Los mangos no se dan bajitos

Un reciente artículo publicado en el diario El País, de España, informaba de que la región de Andalucía, y en particular la provincia de Málaga, estaba exportando hacia el resto de la Unión Europea, la interesante cifra de 8 mil toneladas de mangos. 

Los mangos no son originarios de América, ni tampoco de España, sino que su génesis se ubica en la India y es un producto que tiende a desarrollarse con más potencialidad y autonomía en las áreas tropicales y sub tropicales del planeta. Podría decirse, de acuerdo a lo anterior, que el mango tiene más probabilidades de estar presente en la estructura productiva y exportadora de países como Venezuela, que en países como España, que se cubren de nieve en ciertos meses del año. Sin embargo, Málaga aparece exportando la cantidad de mangos que ya hemos mencionados, mientras que Venezuela exporta la modestísima cantidad de 947 toneladas anuales de dicho sabroso producto. ¿Porque esta aparente paradoja? 

Para poder exportar mangos no basta con que la naturaleza nos proporcione el bien básico. Hacen faltan una serie de condicioness y circunstancias adicionales. Hace falta, por ejemplo, que la región de donde provengan los mangos esté reconocida internacionalmente como una zona libre de la mosca de la fruta. Si los organismos internacionales no otorgan ese reconocimiento, es muy dificil que el producto sea aceptado en los mercados internacionales, pues cada país cuida muy rigurosamente su patrimonio fitosanitario, y hacen todo lo posible por impedir que les entre una plaga que ponga en peligro su producción interna. Si no hay ese reconociminto es posible optar por un tratamiento post cosecha con agua caliente, pero ya el producto sufre alteraciones que lo hacen perder las caracteristicas propias de una fruta fresca y lozana. En segundo lugar, el producto tiene que ir adecuadamente embalado, para efectos de que no se deteriore en su trayecto hasta el consumidor final. Ademas tiene que ir con las etiquetas que correspondan, las cuales son también en el mundo contemporáneo objeto de una legislación muy estricta en cada país, de modo de informar al consumidor final el país de origen y las características del producto que se ofrece. 

El `producto que se exporte no solo tiene que ser sano, sino que tiene que parecerlo, lo cual implica que su piel no tiene que mostrar manchas negras ni de ningún otro color, y su dimensión tiene que corresponder a ciertos calibres pre establecidos. Todo eso lleva a que las semillas que alimenten toda esta producción de mangos tienen que ser objeto de los cruces geneticos que se visualicen como necesarios, y que hay que controlar plagas, para lograr una fruta final que sea bella y apetecible.

Y como el mango que se pretende exportar va precisamente a mercados internacionales que están a muchos kilometros de distancia, no es posible pensar que el este producto va a llegar al mercado de destino, despues de una o dos semanas de navegación,  en las mismas condiciones en que se embarcó, si no va sometido a una rigurosa cadena de frio. 

Ademas, decir, el producto debe se competitivo desde el punto de vista económico.  En España el costo de la mano de obra es de mil auros mensuales por lo menos para un jornalero agrícola, mientras que aquíen Venezuela ese costo no llega a 50 dólares.  En productividad promedio de la tierra es dable suponer que también eventajamos a la madre patria, por lo menos en lo que a mangos se refiere. Hay, por lo tanto,  otras fases del proceso de comercialización que hacen que Venezuela pierda las ventajas naturales que se podría suponer que tiene. Por ejemplo: es necesario que el producto llegue en un máximo de 48 horas desde la mata hasta el puerto, pasando por el packing, el embalaje y el transporte. Si eso no es posible, ya partimos perdiendo. Además, el transporte tiene que ser rapido y fluido, sin las multiples  e interminables alcabalas en las cuales se pierde tiempo y el producto se deteriora y se encarece. Para ello, la revisión aduanera en planta es fundamental, de modo que de allí hasta el puerto, e incluso hasta el país de destino, la mercancía viaje en containers sellados, refrigerados y ya visados por todas la autoridades que deban visar una mercancía como esa. Despues, en puerto, también el tratamiento debe ser rápido. No es concebible que un container con frura quede a la interperie en un patio, por muy esteril que se suponga, durante dias o semanas. Ya hemos dicho que la cadena de frio no debe interrumpirse ni un solo minuto. Lo ideal – lo cual sucede en los países serios en materia de comercio internacional de frutas – es que los camiones que vienen de la planta lleguen hasta el borde del barco y los container sean subidos a bordo tan pronto como el camión llegue a puerto.  

Otro punto: los impuestos. Hay una universal aceptación del principio de que los países no deben exportar impuestos, es decir, las mercancías destinadas a la exportación deben estar liberadas de los impuestos  al consumo, es decir, IVA, y de los impuestos que se pagan al internar en el país los insumos importados que están presentes en esa mercancía exportable. Eso implica el no pago de impuestos o la devolución pronta de los mismos. ¿Es muy dificil pensar en hacer todas estas cosas tal como se hace en los países que se toman en serio la exportación de frutas y vegetales?    

La verdad verdadera es que lo poco que se exporta de mangos en Venezuela no hace sino ratificar la idea de que es tecnicamente posible hacerlo, pero para exportar en forma más sustantiva es necesaria la voluntad empresarial y los apoyos estatales correspondientes. Para ello hay que diseñar políticas económicas claras, explicitas y sostenidas. Mientras esas cosas no se hagan, en relación al mango, a las frutas tropicales o a otros productos con que la naturaleza nos dotó, todo lo que se diga con relación al fin de rentismo petrolero es puro bla bla.