¿Para qué hacer Investigación Científica en las Universidades Venezolanas?

RESUMEN (Versión condensada por razón de espacio)

Juliana Mayz, (UDO) [email protected] / Julio Pérez, (UDO) [email protected]. – El presente artículo tiene como propósito analizar algunas de las razones por las cuales debe hacerse investigación científica en las universidades venezolanas. Se resalta así la importancia de investigar para la formación de recursos humanos, no sólo por la alta preparación que genera, sino también porque estimula la curiosidad, la innovación y la creatividad. Se sientan así los fundamentos para el desarrollo integral del país. Por ello, en este trabajo se enfatiza la necesidad de lograr una mayor articulación entre los organismos de ciencia y tecnología y las universidades sobre la base de la investigación aplicada y la tecnología. Con ello se busca dar respuesta a uno de los problemas nacionales como es el de la cooperación interinstitucional como vía para la transferencia de la información generada y para lograr un mejor país. Finalmente, se enfatiza la influencia del quehacer investigativo en la cultura actual así como su importancia para la evaluación de las universidades.

Palabras clave

investigación; universidad; conocimiento; tecnología.

INTRODUCCIÓN

Una de las funciones fundamentales de la universidad es propiciar la creación de nuevos conocimientos a través de la investigación científica, tecnológica, humanística y social. Esta función se ha convertido en el centro de la evaluación de las universidades en muchos países del mundo y en Venezuela.
Sin embargo, la fusión universidad e investigación básica, que ha predominado por muchos años, comienza a ser cuestionada por los elevados costos y porque para muchos, ésta no aporta resultados «útiles», «rentables», capaces de producir recursos para las universidades. La constante presión sobre los investigadores para que realicen investigación aplicada ha influido para que muchos científicos de elevado nivel se dediquen a actividades que responden sólo a la necesidad de una investigación rentable y a la producción de ingresos en trabajos rutinarios, la mayor parte de las veces relacionadas con la prestación de servicios (Mayz, 1997).

La investigación científica en la universidad venezolana

Es conveniente preguntarse, además, si los profesores de las universidades realizan investigación científica acorde con lo que pudiéramos llamar una universidad. La respuesta parece ser no. La mayoría de los docentes universitarios no investigan. De unos 30.000 docentes que trabajan en las universidades del país, apenas 2084, para el año 2002 han sido incorporados al Programa de Promoción del Investigador (PPI).

En Latinoamérica, con pocas excepciones, las universidades dedican sus esfuerzos a la docencia. La creación excesiva de universidades privadas en países como Venezuela y Chile ha aumentado el número de universidades de «tiza y pizarrón», universidades que no desarrollan investigación, que sólo transmiten conocimientos. Como lo señalan Lemansson y Chiappe (1999), en Venezuela existe un número insuficiente de universidades en las cuales se practican actividades de investigación.

La investigación científica y la formación de recursos humanos. El postgrado

La investigación es la que estimula el pensamiento crítico y la creatividad tanto en los docentes como en los alumnos. Es a través de la investigación que el proceso de aprendizaje se vitaliza y se combate la memorización que tanto ha contribuido a formar profesionales pasivos, poco amantes de la innovación, con escasa curiosidad e iniciativa personal. En referencia, Gardié (1997) señaló que el perfil general de estilo del docente venezolano contrasta considerablemente con el que la Ley Orgánica de Educación (1980) y varios documentos establecen, especialmente, en cuanto al grado de criticidad y creatividad que debería caracterizarlo. Por supuesto, mientras se forme este tipo de profesionales, habrá siempre una brecha que dejará a los países subdesarrollados cada vez más a la zaga de los países desarrollados. Uslar Pietri (1996) acotó que el sistema educativo sigue siendo inadecuado ya que condena a la perpetuación del subdesarrollo y a la marginalidad intelectual y científica.

La investigación científica, la ciencia y la cultura

Todo país tiene la obligación de desarrollar su propia cultura. Un país culto y civilizado se enorgullece de sus orquestas sinfónicas, de sus pinacotecas y museos, de sus escritores. Pero en contadas ocasiones, se considera el valor de los científicos. No se percatan de que la ciencia se está convirtiendo en el núcleo de la cultura moderna. Tampoco suele estimarse que para filosofar con sentido y rigor en pleno siglo XXI es necesario estar al corriente de las grandes conquistas y de los grandes problemas de la ciencia, así como adoptar una actividad científica ante los problemas filosóficos (Bunge, 1981).
Generalmente se señala como inculto al que no sabe de Mozart, de Shakespeare o de Miguel Ángel pero ¿preocupa quiénes fueron Mendel o Pasteur, y en América, Houssey o Convit?

El no reconocer el valor cultural de la ciencia conduce a esperar de ella milagros tecnológicos y no conquistas del intelecto. Sólo cuando esto sea comprendido, y no antes, darán los países subdesarrollados su primer paso para dejar de serlo (Cori, 1978). La ciencia es lo que distingue a la cultura contemporánea de las anteriores. La ciencia no sólo es el fundamento de la tecnología que está dando una nueva fisonomía a nuestra cultura material, sino que de continuo absorbe disciplinas que otrora fueron artísticas y filosóficas: ayer, la antropología, la psicología y la economía; hoy, la sociología y la historia, mañana, quizá, la estética y la ética (Bunge, 1981)

La investigación científica y el desarrollo tecnológico

La investigación básica que predomina en las universidades es necesaria en los países subdesarrollados tal vez incluso en mayor medida que en los países avanzados, precisamente porque es allí de donde sale la inspiración creativa para lo tecnológico. Contrariamente a lo que piensan los que están ajenos al devenir de la ciencia, el progreso de la investigación aplicada o tecnológica no se logra distrayendo recursos de la ciencia básica, sino reforzándola. Cuando ésta logra una proyección crítica, su actividad transfiere talento debidamente adiestrado hacia el campo de la tecnología. Y en esto no se pueden quemar etapas (Cori, 1978).

Algo que llama poderosamente la atención es que organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, con notable influencia en la política científica de los países latinoamericanos, han propiciado un mayor énfasis en el desarrollo tecnológico y menos en la investigación científica, idea que fue desestimada en los Estado Unidos, donde la investigación básica es la mayor prioridad para el gobierno (Macllwain, 1999).

La investigación científica y la información

No se puede olvidar que, en el mundo actual, el verdadero ejercicio de la libertad y la soberanía está en el conocimiento. El desvanecimiento de una ciencia y una tecnología propia contribuiría a un empobrecimiento social con consecuencias insospechadas y a una mayor dependencia de los países desarrollados. En el futuro, las sociedades avanzarán sobre la base del acceso al conocimiento (Pérez et al., 1999).

La información es poder. Ahora bien, ¿quiénes son realmente los que pueden establecer cuál es la tecnología medular en un paquete tecnológico? Lógicamente, es el investigador quien detecta ese tipo de tecnología. Carbonell (1979) relata una interesante experiencia en el establecimiento de una fábrica de bioproteínas con la British Petroleum. Se estudió con mucho cuidado la parte de la tecnología que se nos estaba vendiendo y la conclusión importante fue que la mayor parte de la millonaria inversión se centraba en un solo punto importante: una cepa de hongos que se usaba. Era sencillo. Ésa era la tecnología medular, las condiciones de la cepa, si era genéticamente estable, entre otros aspectos. Un ingeniero probablemente hubiese pasado esto por alto y hubiese podido pensar que lo verdaderamente importante era mover ese millón de metros cúbicos encerrados en un fermentador. Pero eso no era lo más importante. ¿Quién lo puede diferenciar? Esencialmente, el investigador básico. En el ejemplo de la British Petroleum la inversión para comprar esa tecnología se redujo en un 70% gracias a la labor de investigadores básicos.

La investigación científica para tener un mejor país

Sin lugar a dudas, el principal problema que enfrenta Venezuela es la pobreza. Todos los demás, incluso el de la inseguridad personal, son consecuencias de ésta. La causa principal de la pobreza es la ignorancia. Es evidente que más de cuarenta años de democracia y de derechos a la educación consagrados en la Constitución Nacional, no se han traducido en el desarrollo de una mejor sociedad que dependa exclusivamente de las riquezas naturales del país. ¿Cómo explicar entonces la existencia de países adelantados, pobres en recursos naturales?

Conclusiones

Existen suficientes razones para justificar la investigación científica en las universidades. Ésta debe ser la base de la educación, pues enseña a pensar, a comprender y a crear nueva información, conocimientos y tecnologías. Permite, además, formar profesionales con creatividad, dispuestos a innovar, curiosos. Es importante resaltar que el conocimiento, la información y las tecnologías generados a través de la investigación juegan un gran papel en el desarrollo integral del país; por lo tanto, debería existir una mayor articulación entre los organismos de ciencia y tecnología y las universidades.

Es innegable que la investigación permite vincular más el sistema educativo con los sistemas científico-tecnológicos. Se hace necesario, entonces, la renovación de los objetivos y curricula de los pregrados que permitan sentar las bases que aseguren, posteriormente, una mayor integración entre la investigación y los estudios de postgrado.

La investigación aplicada y la tecnología, por su parte, permiten dar respuesta a problemas confrontados no sólo por el país, sino también por la comunidad latinoamericana. Son los pilares de la cultura actual. La investigación, la ciencia y la tecnología hacen la diferencia entre la cultura pasada y la contemporánea.

La investigación, en general, se ha convertido en una de las bases para evaluar las universidades. Debe estimularse y valorizarse, sin presionar a los investigadores a hacer ciencia «útil» o rentable.

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