“Pobresores” universitarios venezolanos

“Revertir la precariedad de los ingresos universitarios
y sus consecuencias académicas y sociales es
una misión ética, claramente impostergable
para preservar la institucionalidad
y seguir beneficiando a las generaciones futuras”.

H. García Larralde

El profesorado universitario es uno de los sectores peor remunerados en Venezuela y desde las altas esferas de este Régimen y por más de una década, se ha pretendido hacerle creer a la sociedad venezolana que sus miembros pertenecen a una “Élite Burguesa” a la cual hay que observarla con mucho recelo, ya que -según él- ese gremio obedece a intereses capitalistas individuales y no a las necesidades colectivas del pueblo… afirmación ésta totalmente alienante y manipuladora por parte de quien ejerce el poder, contra aquéllos que le son críticos, desde la academia, de la manera cómo se gerencia la nación, dados los resultados negativos en todos los ámbitos del quehacer nacional… luego de catorce (14) años en el poder, de haber administrado más de 950.000 millones de dólares americanos (US$) y no conforme  con ello, de haber endeudado al país y a su principal industria, Petróleos de Venezuela, S. A., cinco (5) veces o más de lo que estaban a inicios de 1999.

Sin embargo, para adelantar el tema salarial hay que comenzar por señalar, de acuerdo a la publicación de ASOVAC en su página WEB de fecha 30/04/2013, que mientras el salario promedio de un profesor universitario en Venezuela oscila alrededor de los US$ 423 por mes, en países latinoamericanos como México es de US$ 1.941, Brasil US$ 3.179, Argentina US$ 3.755… y el promedio en América Latina es bastante bajo, de US$ 538 por mes, lo cual coloca al salario del Docente Universitario Venezolano inclusive por debajo del promedio de la región.

La situación real empeora, cuando esta comparación se hace con naciones del mundo. En una investigación emprendida por Humberto García Larralde, profesor de la Universidad Central de Venezuela y Miembro de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, se constató que el sueldo de los docentes universitarios, en una muestra de 29 países, Venezuela ocupa el número 28. Esta clasificación se agrupa entre las naciones de más desarrollo educativo y tecnológico, donde se registran los mayores salarios. En este grupo se ubican Canadá, Estados Unidos, Italia, Arabia Saudita, Reino Unido, Australia, Malasia, Holanda y Alemania. En estas naciones el salario oscila entre 7 mil y 9 mil dólares al mes.

En el caso de América Latina, Brasil ocupa el lugar más alto de valoración en remuneración para sus docentes, quienes ganan un promedio de 5 mil dólares mensuales. Le secundan Argentina y Colombia, donde obtienen un salario mensual de 4.000 y 4.500, respectivamente. En México, llegan a los 3 mil dólares. Es decir: al comparar el sueldo de los académicos venezolanos con estos valores, el de acá equivale alrededor del 10% de ésos: ¿qué tal?, ¿cuál es el mensaje que se da desde el Régimen a los docentes? Acaso, ¿se pretende que abandonen el sector, con cuál intención ulterior? Asimismo, ¿cuál es el mensaje que se está enviando a quienes anhelan llegar a ser académicos, compartir su conocimiento y formar a otros en pro del crecimiento y desarrollo nacional? Acaso, se busca desanimarles, ¿con cuál intención subyacente? Téngase presente este detalle: ahora, quienes estudian Medicina quieren ser cirujanos estéticos (o asumir otra rama productora de mucho dinero) y ninguno quiere ser sanitarista, siendo de menester el preguntarse si el escenario público actual se muestra más higiénico y saludable que en las décadas de los 50 y de los 60 (cuando Arnoldo Gabaldón y otros sanitaristas velaban por la salud pública, por el saneamiento ambiental y demás). La respuesta se ve en sus calles, llenas de papeles e inmundicias, en la falta de higiene y demás: ¿qué se busca con desestimular el ser académico? Los países de avanzada promueven que se alcance tal categoría para incitar hacia lo mejor, ¿qué pasa acá?

El docente universitario de mayor escalafón y dedicación (titular a dedicación exclusiva) tiene un sueldo de Bs. 7.232 al mes. Al calcular esa cifra en dólares según el valor referencial oficial (1 dólar equivalente a 6,3 bolívares) ese sueldo equivale a 1.147 dólares al mes, menos del doble de sus pares en Latinoamérica. Pero si ese mismo sueldo se promedia al valor del dólar  “innombrable”, que según economistas venezolanos como José Guerra o Gustavo Machado, investigador de LUZ, es con el que funciona realmente la economía del país (ya que con la escasez de divisas conferidas por el Gobierno, los comerciantes obtienen los dólares por otras vías, que no es precisamente el Sistema Complementario de Divisas; Sicad), ese sueldo se transforma a apenas 300 dólares al mes.

En la comparación hecha por el profesor García Larralde de la UCV, los países que menos remuneración ofrecen a sus docentes universitarios son Latvia, Kazakstán, China, Rusia, donde ganan entre 1.500 y 3 mil dólares. Venezuela supera en esta lista sólo a Armenia, que paga menos de mil dólares al mes a sus docentes universitarios. El antes mencionado investigador toma en sus referencias, dos países de África: Nigeria y Etiopía; en el primero, los profesores universitarios ganan un poco más de 6 mil dólares y en el segundo, 1.500 dólares.
El grave problema en Venezuela y que golpea directamente el bolsillo de todos los trabajadores, y en especial el del docente universitario, es el descontrol de la inflación que anualmente ha fluctuado entre 20% y 30% durante el último lustro. A esto se suma que recientemente el Gobierno venezolano aplicó una devaluación que mermó en más de 46% el valor del salario de los universitarios (aunque, realmente, lo causó así en el de todos los sectores). El índice inflacionario puede llegar al cierre del año en 40%.

En cuanto a las cifras registradas por el Banco Central de Venezuela, el incremento más alto que se les ha dado a los docentes de las universidades nacionales y centros educativos, fue en el año 2010 con 40%; sin embargo, fue uno de los niveles más bajos de los últimos 27 años, en comparación con el poder adquisitivo desde 1984.

¡Anteriormente, ser profesor universitario era sinónimo de prestigio y de alto poder económico. Ahora, se ha convertido en una carrera que necesita de verdadera vocación y abnegación!

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