Palabras para Eugenia León

Eugenia León

(*) Mery Sananes – Se llama Eugenia, una niña, que un día descubrió que sus ojos no sólo servían para mirar, sino para reinventar el mundo. Un acto de magia para el cual sólo hace falta abrir los párpados que, como sístoles, danzan rítmicamente en armonía con los rayos solares, las alas de los pájaros, el movimiento de una hoja, o las sinuosidades de una lluvia que no se detiene cuando su garúa toca la tierra sino que se eleva de nuevo como un espejo incandescente retratando su interior de arcoíris.

Eugenia lo descubrió, transeúnte de sus propios pasos, buscando el silencio tras la algarabía y la razón del agua en los pétalos de una flor. Pero no sólo lo hizo, como suelen hacerlo los niños a quienes nadie les ha arrebatado su infinita capacidad de ser espectadores de lo esencial. Sino que además se nutrió de esa alacena de vida y tan maravillada estaba que un día decidió dejar sus huellas en papeles sin otro propósito que el de describir la hazaña de los milagros que se vuelven cotidianos.

Y Carlos Morales, ese misterioso ser que viaja por las palabras como si fuesen estrellas de constelaciones que aún no han nacido, para luego recogerlas y reordenarlas en la circunferencia alada de los asombros o en el barro de un toro, en su incansable oficio de recolector de encantamientos, ha tomado esos papeles, que la madre poeta iba guardando en el cofre de sus memorias, y puso a andar este libro, cuyo prólogo transcribimos aquí.

Invitamos a leerlo, como anticipación a ese texto que buscaremos para ofrendarlo a los enamorados de la vida, en la convicción de que en cada corazón de niño anida una Eugenia, una mirada que traspasa los dinteles de las ventanas, un río de murmullos que descifra la sabiduría de todo lo que existe, para que cada uno pueda aprender a experimentar, como ella, la breve sensación de que la vida cambie y descubrir que hay una rama en un árbol que puede ser diferente a todas las demás, porque es una rama que nada más sirve para la alegría de los rayos del sol.

¿No es ese acaso el verdadero oficio del hombre sobre la tierra? Eugenia y Carlos pertenecen a estas Embusterías, cuyos predios quieren alcanzar la estatura de esa rama única que sirva para reflejar la alegría del vivir.

(*) Licenciada en Letras / Doctor en Ciencias Sociales / Profesor Titular / Coordinadora de la Cátedra “Pío Tamayo” (1983-2003). Universidad Central de Venezuela.

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