Los No-Lugares de la Política

La masificación es una forma de ausencia. Afirmación concluyente que pretende llamar la atención sobre la despersonalización y el anonimato, que caracteriza la cotidianidad moderna. El antropólogo francés Marc Augé, en su libro “Los no lugares. Espacios del anonimato”, los define como carentes de identidad relacional e histórica. Ámbitos comunes y a la vez anónimos, en los que es posible actuar como si fuéramos otros.

Esta reflexión pudiera extenderse a la esfera de las relaciones políticas. De hecho, existe una cierta metafísica del poder que menosprecia la diversidad y apuesta por un no lugar dentro del cual se cobijaría la verdad absoluta. Las posturas autoritarias, por ejemplo, despejan las identidades individuales sustituyéndolas por la comodidad que brinda la adhesión anónima al caudillo de turno.

La oferta estratégica que encarna el Presidente pudiera ser considerada dentro del rango de esta categoría: suerte de no- lugar, en el cual una ficción petrolera rellena la ausencia de sentido que expresan sus políticas. Esta circunstancia explica la escabrosa relación existente entre olvido y memoria. Anular el pasado y hacer reinar el olvido, constituyen los límites efímeros de esta forma de ser en política.

La oposición, por su parte, se encuentra anclada en la intemporalidad que caracteriza estos no lugares. La “rochela” candidatural, en un cierto sentido, la aleja de las variables que proporcionan significado a los “lugares” de la política. Como por ejemplo, definiciones estratégicas que faciliten la formulación de nuevos objetivos políticos y una narrativa que exprese estas aspiraciones.

El problema, sin embargo, no reside exclusivamente en este exceso de candidatos. Me parece que los tiros apuntan hacia otro lado. Su debilidad reposa sobre la carencia de identidad. La oposición intenta construir un espacio bajo el signo de la rutina y el automatismo. No proyectan un compromiso vital con los conceptos fundacionales de la democracia liberal y, en consecuencia, muestran una débil musculatura a la hora de actuar en la dirección de hacerlos realizables.

Un no lugar, permítaseme recalcarlo, es un terreno baldío para la creación, superpoblado de mensajes carentes de significado y vaciados de los símbolos que pudieran dar lugar a la formación de identidades.

En otras palabras, en un no-lugar, siempre se estará “fuera de lugar”.

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