Marketing para Niños

Muchas campañas publicitarias engloban a los niños, porque las empresas conocen su poder de decisión, también saben que son el miembro de la familia que menos nociones tiene de economía y más fáciles de conducir al consumismo. De hecho, incluso los niños de dos años son capaces de reconocer una marca por sus formas y colores.

Según los expertos, los productos más caros son aquellos que se encuentran destinados a los niños y la razón es obvia. Los niños intentarán que sus padres se los compren y, dependiendo de cada caso, los motivos serán diferentes para que los padres cedan; pero el objetivo del menor se verá cumplido. Lo preocupante es, que esto parece ser un fenómeno que va en aumento.

A partir de la “democratización familiar”, cada componente familiar cuenta así con voz y voto. Por este motivo, cada vez más, vemos cómo los niños inciden sobre las compras, y los padres lo vemos como natural, siempre y cuando no sea algo perjudicial. Los niños únicos, son aún más consentidos por su entorno familiar.

La “democratización familiar” ha permitido, que los niños sientan que tienen todo el derecho a decidir. De allí que, veamos, cómo, con pataletas y llantos en sitios públicos, se pone en evidencia esta situación, ya que los pequeños saben, que esa es una manera de conseguir lo que quieren.

Los niños ya saben que influyen en las compras que realizan sus padres, incluso lo manifiestan a través de una encuesta realizada por la empresa Milward Brown. Hasta un 73% de los menores encuestados afirman, que influyen en las decisiones de sus padres, siendo niños con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años. Sería interesante conocer el punto de vista de niños más pequeños y, por supuesto, de sus padres.

Los niños son un universo consumidor potencial para varios tipos de productos como: juguetes, ropa, calzado, comida rápida, etc. Se trata de una situación que, en ocasiones, genera diversos conflictos. Lo peor de todo, es que los propios expertos indican que los niños comienzan, cada vez más pronto, a influir en las decisiones de la familia. El consumismo se está adueñando de ellos indudablemente.

El consumismo necesita un control, que deben imponer los padres, especialmente cuando éstos pasan poco tiempo con los niños. Hacemos que se intente compensar esta carencia de algún modo y aceptamos buena parte de sus deseos, a pesar de que sean caros: todo es para que estén contentos.

Los padres tenemos que replantearnos nuestra actuación.

Al final podríamos pasar de una familia democrática a una dictadura infantil.

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