No dejemos pasar esta gran oportunidad.

Por muy rápida que sea la interpretación que se realice de los indicadores económicos venezolanos, estos revelan que las políticas orientadas a buscar el equilibrio macroeconómico, los programas de ajustes para estimular tanto la inversión pública como privada y los llevados a cabo por el supuesto nuevo modelo de desarrollo del actual gobierno, han sido poco efectivos en la promoción del desarrollo tecnológico así como del empresarial y por ende con poca efectividad en la reducción del desempleo y de la pobreza. Es decir, la efectividad de la contribución de estos programas para incrementar la inversión, mejorar la calidad de vida del venezolano y el nivel educacional de la población, ha sido y continua siendo exigua. Y por si fuera poco, esta situación socioeconómica que vivimos en Venezuela, también se manifiesta en lo cultural, político, gubernamental y de las instituciones, haciendo prácticamente descartable cualquier intento por solucionar la situación reinante.

Lo más preocupante de esta situación, es que a pesar de la gran corriente de ingresos que se han percibido, pareciera ser que seguimos empeñados en luchar contra la corriente. Y sin desligar de responsabilidades al sector empresarial venezolano y extranjero, la lógica pareciera indicar que, corresponde al sector gubernamental dar efectiva demostración de querer congeniar con el sector productivo y de la sociedad civil opositora, si de verdad se quiere la mejora de nuestro pueblo.

Corresponde al estado estimular con su desempeño el crecimiento de los demás sectores de la economía y en las reinversiones de la industria petrolera; sin embargo, se sospecha de que gran parte de los recursos provenientes del sector petrolero se han despilfarrado con programas improvisados, mal diseñados y peor ejecutados, los cuales no han mejorado el aparato productivo ni la calidad de vida de la población. Como demostración, se reseña que un significativo volumen de nuestra población carece actualmente de empleo real y de vivienda, aspectos básicos del buen funcionar de una sociedad.

Además, lo que se percibe en el ambiente, es: 1) falta de verdaderos estímulos para la inversión y poca demostración al sector empresarial de que el llamado a la participación es cierto y con reglas claras; 2) un entorno político convulsionado por el constante desafío y amenaza permanente de enfrentamiento con los opositores nacionales y extranjeros; 3) falta de seguridad jurídica originada por los constantes intentos de cambiar leyes sin el respaldo mayoritario y la amenaza de cambiar las que sean convenientes para los propósitos del gobierno; irrespeto a los derechos de propiedad, observable en las invasiones de tierra y ocupaciones en masa de otras propiedades urbanas y rurales; 4) riesgo de controles e intervención gubernamental en la economía y amenaza de cambio en el sistema político y; 5) una política fiscal basada en el incremento de los impuestos que perjudica mayormente a la población de menores ingresos.

Esos hechos referenciados, se traducen en una profundización de la des-industrialización, en otras palabras, en baja inversión, fuga de capitales, aumento del riesgo país y perdida de la competitividad de la producción nacional en los mercados nacionales y extranjeros, lo cual, como lo han afirmado algunos psicólogos, además de impactar la economía venezolana y la posición de Venezuela frente al mundo, afecta la autoestima del venezolano.

Lo anteriormente referido induce a pensar que Venezuela vive un momento decisivo al cual hay que buscarle soluciones, que además de remediar el problema económico sirvan para mejorar la calidad de vida de todos los venezolanos.

Sin pretender ser repetitivo, pero, el llamado que ha formulado el gobierno a la inversión privada debe ir acompañado de claras evidencias de que se respetarán los bienes e intereses de éstos y de que existe la disposición a respetar las iniciativas acordadas, tal como, aligerar la entrega de las divisas que se solicitan a objeto de que se cubran las expectativas de planificación empresarial. De igual manera, será conveniente que se deje muy bien aclarado cual es la orientación del socialismo del cual se habla, que se ponga a un lado ese discurso de amenaza y enfrentamiento permanente; mientras que la comunidad por su parte, incluyendo a la empresarial, entienda que la inversión si ha demostrado prosperar en ambientes socialistas no comunistas, cuando las reglas del juego han sido claras, han sido equitativas y dignas de confianza. El sector privado por su parte, debe entender que debe comprometerse más de lo que históricamente lo ha hecho con el sector más desposeído del país y orientar sus empresas con énfasis en una estrategia de responsabilidad social empresarial y prestar mayor atención a las comunidades donde se desempeñan.

Tanto el gobierno como el sector empresarial serán juzgados por la contribución que realicen con el crecimiento económico sostenible en el tiempo, la generación de empleos y las mejoras en el nivel de vida de los venezolanos. De ahí que no les quede otra que concertar, de lo contrario el panorama de este país pudiese ser oscuro y tenebroso, a pesar de que la oportunidad de mejora son evidentes.