Mirada retrospectiva de cara al futuro

La vida democrática venezolana ha transitado tres escenarios: desde 1961-1999: democracia representativa; 1999-2005: democracia participativa, plural, descentralizada y a partir del 2005, aproximadamente hasta nuestros días, con un nuevo modelo político, solapado al constitucional de corte autoritario y personalista.

Desmarcados de un régimen dictatorial de “progreso y paz”, pero, restrictivo de las libertades individuales, entramos en democracia por la puerta grande como uno de los primeros países de Latinoamérica.

La generación de relevo de quienes lucharon contra la dictadura, no supo colocarse a tono con su herencia, convirtiéndose en una dirigencia política deslindada de las necesidades ciudadanas, lejana al reclamo social por causa de los cogollos, clientelismo y corrupción. Se encapsularon a gastar la renta petrolera sin aprovisionar las necesidades sociales, en cuanto a: educación, salud, vivienda y desarrollo humano; las cuales crecieron junto a la población, sin un buen diseño de políticas públicas.

Estos vicios del pasado son profundizados por este régimen, que además, impone un nuevo estilo de gobernar, a través, de la confrontación política por el control hegemónico de las estructuras sociales e institucionales, a los fines de implantar, “por vía legislativa”, un nuevo modelo político: “El Socialismo del Siglo XXI”.

Durante este trayecto existen muchas obras importantes, de las cuales quiero significar: El Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, formada en 1975. Actualmente cuenta con una trascendente y ascendente trayectoria nacional e internacional y su reconocimiento, lo cual le ha permitido tocar en los mejores escenarios de Estados Unidos y Europa. Fue distinguida con el premio Nacional de Música de UNESCO, y el último de tantos, lo gana el Maestro José Antonio Abreu, su mentor, con el premio Polar, por considerar al Sistema como: “una visión de que las formas de la música clásica pueden crear una mejor existencia para los niños de Venezuela”. Ha pasado la obra a constituir, un instrumento contra la pobreza y un modelo para otros países.

Esta ejemplar obra, ha perdurado en el tiempo incólume, apoyada por los diferentes gobiernos, que han sabido reconocerla en su justa dimensión. Debe ser preservada para las futuras generaciones, con los nuevos liderazgos formados en su seno como el de Gustavo Dudamel.

Con esto quiero resaltar los valores perdurables en el tiempo: “excelencia”, “dedicación”, “talento”, “constancia”, “honestidad” y “esfuerzo”. Como indispensables de preservar de cara al futuro.

Este país está conformado por hombres y mujeres, reflejo de esos valores: la mujer que se levanta a las cuatro de la mañana para hacerle la comida a sus hijos y salir a tomar el bus, haciendo largas colas hasta llegar a su trabajo; el obrero que trabaja en la fábrica de sol a sol y que, al final de la semana, lleva el dinero a la casa; el médico que se capacita y, al mismo tiempo, pasa consulta y cubre guardias nocturnas; la mujer que, pese a ser abandonada por el esposo, saca a delante sus hijos; las personas que hacen servicio comunitario; los que ayudan a los más necesitados; las organizaciones de derechos humanos…En cada espacio de la sociedad están presentes estos valores.

Esa, es la Venezuela de los “valores”, la que transciende a las coyunturas. La que quiere las cosas ¡bien hechas!, e ir a la búsqueda de cambios profundos en la forma de hacer política, por oportunidades, desarrollo humano y calidad de vida.

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