Nuestra gente, nuestras raíces y el éxito del emprendedor

“El que esconde su origen no tiene origen”
Khalil Gibran

Existen culturas en donde las raíces están bien sembradas, con gran profundidad y fundamentadas por miles de años, y otras culturas que no quieren reconocer su pasado y los logros de sus ancestros y desconocen cientos de años de cultura y esencia familiar.

Imaginemos por un lado un árbol con pocas raíces, que cualquier ventarrón o tornado, lo podría tumbar y desaparecer para siempre y otro árbol frondoso, que tiene más de 100 años de existencia y ha visto pasar, al menos, dos generaciones en una familia y podrían ver pasar otras tres. ¿Cuál es la diferencia de ambos árboles? Las raíces y el estar bien asentados por sus bases. El árbol frondoso puede crecer en cualquier cultura y en cualquier parte del mundo. El árbol frondoso da sombra por mucho tiempo. La diferencia entre estos árboles es, la gran semilla que alguien sembró y el cuidado que se realizó para que esa semilla se adhiriera a la tierra, llena de nutrientes, así como el medio ambiente en donde se desarrolló, (agua y sol).

Los emprendedores exitosos reconocen su pasado y lo aceptan tal y como es. El pasado, bueno o malo, trae consigo buenas experiencias que podremos retomar en nuestra jornada de negocios. El no reconocer nuestra identidad y nuestra cultura es, esconder lo mejor de nosotros y truncar la raíz del árbol genealógico con inseguridades y bajo auto estima. Ya que, al no reconocer a lo nuestro, es no querernos y, no reconocer nuestro pasado, produce una crisis de identidad.

Los hombres y mujeres más exitosos de negocios, están en paz consigo mismo y con los otros. Este proceso de paz interna se remota a nuestro pasado, y ese pasado es el espejo de nuestras acciones futuras.

El empresario o empresaria latina, en Estados Unidos, para ser como el árbol frondoso y ofrecer mucha sombra que permanezca por generaciones futuras, necesita siempre reconocer su origen, por humilde que sea, ya que es un gran origen. De lo contrario, el empresario o empresaria latina, en este país no sembrará raíces para generaciones venideras.

Observando múltiples hombres y mujeres de negocios latinos, tienen algo en común: se respetan, se conocen, saben cuál es su origen y no lo esconden.

Esto mismo transmite confianza hacia el resto. ¿Cómo podemos esperar que otros nos respeten, si no nos respetamos a nosotros mismos y entre nosotros?

(*) Autor del libro ‘Negociando como un Fenicio 2008’

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