Los mercaderes de la espiritualidad

Honrar la sabiduría en los demás, es honrar tu propia sabiduría interna. Honra el trabajo de los demás como te gustaría que honrasen y respetasen el tuyo.

En esta dimensión en donde se nos dio la oportunidad de aparecer con esta forma física perecedera, no nos debe sorprender, que surjan y se manifiesten en pro de nuestra cultivación espiritual, personas que se dicen son avatares, gurúes que han nacido para pregonarnos todas esas enseñanzas necesarias para crecer en lo espiritual.

Desde luego por sus acciones, enseñanzas, transparencia y comportamiento hay excepciones que realmente cumplen con su misión, pero desafortunadamente predomina más los que se pueden calificar como los mercaderes de la espiritualidad, hasta el extremo, que algunos han ido tan lejos que han originado muertes por fanatismo a muchos de sus seguidores.

Al respecto, la catedrática de filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Doctora Enid Miranda, comenta que todos podemos alguna vez en nuestra vida ser víctimas de estas verdaderas cofradías.

“Todos los seres humanos, no importa su género, cultura, nivel social, económico o intelectual, estamos en peligro de caer en las redes de esos que llamamos mercadería de espiritualidad”.

Es así como explica, que “todos somos vulnerables a tener una crisis, pues éstas son tan seguras como la muerte. En cualquier momento de nuestra vida podemos sufrir una pérdida, tener un fracaso o un problema y así habrá quienes afrontan mejor que otras sus dificultades, pero nadie se libera de ellas”.

La doctora opina, además, que “los mercaderes de espiritualidad – líderes sectarios muy astutos – saben reconocer los síntomas del sufrimiento humano y están ahí en el momento preciso y en el lugar indicado para acechar a la presa”.

Así, agrega, “es el momento de vender promesas de felicidad que sólo se consigue si haces puntualmente lo que te mandan y ordenan”.

Lo cierto se dice, que, para Enid Miranda, éste no es un tema de personalidades ni de quienes son más proclives a caer frente al discurso de un gurú. Según su opinión, “esto es un problema de desinformación sobre el fenómeno cultico, sectario o de falsa espiritualidad. Por una parte, es un asunto de engaño y por otra de indefensión legal ante el fenómeno, pues en los países democráticos (donde existe separación de Iglesia y Estado), mercadear con la espiritualidad no está tipificado como delito”.

Enid Miranda sostiene al comentar sobre ella Carla González, que tanto el término ‘alienación’ como el de ‘coerción’ están bien utilizados en estos casos. Así afirma que “la alienación se da cuando la persona se extraña de ella misma y de lo que es, ya que se percibe de otra manera y acaba rechazando su forma de ser y por ende desea cambiar y convertirse en una persona más espiritual, obediente y sometida por completo a las órdenes del venerable gurú”.

En el caso de la coerción mental indica que es la causa del extrañamiento por el cual pasa la persona. A través de ella, dice, “se obliga a la víctima a rechazar las características personales anteriores a su entrada en el grupo. Se le obliga a asumir nuevas ideas porque son éstas las que le llevarán a la superación espiritual necesaria para alcanzar la salvación. Se le enseña que su personalidad anterior a su entrada en el grupo debe dejar paso a una nueva persona”

Se insiste en señalar, que hay que tener cuidado con estos comerciantes de la espiritualidad a quienes se les reconoce fácilmente por ser personas “carismáticas, manipuladoras de la palabra, capaces de enamorar a las masas y de convencerlas de que lo que predican es la única verdad; cuidan mucho su imagen, se autoproclaman divinos con tanta fe que hasta ellos mismos se creen su divinización.

Se hace énfasis en recalcar que “el verdadero objetivo de estos grupos que mercadean con la espiritualidad, es el beneficio y lucro personal de los líderes. El dinero es la medida de la espiritualidad y, por lo tanto, a más fortuna invertida, más se fortalece el espíritu (y más rico se hace el gurú) y en el otro lado de la moneda, mientras más ‘done’ la víctima, más cerca estará de la salvación. El dinero es la llave del cielo”.

Carla González comenta al respecto, que se debe estar atento con respecto al mercadeo de la espiritualidad, ello es un total engaño. Ése es el recuerdo que miles de personas se han llevado luego de ser parte de agrupaciones que se caracterizan por tener un gurú o maestro a quien se debe seguir incondicionalmente, pues es él (o ella) quien tiene la verdad absoluta y las armas para su iluminación.

Leah Pastor opina que estemos atento en todo lo que se ha originado con ofrecer desarrollo, crecimiento de la espiritualidad evaluando como esto se ofrece, más cuando recuerda la frase de Hobbes, que decía que “El hombre es un lobo para el hombre”. Ojalá se aplicara verdaderamente más espiritualidad, más principios en todas las dimensiones de nuestra existencia para que dejemos de ser lobos, y pasemos a ser seres humanos que se respetan y que pueden vivir en sociedad.

Mientras cada uno siga pensando en sí mismo, en lucrarse a costa de otros, en empobrecer a los demás, en esclavizar, en nuestro puro egoísmo, seguiremos viviendo más de lo mismo. Al menos a los lobos los mueve su instinto de supervivencia, pero ¿qué mueve al ser humano para comportarse de esa manera?, ¿el morbo que proporciona el poder, machacar a otros, el placer de acumular riquezas? Ni siquiera las bestias harían algo así.

Lo que maneja al ser humano es su egoísmo, su deseo de recibir para sí mismo, que en descontrol (y la inmensa mayoría estamos en descontrol en algún área, sino en todas), se convierte como un agujero negro que se traga todo lo que le rodea y se lleva por delante lo que sea con tal de calmar su apetito e insatisfacción. Esto es lo que mueve el mundo en todas las facetas: odio gratuito, intolerancia, humillar a otros, destrucción, enriquecimiento injusto, etc., y todas las facetas de las alcantarillas que hay en cada persona. Y como no nos enseñan a controlar ese deseo de recibir para nosotros mismos, y convertirlo en un deseo de recibir para dar y compartir, pues así van nuestras vidas y el mundo. De ahí la importancia de que la espiritualidad impregne todo el ámbito de nuestra existencia.

Hay mucho lobo escondido bajo la piel de la espiritualidad, mucho gurú. Y sin embargo, muchos otros que desde la ética y el sentido común sin ir de nada, ayudan a que esta sociedad crezca y mejore.

Debemos estar despierto ante el peligro de dejarnos atrapar por aquellos que saben comercializar con la espiritualidad y ofrecen crecimiento espiritual vendiendo sus enseñanzas, solicitando donaciones, colaboraciones, muchas veces a un precio alto que beneficia solamente a quienes viven de vender promesas de salvación de crecimiento si cumplen con la demanda a lo que ellos ofrecen en pro de ese logro.

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Exatec-Egade

Ex-Docente postgrado Faces UC

Consultor – Asesor Empresarial

Espiritualidad