Los vicios llegan de manera temporal a visitarnos como invitados y terminan alojándose como dueños

A propósito de tantos cambios, reformas de leyes, dictámenes de decretos y la cacareada participación ciudadana que nos ha puesto a la orden la mayor cantidad de elecciones que conozca la historia venezolana en el menor tiempo, vale la pena hablar de Anarquía.

La Anarquía, en términos simples, designa una situación política o social en la que ningún individuo ejerce poder o autoridad alguna sobre otros. Las connotaciones de la palabra varían drásticamente según se considere esta ausencia de autoridad: bien como un ideal deseable, bien como un caos a evitar.(http://es.wikipedia.org/wiki/Anarqu%C3%ADa)

Como ideal deseable, requeriría de una educación integral para formar ciudadanos con valores, capaces de conducirse de manera equilibrada ejerciendo su libertad sin poner en peligro la libertad del prójimo. No obstante, ese no es el caso que nos ocupa en estas breves líneas. Por el contrario, vale la pena hablar de anarquía porque estamos ante la presencia de un caos en aumento.

Todos los gobernantes están facultados por la ley para gobernar, pero se esmeran en demostrar que no tienen la menor idea de cómo hacerlo y para comprobarlo basta con ver cómo se deteriora cada día la calidad de vida del ciudadano común. Esto no tiene que ver con el ingreso, sino con la nueva forma de vida que hemos tenido que adoptar.

Ya es normal encontrar profesionales ubicados en áreas diametralmente opuestas a su preparación académica, dando como resultado obras inconclusas, o concluidas pero inoperantes. Además de eso, desde hace un tiempo gozamos de una innovación en lo que a excusas se refiere, y es curioso ver como todas las actividades conocidas en nuestra sociedad tienen actividades alternativas. De esa forma, cualquier disparate que se le ocurra a alguien con un mínimo de poder, o cualquier evento, para el que la solución no este a la vista; la opción es llamarle alternativo y asunto resuelto. Mientras tanto, las calamidades se han instalado en todas las ciudades del país. Pero lo realmente sorprendente, son las respuestas de las autoridades: “tengan paciencia”; “eso es obra del gobierno anterior”; “los culpables son los medios de comunicación”; “es una conspiración”; “todo esta normal”, y frases por el estilo, nos describen a quienes tienen en sus manos las riendas de este hermoso país.
¿Que diría Confucio al respecto? “Detesto a los que plagian a los demás y pretenden pasar por sabios, a los que son insolentes y pretenden pasar por valientes, a los delatores que pretenden pasar por rectos”(XVII,24) o, también como lo indica la T.S.U. Rebeca Vásquez, en su artículo publicado en la revista Viajera de Venezuela, se refiere “Con esto estamos ante una situación que nos ubica en la definición de anarquía como un hecho político social, en la que ningún individuo ejerce poder o autoridad alguna sobre otros”.

Estamos ante las puertas de un cambio y en nuestras manos está decidir, si nos orientamos hacia la anarquía como ideal deseable, o como un caos a evitar.

Según sea nuestra decisión, debemos tomar acciones concretas para conocer a quién estamos facultando para gobernar y pasar a ser protagonistas activos, sentando las bases del inicio del verdadero país que queremos y que puede llegar a ser en el futuro, sólo si se dan pasos firmes para ello.

Esta es una forma de gerenciar nuestra vida. Debemos ser diferente, la solución está en el interior de cada persona.

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