Omar Vizquel y Carl Yastremski

“Adoro el Fenway, cuando uno va al
estadio es como si fuese a casa.»

Carl Yastrzemski

Ahora parece que sí. A comienzos de Octubre se espera que Omar Vizquel diga adiós al deporte en el que ha brillado con luz propia y proverbial maestría. Se aproxima el día de la despedida como toda una superestrella de las mayores.

Al momento de escribir esta nota Omar lleva en sus registros de imparables de por vida un total de 2.869 hits, cifra con la que se ubica en la casilla 42 de todos los tiempos, a unos cuatro indiscutibles del inmortal Babe Ruth, pero ello no es todo para el insigne caraqueño que al campo ha conquistado 11 guantes de oro (9 en la Americana y dos en la Nacional), en el renglón de sencillos conectados Vizquel ha arribado a la cantidad de 2.259, con lo que se ubica aún más arriba en el registro vitalicio (casilla 17) a sólo tres de otra leyenda del béisbol, Carl Yastrzemski. Éste LF, amo y señor del “monstruo verde”, arrancó en las mayores, en Abril de 1961, para sustituir a otra figura de primer orden, nada más y nada menos que a Ted Williams, el último hombre en superar la barda de los 400 de promedio de bateo en la gran carpa. Por esas cosas del béisbol (de los “duendes”, diría Marí Montes) se recuerda mucho el juego de despedida de Williams (28 de Septiembre de 1.960), en el que largó el último de sus 521 jonrones: un estacazo en el octavo inning contra el pitcher de Baltimore, Jack Fischer. ¡Què mejor manera de despedirse tuvo el considerado mejor bateador de la pelota!

Cuando el juego de despedida alcanzó a Yastrzemski, un 2 de Octubre de 1983, unas 33.491 almas fueron a rendirle merecido tributo al hombre que en 1967 se había convertido en uno (y el último hasta el momento) de los triples coronados ofensivos del béisbol. Fue un juego, contra Cleveland, en el que el legendario “Yaz” se fue de 3-1, y el venezolano Antonio Armas fue cuarto bate y jardinero central de los patirojos. Carl, a diferencia de otros peloteros reconoció no haberse divertido con el béisbol, para él era algo serio, demasiado serio: «Creo que en el béisbol cuando me levanto por la mañana. Pienso en ello todo el día, y sueño con él en la noche. La única vez que no pienso en ello es cuando estoy jugando”. Un cronista de la época supo describir con límpida elegancia lo que observó en ese juego final de la figura de Boston: “mi papá y yo nos sentamos hasta 10 filas desde el banquillo los Medias Rojas, y procedimos a observar al legendario Carl Yastrzemski desplazarse por el Fenway Park por última vez, frente a un lleno completo… Mientras lo hacía, se acercó a los aficionados cuanto podía y extendió su brazo y tocó tantas manos como pudo. Fue emocionante para mí porque lo vi jugar durante toda mi vida. Pero como dicen….»Todas las cosas buenas deben llegar a su fin». El gran Carl dijo al finalizar el encuentro: “quería mostrar a esta gente que en el fondo, yo estaba emocionada por todo ese tiempo».

Todos los venezolanos esperamos, por todo lo que ha significado Omar para el béisbol en calidad decencia y gracia, un gran partido de despedida para él. Tan memorable y luminoso, como el que en su oportunidad tuvieron esas inmensas glorias del béisbol y que aguardan a Vizquel en los sagrados y honrosos nichos de Cooperstown.

Ese partido de despedida para el gran Omar podría ser el martes 2 ó el miércoles 3 de Octubre, en Toronto, frente a los Mellizos de Minnesota.

Quieran “los dioses del béisbol” que así sea.

Dirección-E: [email protected]