Preocupación por la vida y los efectos económicos del covid-19

El coronavirus o covid-19, la pandemia que afecta de manera global al planeta ha trastocado todas nuestras estructuras sociales, al cambiar casi que, de un día para otro, los planteamientos estratégicos de los gobiernos, las empresas y las personas. 

No importa si es una gran corporación o una pyme, si es una empresa tecnológica o no, si es un hombre o una mujer, un vendedor ambulante o uno establecido, un gobierno de un país desarrollado o uno en desarrollo. Lo que se está viviendo en estos momentos ha obligado a la gente a cambiar la planificación que se había realizado para el 2020 y …, porque la situación se ha convertido en un problema grave para todos. Y lo que es más lamentable, es que todavía se pondrá peor.

Por tal razón, necesitamos estar preparados para lo que se aproxima… No podemos darnos el lujo de dejar pasar más días sin reflexionar, sin una estrategia o un mecanismo de defensa, sin un plan, sin dejar todo a un «a ver qué pasa». Necesitamos cambiar, bien sea recurriendo a la innovación, a los nuevos proyectos, a la reconversión y hasta la coordinación equilibrada entre los responsables de buscarle solución a la actual situación. En otras palabras, no nos podemos quedar de brazos cruzados.

Ser reactivo a los eventos que están por venir:

  1. Retrasará la recuperación
  2. Aumentará los costos de respuesta
  3. Ejercerá una presión significativa sobre el tiempo de toda la gerencia o dirección.
  4. Agravará aún más, los efectos disruptivos de la pandemia y en muchos casos tendremos que abandonar nuestras ilusiones.

De ahí, que comprender los principales impactos probables de la situación actual, es un primer paso importante.

Varios países han aplicado cuarentena o confinamiento y el cierre de fronteras y pronto, pudieran ser más… Es algo inevitable.

A pesar de que hemos dicho, que todos los integrantes de las diferentes comunidades se verán afectados por los controles que realizan los gobernantes de los países como mecanismos de protección para su población; también es cierto, que las penurias que sufrirán los países no son las mismas, ni de la misma envergadura, ya que estos están en función del grado de afectación de diferentes estructuras económicas y sociales donde incursionen.

Veamos a groso modo un panorama general de la situación actualmente:

Como se ha podido percibir de las informaciones de prestigiosos medios internacionales, el covid-19 además del daño mundial en la salud de las personas, está ocasionando estragos en economías desarrolladas como Italia, Francia, España y Estados Unidos.  Y según, la revisión realizada por los mercados financieros se da por hecho una recesión inclusive peor a la crisis financiera global del 2008, la cual provocó un colapso de demanda; mientras que el colapso en esta oportunidad, es de oferta, por la escasez de producción motivada a la instrumentación de las políticas de salud pública para aplanar la curva. Si las empresas no producen debido al confinamiento de sus trabajadores en sus hogares, impulsar la demanda no ayudará lo suficiente, ya que los productos no estarán disponibles para la venta

Es decir, que en esta oportunidad la crisis no solo es una catástrofe sanitaria sino, que trae consigo una catástrofe económica.  De ahí, que los especialistas de diseño de políticas públicas sanitarias tratarán de converger con los macroeconomistas en la búsqueda de un equilibrio que evite el colapso de la oferta en los países desarrollados.

Cabe destacar que los países desarrollados en su mayoría tienen capacidad de endeudamiento con sus bancos centrales y cubrir sus espacios fiscales. No obstante, estrategias de esa naturaleza es difícil que puedan ser instrumentadas por los países en desarrollo por la precaria capacidad de acceso a los mercados financieros internacionales y recurrir a imprimir dinero inorgánico conducirá a provocar una corrida monetaria y a incrementar la inflación.

La mayoría de los países en desarrollo generan sus ingresos de sus exportaciones de materias primas, turismo y remesas; las cuales se espera en esta oportunidad se reduzcan dejando a las economías con menos dólares y a los gobiernos, con escasos ingresos tributarios, junto con las escasas posibilidades de acceder a los mercados financieros internacionales. En tanto que los inversores trataran de refugiarse en los activos emitidos por los países desarrollados dejando a los subdesarrollados con muy pocas posibilidades de obtener financiamiento.

Por recesiones mundiales anteriores se han hecho estimaciones que entre el 40 y el 50 por ciento del gasto discrecional del consumidor podría no ocurrir. La gente reducirá las compras que pueden posponerse fácilmente, tales como: adquisición de automóviles y electrodomésticos y; aumentará el ahorro preventivo en previsión de una crisis que por seguro empeorará. Lo que hace a esta pandemia diferente a la recesión ocasionada por la crisis financiera del 2008-2009, es la actual situación de colapso, por el confinamiento de las cuarentenas y cierres de fronteras entre países donde las personas también eliminarán el gasto en restaurantes, viajes y otros servicios que generalmente caen, pero no caen a cero. Es más, se cree que una caída de esa naturaleza, no tiene precedentes en la historia. Cuanto más tiempo se establezca un bloqueo, peor será el impacto en nuestras vidas.

En cuanto al empleo, cabe destacar que en los países latinoamericanos el desempleo y el empleo informal representan tasas muy altas, lo que ocasiona que las personas que hoy día se encuentran en esa situación, no perciben ingresos ni para financiar los gastos de alimentación. Se estima en el caso de Latinoamérica ese grupo de personas que no tiene capacidad de compra supera al 40% de la población. Y encontrandose en una situación de alternativa, salen a trabajar o incrementan el riesgo por la necesidad de obtener recursos para alimentar a la familia.

Y si bien, el aumento del gasto público por parte de los gobiernos ayudaría a compensar parte del impacto económico, es poco probable que se haga con la suficiente rapidez ni en su totalidad por la situación deficitaria que caracteriza a nuestros países.

Imagen de Alexey Hulsov en Pixabay