La semana pasada los principales mataderos de bovinos del país abrieron sus puertas como todos los días, solo que, quienes intermedian el ganado en pie no arrimaban animales a los mismos; razón que explicó la escasez de carne vacuna que se vivió a lo largo y ancho del país. La inconformidad ciudadana a consecuencia de tal situación obligó a que se realizara una reunión el día viernes en la sede del ministerio de agricultura y tierras para tratar el asunto; presidió la reunión el jefe nacional de la SUNDEE -como lo está leyendo: estuvo ausente el ministro del MATT, a quien le compete la materia-, y por el sector privado Fedenaga y representantes de los mataderos industriales. Se acordó una estructura de precios que regirá toda la cadena cárnica, destacando el precio de ganado en pie a Bs 13mil El kg de la hembra y Bs 14 mil el kg del macho. Y, Bs 41 mil el kg de carne exceptuando los cortes: lomito, solomo de cuerito y punta trasera, cuyos precios al consumidor fueron liberados; además tal estructura de precios será revisada trimestralmente. Ciertamente la decisión adoptada no resolverá la aguda escasez de carne que enfrenta cada día el consumidor venezolano. Peor aún: no es buena para los productores, como tampoco para los consumidores. Veamos.
Una dosis de bruselosis se consigue hoy día en el mercado a Bs 100 mil; un frasco de 50 dosis para tratar la leptopira, se consigue a 650 mil Bs; 50 dosis para tratar la aftosa cuando se consigue alcanza a costar sobre los Bs 350 mil; un rollo de alambre de púas de 400 metros cuesta Bs 600 mil; en fin, los productos farmacológicos, agroinsumos y repuestos agrícolas han seguido en el país a nivel de precios el curso tomado por el dólar en el mercado paralelo, lo cual ha implotado el costo de producir un kilo de carne y, más grave aún dichos precios sufren incrementos mensuales que actualmente oscilan entre un 40 y 50%.
La producción de carne en el país a los precios acordados presenta un nivel de rentabilidad negativa, por lo cual la estructura de incentivos que genera implica un proceso de desinversion en la actividad y de otro lado, una conducta en el productor que lo hace renuente a llevar el fruto de su trabajo a los centros de matanza y de distribución del país. Quiero decir: difícilmente se arrimaran en cantidades importantes lotes de ganado para ser sacrificado, en espera de una mejoría en los precios que retribuya el esfuerzo productivo realizado.
Los consumidores también pierden. Un aumento donde 2 kgs de carne signifiquen el 18% del sueldo mínimo integral, representa una real tragedia social. El consumo de carne bovina, simplemente esta prohibida para la gran mayoría de los venezolanos. Conviene llegado a este punto acotar que la carne que hoy día consumimos es toda producida nacionalmente. No hay importaciones dada la severa crisis de balanza de pagos que sufrimos, amen de las menguadas reservas internacionales que disponemos. No en balde el consumo de ésta vital fuente de proteínas entre 2012 y 2017 ha caído 70%, al pasar el consumo de 20kg/ pc/ año a 6 kg/ pc/año, naturalmente, con graves implicancias nutricionales para todos.
En resumen: la medida de precios acordada para la carne, perjudica a los dos actores mas importantes de toda la cadena, por lo cual afirmamos: continuará la escasez y, seguirá inalcanzable para las grandes mayorías nacionales.
¿Qué hacer?
Lo más importante consiste en caracterizar apropiadamente el problema. Creo que hay dos elementos, entre otros que explican en buena medida lo relacionado con la producción y el consumo cárnico en el país.
Primeramente destaco el tamaño insuficiente, cuantitativamente hablando del rebaño nacional, dado nuestra potencialidad pecuaria y nuestra realidad demográfica.
Consumir 18 kg/PC/año de carne implica que el país debe producir 540 mil Tn cada año, para lo cual deberíamos disponer de un rebaño equivalente a 22 millones de animales, siendo que el mismo actualmente alcanza a 9,5 millones; es decir, tenemos un déficit del 56%. Coloquemos este punto en perspectiva.
De acuerdo a cifras del MAC entre 1963 y 1983 -20años- nuestro rebaño nacional creció 66,7%, al pasar de 6.936.058 cabezas a 11.575.005 cabezas, siendo esta tasa de crecimiento la más alta en los últimos 80años, medidos en periodos de 20 años; al contrario entre 2008 y 2016 el rebaño nacional ha disminuido -24% al pasar de 12.5 millones de cabezas a 9.5 millones de cabezas (FEDENAGA). Un plan de fomento ganadero dirigido a autoabastecernos en carne con un consumo de 18 kg/PC/año, implica aumentar nuestro rebaño 7% anual durante 20 años, a fin que para el 2037 cuando seamos 40 millones de habitantes poseer un rebaño de 29 millones de cabezas, lo que significaría 0,7 cab/PC; como puede verse estamos refiriéndonos a un esfuerzo inmenso e ininterrumpido durante 4 lustros.
De otro lado presentamos un atraso tecnológico de proporciones significativas, que se expresa en una bajísima productividad pecuaria, medida a partir de indicadores básicos, como alto índice de mortalidad al nacer, bajo peso al destete, tiempo promedio para llevar un animal con peso óptimo -460kg- al matadero superior a 36 meses, bajo porcentaje de preñez en el rebaño nacional, entre otros; requierese entonces un la adopción de un plan de fomento pecuario de gran aliento, que obliga a un inmenso esfuerzo financiero, organizacional, tecnológico e institucional. Este es el desafío.
En conclusión: en el hoy el gobierno debe garantizarle al productor mediante la fijación de precios un nivel de rentabilidad mínimo, para detener el progresivo deterioro de la actividad pecuaria en el país. Proceder en contrario agudizará la escasez y los altos precios. En el mediano y largo plazo debe adoptarse una política de estado que determine un acelerado crecimiento en la producción cárnica del país, a fin de autoabastecernos, generando además excedentes importantes, que contribuyan a reducir el crónico déficit de nuestra balanza comercial agrícola; además, esto último esta en línea con la marcada vocación pecuaria de los suelos agrícolas de la nación, expresado en que el 70% de nuestra riqueza edafica presenta condiciones para la actividad ganadera.