Obesidad y patrones de conducta

Juan Revenga / Maite Zudaire – Las actuales y elevadas cifras de prevalencia de sobrepeso y obesidad están relacionadas, entre las múltiples causalidades, con unos patrones inadecuados de conducta alimentaria y estilo de vida. De manera específica, responden a un desequilibrio energético positivo entre dos variables: la «entrada» de energía en forma de Kilocalorías por medio del consumo de alimentos y la «salida» de las mismas a través del gasto energético. No obstante, en esta ecuación intervienen en cada caso particular múltiples elementos que pueden condicionar el mencionado desequilibrio. Son complejas cuestiones genéticas, metabólicas, hormonales o psicológicas, entre otras.

Estilos de comer tipificados

Los profesionales sanitarios analizan el comportamiento alimentario de los pacientes que atienden con exceso de peso mediante la aplicación de diversas pruebas, encuestas y preguntas. El fin último es aportar soluciones realistas adaptadas a cada individuo. Una clasificación no académica tipifica la conducta dietética de cada paciente, una circunstancia que, de algún modo, tiene un peso específico en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad. De esta forma, es habitual que las personas aquejadas de exceso de peso se identifiquen con alguno de estos patrones o estilos de comer, así como con la combinación de varios:

· Consumidores de grandes raciones (o «bigger», su denominación popular en lengua inglesa): son quienes en su vida diaria comen grandes cantidades de alimentos, porciones exageradas, por encima de la cantidad aconsejada para su situación y, en consecuencia, superiores a las raciones recomendadas en función de sus necesidades.

· Lamineros o dulceros («sweeter»): tienen una especial predilección y afición por los dulces. Por lo general, sucumben con facilidad ante la presencia en la mesa de alimentos dulces y azucarados y tienden a abusar de ellos.

· Quienes picotean a cualquier hora («snacker»): son individuos incapaces de refrenar el deseo de comer cuando tienen alimentos a la vista, con independencia de si sienten hambre o no, si han comido hace poco tiempo o van a comer en breve. En este caso, el picoteo hace referencia al hecho de comer con frecuencia y fuera de las horas estandarizadas o además de éstas.

· Quienes están a dieta de forma continua («dieter»): son las personas en situación de sobrepeso o con pocos kilos de más, sin trascendencia para su salud, aunque sí gran importancia estética para ellas. Recurren con asiduidad a diversos sistemas dietéticos e, incluso, de manera compulsiva. En la mayoría de los casos, siguen dietas cambiantes que se alejan de toda evidencia científica, las reconocidas como dietas milagro. Con estas prácticas insanas agravan su situación, al ganar peso cada vez con más frecuencia y de manera más fácil.

La respuesta profesional

El conocimiento del comportamiento alimentario del paciente y la empatía con él es la respuesta profesional que tiene un impacto más positivo en el tratamiento de pérdida de peso que se le plantee. Las ocasiones en las que el exceso de peso puede atribuirse a una única causa o a un tipo definido de conducta alimentaria son escasas. En la mayoría de los casos, en cada paciente coincide una combinación de varias que, con distinto peso específico y en virtud de los condicionantes personales concretos, modulan y perfilan el consejo dietético.

De esta manera, en el momento de realizar un análisis de las causas de su sobrepeso, no se puede establecer un patrón concreto para cada individuo, pero se puede conocer el peso relativo de cada conducta o estilo de comer. Entre dos pacientes con el mismo grado de sobrepeso, las causas pueden ser bien diferentes y, en consecuencia, el tratamiento también será distinto. Un individuo se caracteriza por ser en mayor medida (50% de su comportamiento alimentario) consumidor de grandes raciones, mientras que el resto de su conducta la enfoca al picoteo (30%) y a seguir dietas variadas (20% de las ocasiones que se ha puesto a dieta). En el otro supuesto, el paciente podría ser una persona con una marcada tendencia al picoteo (50% de su estilo de comer) y estar a dieta de continuo (otro 50%), mientras que no destaca por comer grandes raciones ni tiene una especial predilección por los dulces.

En cualquiera de los dos casos, una vez identificadas las posibles causas, la respuesta del profesional sanitario ha de estar centrada en procurar un tratamiento lo más concreto y personalizado posible. Al ser las conductas dietéticas tan distintas, se aleja la posibilidad de utilizar, por sistema, respuestas generalizadas o dietas estándar. Éstas no son efectivas porque no tienen en cuenta las circunstancias concretas de cada paciente: estilo de vida, condicionantes laborales, sociales, familiares, comportamiento alimentario (preferencias y aversiones sobre los alimentos, formas de cocinado, etc.).

ADELGAZAR Y MANTENER EL PESO

Adelgazar de forma exitosa y mantener el peso con el paso de los años no es una tarea fácil, ya que no sólo depende de la voluntad para conseguirlo. Pero tampoco es imposible. En 1958, dos relevantes psiquiatras investigadores en el ámbito de los trastornos de la conducta alimentaria, los doctores Albert J. Stunkard y Mavis McLaren-Hume, sentenciaron de forma poco halagüeña que «la mayoría de las personas obesas no seguirá nunca un tratamiento para la obesidad. De quienes lo inicien, un gran número no conseguirá perder un peso significativo y, entre quienes sí lo consigan, gran parte lo recuperará».

No obstante, a día de hoy, tanto las herramientas terapéuticas como la preparación de los profesionales han evolucionado tanto como para poder ofrecer, en este terreno, unas mayores garantías de éxito. Esto será así siempre y cuando el adelgazamiento se prevea más como un cambio definitivo hacia un mejor estilo de vida, que como una estrategia pasajera.

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/tendencias/2010/06/03/193506.php