Los Microbuses y los Estafadores del Sentimiento

(Nota de la Redacción: Esta imagen peruana ilustra sobre la situación actual de su sistema de transporte público, el cual es una copia al carbón de lo que sucede en nuestra ciudades venezolanas. ¿Acaso esto es típico, por extensión, a toda Latinoamérica?)

La dupla perfecta para el caos

Fuera de tener que aguantar, ya que las autoridades respectivas no hacen nada al respecto, salvo beneficiarse ilícitamente con las coimas que reciben de los Microbuseros por su pésimo transporte, falta de higiene, falta de documentos, choferes sin preparación adecuada y cobradores aun peor, ahora ha surgido una nueva escuela masiva de sinvergüenzas hombres, mujeres y niños incluidos. Debo suponer que estos últimos dirigidos por explotadores.

Los mismos que los podemos apreciar en nuestro transporte público, al sacarnos de nuestro cuidado de ir a la defensiva, por la falta de cultura vial en general de la gran mayoría de la sociedad, como es el transeúnte y el que maneja; en especial, de los choferes de micros y su mal trato a los usuarios por parte de los cobradores, con su famoso: “Al fondo hay sitio”, (como si no entendieran la palabra RESPETO, lo que también incluye a los usuarios que no se saben hacer respetar) y me estoy refiriendo específicamente, a la cantidad de individuos que suben a los mismos y a pleno grito, en su gran mayoría, comienzan a pedir dinero, previo cuento de su desgracia, desde SIDA, cáncer, pérdida del trabajo, familia entera enferma, como también recién salidos de la cárcel o queriendo regresar a sus países (Colombia, Cuba, Argentina, Chile) etc. La mayoría con casi las mismas palabras y entonación del cuento. Algo así como si se capacitaran en el mismo antro.

Naturalmente, que cuentan con la anuencia de los choferes y cobradores que, definitivamente, los conocen muy bien (¿Será que reciben parte de la estafa?) Los mismos que les permiten subir en todas las rutas como en todos los horarios.

Lo indignante de esta situación, es que están todos obligados a escucharlos y, si algún pasajero, osara reclamar sobre esta situación, en ese preciso momento se expone a ser agredido verbalmente por estos individuos y, lo peor, que ni el chofer ni el cobrador, protegen a su pasajero, lo que en forma y de manera tácita, debería tomarse como un pago extra del pasajero. Es más, el no colaborar con ellos es ser merecedor a una respuesta fuerte e irónica, como para que todos escuchen y busquen no exponerse, por parte de estos malos elementos. Como por ejemplo, con estos términos: “Que Dios lo bendiga”. Como si fueran estos tipos de individuos, emisarios directos del Creador.

Estas situaciones, deberían ser prohibidas en los vehículos de transporte público, y tanto las Autoridades respectivas como la Iglesia que también está siendo afectada, deberían intervenir en esta situación.

Esta última, en los sermones que se acostumbra dar, informando del mal uso del nombre de Dios y, claro está, de la estafa en sí, a todos sus feligreses. Esa sería una buena forma de comenzar a fomentar los valores en nuestro querido Perú.

Un ejemplo, también podría ser, que la Sociedad Nacional de Minería (SNM) por mencionar alguna, en lugar de gastar tanto dinero en publicidad en todos los medios, para mejorar su imagen, lo hiciera capacitando en los colegios, gremios y a la sociedad en general sobre la Cultura Vial, en coordinación con transportes.

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(*) Lic. Dante Arboccó, M.B.A. y Asesor empresarial.

Fuente: http://promotecsa.blogspot.com/2010/04/los-microbuses-y-los-estafadores-del.html