Nuevo estilo de comportamiento social exige la pandemia

“El secreto para cambiar es enfocar toda tu energía, no en luchar contra lo viejo, sino construir lo nuevo”. Sócrates

La Covid-19 es más que una pandemia: es una crisis global. Involucra prácticamente todas las esferas de la vida en este planeta, comenzando por la salud de sus habitantes, pero abarcando desde el trabajo y hábitos sociales a las macroeconomías de todos los países; sus sistemas de salud, educación, transporte o comunicaciones, el medio ambiente, el equilibrio ecológico, etc.

En otras palabras, todo lo que atañe al ser y al quehacer humano. Su irrupción fue violenta y ya instalada, la pandemia transcurre en una escala globalizada desconocida para casi toda la humanidad, afectando, aunque en forma desigual, a todos. A diferencia de otras epidemias y pandemias, sus consecuencias son ya más profundas y serán más duraderas, particularmente sus efectos secundarios, que irán más allá de la curva del “arranque, pico y caída”, motivo de preocupación de epidemiólogos, gobiernos y ciudadanos.   

Distanciamiento físico con acercamiento social. El desafortunado concepto de “distanciamiento social” con el que se conoció inicialmente en muchos países la medida sanitaria de permanecer en los hogares debe reemplazarse por el de “distanciamiento físico”, desposeyéndolo de la connotación ansiogénica que posee el primero. El distanciamiento físico constituye uno de los factores de mayor impacto a mediano plazo en la actual pandemia.

Cuando lo que está en juego es la posibilidad de vida o muerte, la opción es clara: se relega transitoriamente el comportamiento social normal en pos de un bien común más elevado: la salud poblacional. En otras palabras, mediante un comportamiento antinatural disminuye la posibilidad de contagio y por ende el número de afectados (“morbilidad”). Para gran parte de la población, y en particular la más vulnerable, este accionar tiene un costo muy alto, al sostenerse por semanas o meses: la pérdida de ingresos, con todas las consecuencias negativas para la población de menores recursos.  De allí que este distanciamiento físico debe acompañarse de acercamiento y acompañamiento social y ser limitado en el tiempo. 

Brechas sociales. La pandemia ha acrecentado la división socioeconómica en todo el mundo, comprobándose que grupos sociales con una buena situación económica están mejor informados, han podido adherir mejor al aislamiento domiciliario y están mejor alimentados, y por ende menos expuestos al contagio y con menos riesgo de contraer la virosis.

Adicionalmente, las estadísticas indican que estos grupos sociales de mejor pasar comenzaron el aislamiento más precozmente que los más desposeídos, aumentando la incidencia de la pandemia en los grupos más pobres, malnutridos y con menos capacidad de acceder a asistencia médica sofisticada, como se ha comprobado en Nueva York y como lamentablemente sucederá en otras partes del mundo y, peor aún, de acceder a la asistencia médica precaria de la que disponen muchos países subdesarrollados.  

Salud mental. Otro efecto negativo de la pandemia es sobre la salud mental de todos los grupos etarios, aunque con desigual intensidad. En los niños de edad escolar y adolescentes el confinamiento hogareño elimina ciertas reglas y hábitos de comportamiento social que son parte de la educación. Su alteración puede llevar en muchos casos a perturbación de los ritmos fisiológicos de vigilia-sueño (ya de por sí alterados en la población escolar y aceptados como inevitables por gran parte de la sociedad).

En una franja amplia de adultos en edad laboral, que incluye a los adultos jóvenes, es probable que el confinamiento hogareño tenga la ansiedad como la principal perturbación psicológica. Si a esto se suma la imposibilidad de trabajar, como sucede en una franja amplia de la población de bajos o muy bajos recursos, que depende del ingreso diario para subsistir, el estrés agregado puede llevar a cuadros psicológicos más profundos y a serias consecuencias sociales.

A continuación se destacan algunas ideas para expertos en salud pública, formuladores de políticas y líderes comunitarios.

Se puede fomentar unsentido de identidad o propósito compartido dirigiéndose al público en términos colectivos e instando a «nosotros» a actuar por el bien común.

Identificar fuentes (por ejemplo, líderes religiosos o comunitarios) que sean creíbles para diferentes audiencias para compartir mensajes de salud pública puede ser efectivo.

Los líderes y los medios de comunicación podrían tratar de promover un comportamiento colaborativo enfatizando que cooperar es lo correcto y que otras personas ya están cooperando.

Las normas de comportamiento prosocial son más efectivas cuando se combinan con la expectativa de aprobación socialy se modelan por miembros del grupo que son centrales en las redes sociales.

El “slogan”: “Quédate en casa. En intimidad del hogar” tal vez sea el mensaje más importante de los procesos comunicacionales de esta crisis, por cuanto se está reinventando la estructura de la célula social más importante:  como lo es la familia.

Debido a que se están rediseñando entre otros los siguientes pilares fundamentales de la estructura familia. Se está recuperando el valor de mirar hacia adentro, de compartir con los seres queridos y vivir el sacrificio de ser parte como familia de un bien mayor.

Al quedarse en casa ha ayudado a entender que existe todo un universo por descubrir en la intimidad de cada hogar y dentro de los miembros de la familia. Un universo que se puede ignorar fácilmente por las rutinas fugaces cotidianas.

Se han abiertos oportunidades reales de ver esos lazos que se perdieron con el tiempo y que permiten superar las adversidades.

Volver a los principios y valores más profundos para poder trabajar la búsqueda de un balance que recupere las costumbres como resultado de pasar más tiempo juntos y manifestar muestras de cariño fortaleciendo los vínculos cercanos.

La lección más importante que debe dejar esta crisis es: “tener conciencia de que no se trata de un desastre natural, sino que la creó el homo sapiens; entender que el  estilo de vida deberá cambiarse”.

Algunas ideas y conceptos expuestos en este espacio fueron tomados y adaptados de www.perfil.com, y adaptados a la filosofía editorial de Gerencia en Acción