Obama y Putin : ¿el retorno de la Guerra Fría?

El mandato de Obama, (20 de enero), comenzará bajo el signo de la «Obamamanía», fenómeno sociológico que logrará que una persona sin experiencia ni ideario político conocido se convierta en icono de masas, insufle vientos de cambios y devuelva la ilusión y la esperanza a una sociedad americana hundida en la recesión, con lacerantes desigualdades sociales y una significativa erosión de su imagen en el mundo tras los sangrantes episodios de vulneración de los Derechos Humanos en Irak y Guantánamo.

Mientras tanto Putin, (silenciando las voces y medios de comunicación disidentes mediante el miedo escénico, la asfixia económica y las vías expeditivas), intentará la desaparición de la oposición propia de los países democráticas y la instauración del oficialismo:z/b> doctrina política que conjuga las ideas expansionistas del nacionalismo ruso, las bendiciones de la todopoderosa Iglesia Ortodoxa, los impagables servicios del FSB, (sucesor del KGB), y la exuberante liquidez monetaria conseguida por las empresas energéticas, (GAZPROM).

RELACIONES INSTITUCIONALES:
La no consecución de la supermayoría en el Senado, (60 escaños), le obligará a buscar el consenso con los republicanos en las prioridades legislativas para evitar que la minoría republicana utilice la práctica política de torpedear proyectos de ley mediante tácticas dilatorias, («filibustering»), y de no lograrse el necesario consenso, la presentación de propuestas avanzadas socialmente, (Ley de Inmigración; Ampliación de la Cobertura Sanitaria; Aumento del Salario Mínimo y Reducción de Impuestos) corren el riesgo de quedar aplazados «sine die» o nacer descafeinados tras su tramitación parlamentaria.

La prioridad de Putin será la reforma de la Constitución para poder optar a un tercer mandato presidencial en las Elecciones Presidenciales, para lo cual es necesario el voto favorable de los 2/3 de los Diputados de la DUMA, (cifra que se corresponde con el número de diputados de su partido Rusia Unida). El objetivo inconfeso sería perpetuarse en el poder hasta el 2018, (previa aprobación en la Duma de la ampliación del mandato presidencial), para hacer realidad el nacimiento de la Nueva Gran Rusia y regresar a escenarios ya olvidados del Partido Único y de un poder personalista autocrático, al reunir en su persona la Jefatura del Estado y la Presidencia del Partido.

POLÍTICA ECONÓMICA:
Una de las primera iniciativas de Obama será la Implantación de estrictas medidas de regulación y supervisión de las entidades bancarias y brokers hipotecarios que sirvan de base para el posterior paquete de medidas de estimulación de una economía inmersa en la recesión, con casi 10 millones de desempleados y una escalofriante Deuda Externa de 12 Billones de Dólares.

Previsiblemente seguirá utilizando medidas keynesianas para intentar superar la crisis económica aunado con un incremento faraónico de las inversiones en infraestructuras, (con el objetivo de dinamizar la estancada actividad económica y crear la friolera de 3 millones de puestos de trabajo), la subida del salario mínimo y la reducción de impuestos para favorecer el consumo privado.
Por su parte, Putin mantendrá previsiblemente su política de Pragmatismo económico, (economismo), con la Modernización de las Infraestructuras del Transporte y Energéticas y el Desarrollo de Nuevas Tecnologías aprovechando la exuberante liquidez proporcionada por los ingresos del petróleo y los sucesivos superávits por cuenta corriente conseguidos desde el 2000 y la exigua Deuda Externa, (1/2 Billón de Dólares) .

Sus principales Talones de Aquiles serán la desbocada inflación, (estimada en el 12% para 2008), y la excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo, (70 % de los ingresos provienen de estas vías), por lo que la previsible contracción del mercado del crudo originada por el agravamiento de la crisis económica global tendrá un severo impacto en el volumen exportador y la consiguiente reducción del Superávit.

POLÍTICA SOCIAL.
En el Caso de agravarse la crisis económica, asistiríamos en EE.UU. a un posible hundimiento bursátil y la brutal reestructuración de la industria automovilística, (llegando las tasas de paro a niveles desconocidos desde la II Guerra Mundial), lo que conllevaría frecuentes estallidos de conflictividad laboral y la agudización de la fractura social del país.

Asimismo, quedarían diluidas las bondades de sus avanzadas propuestas sociales, (Ley de Inmigración; Ampliación de la Cobertura Sanitaria y Mejora de la Educación Pública), obligando a amplias capas de la población, (especialmente negros e hispanos), a depender de los subsidios sociales, lo que unido al renacer de sentimientos xenófobos en los Estados Sureños y las soflamas incendiarias de líderes religiosos como Jeremías Wright, podría terminar por reeditar los violentos disturbios raciales del verano de 1.963.

En el caso de Rusia, asistiríamos al hundimiento bursátil; la contracción severa de las exportaciones de gas y petróleo; la previsible devaluación del rublo, (con el consiguiente encarecimiento de las importaciones y el brutal incremento de los precios de productos básicos), y la subida de los tipos de interés, lo que obligará a amplias capas de la población rusa a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales ; debiendo acelerar Putin la anunciada Reducción de la Burocracia y quedando diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la Vivienda y Sanidad Públicas.

POLÍTICA EXTERIOR:
Obama será puesto a prueba de inmediato por Rusia para conocer cuál es la capacidad de reacción e iniciativa del nuevo equipo presidencial, siendo éstos los posibles escenarios en los que podrían verse involucrados durante su mandato presidencial:

1- Posible regreso a escenarios ya olvidados de Guerra Fría: Tras los desacuerdos surgidos entre EE.UU. y Rusia por la declaración unilateral de independencia de Kosovo, Agfasia y Osetia del Sur, la primera prueba de fuego será la Renovación del Tratado Start I, (Tratado de Reducción de Armas Ofensivas Estrátegicas), que expira en Diciembre del 2009 y en el caso de no lograrse un acuerdo, la tensión podría incrementarse con el proyecto de la Administración Bush del Escudo de Misiles Antibalísticos, (NDM), considerado por Putin como una amenaza directa a Rusia.
Dicho proyecto comprende la instalación de una base de misiles interceptores en Polonia y otra de Radares en la República Checa y entraría en funcionamiento en el 2011, por lo que Obama tiene margen de tiempo para comprobar su funcionamiento sin necesidad de decidirse sobre el tema.
En el supuesto de que Obama continuara adelante con el Proyecto, sería presumiblemente respondido con la instalación por parte de Rusia de misiles ISKANDER en Kaliningrado, (enclave ruso situado entre Polonia y Lituania), y el despiegue de tres regimientos en Kozlesk encargados del manejo de los mismos), pudiendo revivirse la Crisis de los Misiles de Cuba, (1962), y concluir con la firma de un nuevo y necesario Tratado de Misiles Antibalísticos, (MAB).

2.-Instauración por Obama de la doctrina del «Multilateralismo» en las relaciones con sus aliados: Estados Unidos ya no sería el policía del mundo y buscaría compartir las decisiones con sus tradicionales aliados de la Unión Europea, Asia y América Latina, lo que implicaría recomponer los organismos que el gobierno de Bush desdeñó, (ONU y OEA).

En el caso europeo, podríamos asistir al final de la luna de miel de Sarkozy y Obama debido a las relaciones preferenciales de la U.E. con Rusia en materia de abastecimiento energético y comercio exterior y su desacuerdo con la Administración Obama, en temas como el apoyo tácito de Obama a Israel en su invasión de la Franja de Gaza o el incremento de tropas aliadas en Afganistán.
Por ello, no sería descartable una reafirmación de la soberanía francesa que se plasmaría en la salida de las estructuras militares integradas de la NATO, siendo considerado en el entreacto Sarkozy interlocutor válido para mediar entre las dos grandes potencias enfrascadas en un nuevo episodio de Guerra Fría.

3- Obama se verá obligado a prestar una atención especial al tradicionalmente considerado «patio trasero de EE.UU.» para intentar frenar la expansión de la influencia rusa en Latinoamérica tras la firma por parte de Mendeiev del Pacto por la Amistad y Cooperación con Cuba, (rememorando el Pacto firmado en 1.960 por Raúl Castro en Moscú con Jruschov) y por extensión con los Gobiernos de corte populista-progresista de Latinoamérica, aprovechando la miopía política de una Administración Bush obsesionada con el Eje del Mal.

Si se recompone la OEA, (que es el ambiente natural donde América Latina se comunicaba con EE.UU.) se podría avanzar en temas como el bloqueo a Cuba y se podrían mejorar las relaciones con gobiernos considerados «non gratos» por Washington como Bolivia y Venezuela; en caso contrario, podríamos asistir a la creación de una Alianza Panamericana, (liderada por México, Brasil, Chile y Argentina), que conjugaría la ayuda económica y la firma de acuerdos preferenciales con dichos países amigos con el Boicot comercial y el aislamiento en los Foros Internacionales de los regímenes de corte populista-progresista, (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia), para lograr la desestabilización de sus regímenes.

4.-Presentación por Obama del Proyecto de Ley de retirada de tropas de Irak (que probablemente sufrirá las maniobras obstruccionistas de la minoría republicana en el Senado) y una segura intensificación del conflicto armado de Afganistán, debido a la ampliación del área de influencia rusa en el conflictivo Oriente Medio, que se plasmaría en un decidido apoyo de Putin al régimen iraní en su contencioso nuclear con los EE.UU. y en el inicio de ayuda militar solapada, (asesores militares, logística e información de los satélites- espías), a las milicias talibanes de Afganistán en su lucha contra las fuerzas de la NATO allí desplegadas.

El objetivo de Putin sería alargar el conflicto y, aliado con la falta de liquidez monetaria de los aliados europeos, lograr su gradual retirada de Afganistán y dejar a EE.UU. en irritante soledad, lo que podría derivar en una peligrosa «vietnamización» del conflicto.

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