriles:

“Se desmarcó de los sectores que quieren poner la matriz de opinión del fraude. Quieren manchar lo que se hizo. Para mí los principios no se negocian».

“Invitó a continuar el camino de lucha por el futuro y el progreso. Fueron millones de David, pero ganó Goliat. El camino se construye todos los días».

«Si a alguien lo embarga la tristeza, quiero pedirle que se levante. Lo que vivimos en la campaña fue hermoso, salimos a la calle y eran miles y miles construyendo el futuro y tenemos que seguir trabajando para llegar al futuro con progreso. El compromiso es muy grande y nadie puede renunciar a él».

¡LOS DEMÒCRATAS TIENEN QUE SEGUIR LUCHANDO PARA RECONSTRUIR UN GRAN PAÍS EN LIBERTAD Y RESPETO PARA TODOS!

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