Los límites del Yo y Catexis

En mis estudios de psicología a través de la Universidad de la Tercera Edad años atrás, consideré importante adentrarme en el tema, especialmente cuando en dicho análisis participaron personas de edad madura que ya habían experimentado, conocido el estadio de enamorarse, de haberse adentrado en el amor y que junto a las aportaciones del Dr. M. Scout Peck (The Road Less Traveled, 1978) se puede obtener una mejor percepción de: los limites del yo, especialmente cuando se comenta, que el falso concepto de enamorarse es un tipo de amor que está tan difundido precisamente porque contiene algo de verdad. La experiencia del amor verdadero tiene que ver también con los límites del yo, puesto que supone una extensión de los mismos.

No debe extrañarnos, que Scott afirme, que los límites de una persona sean los límites de su yo. Justamente, cuando ampliamos nuestros propios límites por obra de eso que hemos calificado de amor, lo hacemos extendiéndolos, por así decirlo, hacia el objeto amado, cuyo desarrollo se desea promover. Para poder hacerlo, el objeto en cuestión debe, primero ser amado por nosotros, que está más allá de los límites de nuestro yo, debe atraernos y despertar en nosotros el deseo de entregarnos a él y comprometernos con él. Los siquiatras denominan Catexis a este proceso de atracción, entrega y compromiso, y comentan que realizamos catexis con el objeto amado. Al amar y establecer catexis con aquello que nos hemos identificado plenamente, lo cuidamos, lo protegemos, el hombre lo asimila de una manera completamente real y en virtud de esta asimilación, su persona ha crecido y los límites de su yo se ha extendido. Pregúntese usted mismo: ¿Con quién se ha identificado y amado plenamente, descartando lo ilusorio y si honestamente ha crecido y se sintió bien con ese ser, si alguien pudo influenciarlo en que lo abandonara, si fue así cuánto le significó y a qué precio?

Scott nos añade, que a lo largo de muchos años de amor y de extender nuestros límites a través de la catexis, hay un gradual y progresivo desarrollo del yo y una asimilación del mundo exterior, al tiempo que se produce un debilitamiento de los límites de nuestro yo. Es así, que cuando más nos extendemos, más amamos y menos nítida se hace la distinción entre uno mismo y el mundo, de forma que nos llegamos a identificar con éste ¿lo ha sentido usted?

Se dice, que a medida que se atenúan y se debilitan los límites de nuestro yo, experimentamos, cada vez intensamente, el mismo éxtasis que hemos sentido al desmoronarse parcialmente los límites de nuestro yo y nos