Mi primera cuartilla del año

La política… ¿Una guerra?

Existe una larga tradición de pensamiento político, comúnmente denominada “realista”, para la cual la política es la lucha o conflicto de intereses entre actores diversos, ya sea entre Estados, en el caso de la política internacional; ya sea entre partidos, grupos o individuos en el caso de la política nacional o local. Ciertamente, ni el “idealista” más extremo se atrevería a negar que la lucha, y en general, el conflicto, es un componente muy importante de la política; pero al propio tiempo es justo reconocer, por un lado, que eso no es su único componente y, por otro lado, que se puede concebir un mundo no sólo deseable, sino también posible, en el que la paz y la cooperación ocupen cada vez puestos más importantes. Desde esa perspectiva realista, la analogía entre política y la guerra –entre conflicto sin armas y conflicto armado- resulta evidente: la diferencia entre ambas es sólo una cuestión de grado, y así como hay un estrategia adecuada para el conflicto militar, debe haber también una estrategia política para lograr que los intereses de un Estado, de un partido, o de un grupo, prevalezcan en el conflicto sin armas frente a otros actores. Bien lo decía Clausewitz: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Más preciso lo escribió Mao Tse Tung: “La guerra es una política cruenta, y la política es una guerra incruenta”.

Escoger bien

Bien sea el caso, sea la política una guerra incruenta o no, lo cierto es que estamos en comienzos de un año electoral. Las reuniones están al orden del día. Precisamente el pasado domingo, en horas cercanas al mediodía, me acerqué a un conocido restorán campestre de la ciudad y me encontré con la sorpresa de una pequeña convención política de algunos, casi todos, a decir verdad, partidos nacionales que hacen vida en la región. El encuentro, me comentaban un par de amigos que participaron en la mencionada reunión, fue el primero de varios acercamientos que se adelantarán en pro de la tan cacareada unidad que se aspira lograr en el lado de quienes no formamos parte del oficialismo. ¡Vaya si es dura la labor!

El asunto es de prioritaria importancia; hablamos de conformar un consenso justo, oportuno, honesto y -sobre todo- preciso, de que quienes son los mejores hombres para ganar 14 Alcaldías de la región, 15 escaños en el Consejo Legislativo de Carabobo y la Gobernación de Carabobo. Las apetencias individuales, los sectarismos, las viejas facturas, el revanchismo, la miopía partidista y otros tantos enemigos, contiene esta unidad que se quiere concretar. Aparte está, que otras fuerzas políticas como la representada por los estudiantes y partidos regionales de peso local y uno nacional, Podemos, parecieran están un poco marginados de este primer intento en conciliar posiciones y aspiraciones del lado opositor.

No se pueden repetir los errores del pasado, donde los partidos le impusieron a la sociedad candidatos que no la expresaban, obedeciendo sólo a los movimientos de sus intereses grupales y los personales de algunos de sus dirigentes. Hecho, entre otros, que generó profundos rechazos del país nacional. Seguiremos atentos todo el proceso en nuestra región.

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