¿Por qué y para qué un Gobierno de Transición?

Dr. Jesús María Lugo Peña – Inspirado por el magnífico artículo publicado recientemente por mi tocayo y amigo Jesús Gánem Martínez, quien escribió «El Presidente para la transición», me he tomado la libertad de conversar y reflexionar con ustedes acerca de tan importante y actualizado tema.

Debo iniciar con la definición que Wikipedia da en lenguaje sencillo de la transición: «es el efecto y la acción de pasar de un modelo de ser a otro muy distinto del anterior. Representa un cambio de estado». Es decir, vamos a pasar de un estado donde se privilegia la muerte, como reza su slogan, a otro donde lo más importante es la vida y los derechos humanos.

Para que ello sea posible, para que pueda ocurrir y se lleve a cabo una verdadera transición gubernamental, se requiere acceso completo a la información de rendición de cuentas, incluìda la organización y conservación de todos los archivos, para de esa forma poder dar cumplimiento a las obligaciones implícitas de transparencia, nada que se parezca a la opacidad en las informaciones.

Se requiere igualmente, de un candidato que reúna todos los méritos y atributos como futuro, o mejor, próximo Jefe de Estado el cual ha de comprometerse, previamente, de durar un solo período constitucional en su mandato, para poder retornar a la tan necesaria alternabilidad.

Los gobiernos de transición son buenos y deben servir para frenar y cortar de raíz las condiciones desfavorables que el régimen a sustituir ha infligido a nuestra democracia. Lo que ha traído como consecuencia el diario y permanente protestar de toda la sociedad civil en todo su estamento, que crece y se complica cada vez más. Por eso la figura de un Presidente de transición no sòlo es justa sino necesaria para restituir el estado de derecho, la concordia y normalidad constitucional que el actual régimen se empeña en destruir.

Miren, ahora viene lo bueno, la pregunta de las sesenta mil lochas; ¿Y quién es la figura o el candidato llamado a presidir un gobierno de transición? Bueno, muchos son los candidatos, pero pocos serán los llamados y uno el escogido. Hay quienes piensan que una buena ruta sería el consenso, pero aprecio que la gran mayoría se inclina por las primarias.

Lo que si es importante tener presente, es que no se puede improvisar buscando rostros bonitos y frescos solamente, tampoco a lechuguinos casi imberbes, no. Se requiere de un ciudadano o persona bien formado, curtido en la arena de la política, con experiencia, que sepa llegarle al pueblo el cual se encuentra atosigado de tanta verborrea barata que no lo deja pensar acerca de la gravedad del momento y de lo peor que se puede tornar si continuamos por este despeñadero, esta incertidumbre e inseguridad física y jurídica.

Se requiere por tanto, en forma obligada, de alguien que por su experiencia y conocimiento previo del manejo de la cosa pública y de las carencias y sufrimiento del pueblo se convierta en su servidor y no en su «jefe»; que sepa manejar las crisis internacionales, que le quepa en su cabeza el país en su totalidad y defienda las instituciones con separación y respeto de los diferentes poderes que hoy están tan mal trechos.

¿Cómo hacerlo? Utilizando una logística que haga posible llevar a cabo un proyecto de gobierno de transición que va más allá de la escogencia de la persona más indicada; se debe buscar la mayor y mejor unidad posible que no permita duda en el triunfo, así como llevar adelante un programa inclusivo, responsable, realizable que muestre rápidamente el cambio que tanto anhelamos.

Hemos podido observar con alegría, preocupación y tristeza como miles de jóvenes estudiantes, obreros, campesinos, profesionales exponen sus vidas preocupados e interesados por los destinos de la Patria, por su familia, hijos y nietos, demostrando con ello que los movimientos sociales no se calan más injusticias, la gran mayoría aspiran vivir en un país gobernado decentemente por una persona que le devuelva la majestad al Poder y ponga al país en la ruta correcta del desarrollo.

No están lejos los países que, pasando por casi iguales circunstancias o peores, alcanzaron victoriosos, con sus gobernantes de transición, el camino deseado, como ocurrió en España con Adolfo Suárez, en Argentina con Alfonsín y en Chile con Patricio Aylwin.

Que no tengan temor nuestros adversarios, no le vamos a pagar con la misma moneda, porque no vamos por ellos, ni le vamos a eliminar los logros sociales alcanzados por las Misiones; por el contrario, se van a mejorar, ordenándolas con una verdadera inclusión de los más necesitados, lo que sí se va a acabar es el gasto dispendioso, no controlado, se ordenará la casa por dentro, primero los venezolanos y si sobra, solidariamente ayudaremos a nuestros hermanos latinos.

La cosa no será fácil, será necesario realizar una amnistía -si no se hace antes- para lograr la reunificación de la familia, entre otras importantes cosas. En criminalística se suele hablar del perfil del presunto indiciado y les hacen hasta un retrato hablado; ojalá ustedes puedan homologar e identificar al personaje para que exista una verdadera justicia social en una Venezuela mejor.

(Publicado por el diario El Carabobeño, en fecha 21 marzo 2011)

Fuente: http://ifedeccarabobo.blogspot.com/2011/03/el-presidente-para-la-transicion_21.html