No deberíamos continuar formando a nuestros jóvenes para una Venezuela que no existe.

En esta oportunidad hemos querido abordar el tema de la educación, por ser una temática que está en discusión en este país y que consideramos que se le debe brindar especial atención.

Muchas son las conjeturas que se realizan en cuanto a esta problemática, claro está, el gobierno por boca del Presidente y de funcionarios de alta jerarquía han estado adelantando que el país se convertirá en un país socialista en el cual la educación primaria y secundaria será masificada y le han estado reclamando como un acto de justicia a las Universidades que expandan las oportunidades de matriculas y que habrán sus puertas a los que menos recursos tienen. En otras palabras, el gobierno está forzando la barra para que se produzcan cambios en el ámbito de la educación.

En la constitución venezolana se entiende que el derecho a la educación es inherente al ser humano, que el Estado lo reconoce y, además, se compromete a garantizarlo, es decir, está al servicio de los ciudadanos. Es a quien le corresponde prever acciones para la eliminación, o por lo menos la reducción de la pobreza, el mantenimiento de la paz, la protección del medio ambiente y la formación de los recursos humanos y, para lo cual el papel de las instituciones de educación superior es fundamental.

La forma como se han estado propulsando los cambios, es lo que ha generado la incertidumbre y desconfianza en el vasto sector de la población que adversa al gobierno y que no cree en un socialismo, que aún está por definirse. Consideran que el tema es de tal envergadura, que dejarlo en manos del Estado sin que se haya producido una discusión de altura es peligroso para el futuro de las nuevas generaciones. Preocupa el enfoque cuantittivo e ideologizante que pueda prevalecer en las politicas asumida y que no se convierta más en una cuestión de adoctrinamiento y obtención de credenciales de aprendizaje.

Somos de la creencia, que es necesario discutir racionalmente acerca del futuro de nuestra educación, porque de lo contrario pudiésemos enfrentar la situación muy bien descrita por Rolf Benhncke C., en “El Árbol del Conocimiento”. Donde manifiesta lo siguiente:»Poco a poco parece que nos estamos acercando al momento en que el grande, y aparentemente indestructible buque que es nuestra moderna civilización, choque contra la gran masa sumergible de nuestro formidable autoengaño de la estéril racionalidad con la que falseamos nuestra naturaleza (social) y que nos ha conducido a esta tiránica confrontación de fuerzas donde todo entendimiento, toda reflexión profunda, toda revisión de la responsabilidad personal que cabe en la generación de este abismo, parecen ser sistemáticamente abolidas puesto que siempre la culpa de todo la tienen los otros».

El país no solo requiere reconversión del aparato productivo, aumento de la productividad y prepararse para competir en el mercado internacional, sino también el fortalecimiento de los procesos democráticos, la asimilación de los códigos culturales de la moderna ciudadanía y la búsqueda de estrategias que contribuyan al proyecto de un desarrollo sustentable en el que todos encuentren más y mejores oportunidades para el desarrollo personal y el de sus comunidades. (Luís Enrique Orozco),

Por su parte, las universidades han constituido la columna vertebral del subsistema científico-tecnológico venezolano. En ellas se concentra la mayor parte de la actividad científica de la nación. Por lo que son las llamadas a estimular el espíritu creativo y la investigación científica que representan el punto de partida de todo esfuerzo de mejoramiento científico-tecnológico. A ellas les incumbe la gran responsabilidad de contribuir a introducirnos, en forma autónoma y no como simple apéndice intelectual, en la civilización científica contemporánea.

Ahora bien, en atención a los posibles cambios que se avecinan en relación a la nueva ley de educación, debería entenderse que los retos de la educación en general para el siglo XXI, deberían basarse en los preceptos de excelencia, calidad y pertinencia, unidos a la integración con los procesos productivos y de servicios. Lo que se quiere es buscar formas educativas acordes con las exigencias de independencia, individualización e interactividad en el desarrollo del aprendizaje.

El proceso de aprendizaje es, para los seres sociales, todo. Lamentablemente en todo el mundo se ha fracasado en llevar a cabo este proceso en función del desarrollo cultural de la sociedad. Dada la inmensa responsabilidad social que tienen en la evolución de los muy complejos sistemas sociales modernos, no es posible conocer “objetivamente” fenómenos (sociales) en los que el propio observador investigador que describe el fenómeno, no está involucrado.

El conocimiento humano (experiencias, percepciones) sólo podemos conocerlo desde sí mismo. Este es el corazón del problema del conocer humano.

La verdadera pobreza del pobre, está en su incapacidad de producir. “La verdadera limitación del venezolano está, en haber creído en todo menos en sí mismo. Se ha mantenido sin arraigo y sin identificación, buscando a quien imitar, de quién depender, desatendido en sus verdaderas necesidades, capacidades y objetivos como personas y como pueblo”. Manuel Barroso.

Es inaplazable hacer entender a nuestro pueblo, que la única mediación entre la necesidad y satisfacción es el trabajo productivo. Descubrir, implícitamente inserto en el proceso educativo, el altísimo valor del trabajo, la iniciativa y la creatividad propia como único camino. El Estado y la sociedad en general deben respaldar el desarrollo de un sistema educativo acorde con las exigencias de los tiempos que vivimos. Es un engaño continuar formando a nuestros jóvenes para un mundo que no existe.