Muchos Motores y Poca Estrategia

La decisión de descansar en nueve eventuales “motores” para poder salir de la crisis económica actual – que después se elevaron a  11, luego a 13 y finalmente llegaron a 14 – muestra casi sin lugar a dudas de que no se tiene estrategia alguna para enfrentar la situación que caracteriza actualmente a la economía nacional.

Una estrategia seria no puede descansar en 14 frentes diferentes en los cuales se decide la suerte de la guerra.  No todos los enemigos pueden ser considerados del mismo porte, ni los objetivos pueden ser considerados todos de la misma importancia. Es necesario jerarquizar cual es el objetivo central que decide la suerte de la guerra – para usar la terminología que el Gobierno usa en relación a estos temas – y cuáles son los pasos tácticos fundamentales que son necesarios para conseguir esos objetivos. Contar con 14 objetivos estratégicos es casi una declaración expresa y clara que no se sabe bien qué hacer. Con esa pluralidad de estrategias no hay general que pueda ganar ninguna guerra. Tener 14 objetivos diferentes  para sacar al país de la situación crítica en que se encuentra es una demostración casi impúdica de que se sabe muy poco  de estrategia y muy poco de economía.

¿Cuál es el aspecto central de la crisis económica actual? Si el punto central de la crisis actual fuera la carencia de divisas, debido a la baja en los precios internacionales del petróleo – como supone la interpretación más sencilla y superficial, pero que tiene algo de verdad – entonces hay que llevar adelante una estrategia que ponga en el centro de sus preocupaciones el producir y el  ahorrar tantas divisas como se pueda. 

¿Cómo ahorrar y producir divisas? Potenciando los sectores con capacidad exportadora, sustituyendo importaciones, prohibiendo importaciones innecesarias o poniéndolas suficientemente caras, incentivando la inversión extranjera, cerrando los grifos de la corrupción, desarrollando proyectos que puedan ser presentados a  los organismos financieros internacionales, incentivando la producción nacional, cobrando las deudas que tienen con Venezuela los países que reciben el petróleo en condiciones comerciales excepcionales, priorizando el uso de las divisas en la importación de insumos y materias primas, quitando los controles que entraban el desarrollo de los sectores productivos, poniendo las tierras y fabricas expropiadas en manos de quienes puedan ponerlas en producción, buscando formas de abrir nuevamente el crédito comercial internacional privado, eliminado la corrupción y la ineficiencia imperante en los canales de distribución, etc., etc. Si ese fuera el problema hay medidas que se pueden tomar y metas que se pueden conseguir. Pero nadie ha dicho que ese sea el plan rector o la estrategia que define el curso de la guerra, o la estrategia que le da sentido a las medidas tácticas que se toman en un frente o en otro. Lo que se presenta a los ojos de los venezolanos y del mundo es un gobierno que no tiene objetivos ni metas claras, lo cual es la peor de las situaciones posibles.

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