Prepararnos para el futuro

“La democracia tiene que ocuparse de crear los
ciudadanos en cuya voluntad política apoya su legitimidad,
es decir que tiene que enseñar a cada ciudadano potencial
lo imprescindible para llegar a serlo de hecho”.

Fernando Savater

En un muy interesante artículo de Opinión, el Poeta Rafael Arráiz Lucca nos comenta acerca de un experimento social y futurista, realizado por el periodista norteamericano Mike Wallace. En el mismo convocó a una media centena de especialistas en diferentes disciplinas y les pidió que describieran como sería el mundo para el 2058 (como el experimento se hizo en el 2008 se proyectaron 50 años en el futuro). Las respuestas fueron realmente cautivantes, pero todas se centraron en el intenso desarrollo de tecnologías en las áreas médicas, industriales y de conocimiento en general. Otra conclusión del estudio predictivo señalaba que se aumentaría aún más la brecha entre los países desarrollados y aquellos que no lo son, al punto que la mayoría de los habitantes de éstos últimos no tendrían acceso a estas tecnologías, con las subsecuentes secuelas negativas.

Por mucho que uno tienda a ser pesimista en los actuales momentos de fanatismo, autoritarismo y compulsión por el poder, debe, por simple obligación moral e intelectual, preocuparse y plantear estos temas, sobre todo porque afectarán severamente a muchas personas de los niveles económicos menos favorecidos. Se necesita plantear el tema porque en algún momento se requerirá de líderes políticos, empresariales, académicos que implementen lo que desde ahora debe diseñarse. Claro está que la base de ese edificio, que no debe partir desde el primer piso, como decía siempre Don Mario Briceño iragorri, debe estar en la elevación de la calidad de vida de los habitantes. Los otros pisos están conformados con las líneas de investigación (pasando por una reestructuración eficaz de la educación a todo nivel) a formular en varios campos (biología, medicina, electrónica, metalurgia, psicología, economía, sociología, etc). Nunca como en este momento hemos tenido los recursos humanos formados para tales tareas, pero como en todas las épocas pasadas y sobre manera en el presente duermen el sueños de los justos, esperando que dirigentes con visión, talento y voluntad les señalen los surcos donde depositar las semillas generosas del conocimiento.

Es urgente, impostergable que aparezcan esos líderes que con talento, visión, amplitud, honestidad y sindéresis comiencen a enderezar entuertos. Como la famosa película de los 70, el futuro nos alcanzará, y cuando ello ocurra, las naciones menos avanzadas, lamentablemente, pagarán un alto precio por su baja preparación contra las contingencias que de seguro entraña un mundo distinto, una nueva evolución, más allá de lo conocido, una nueva era y ola que arrasará con lo endeble. La pregunta sería a estas alturas ¿Surgirá entre nosotros este conjunto de dirigentes capaces de trazar y seguir este rumbo necesario?, Quisiera pensar, por el bien de todos nosotros, que la respuesta es totalmente afirmativa. La necesidad imperiosa que tenemos reclama a gritos que se produzca un claro deslinde con nuestra forma de hacer las cosas. Es una urgencia de todas las naciones no desarrolladas, que navegan a la deriva y con una carga humana que irá languideciendo en la barca. En nosotros, en cada uno de nosotros está la responsabilidad de realizar este parto hacia una vida mejor, hacia la concreción del sueño de tantos hombres ilustres que vivieron y murieron esperando la salida. Ese es nuestro reto como nación. Cada quien desde su particular trinchera. Ser verdaderamente ciudadanos significa, entre otras cosas, estar dispuestos a prestar este tipo de inestimable servicio a los semejantes, a la sociedad, al país como ente territorial en cuyas tierras aguardan los surcos.

Para que un proyecto a largo plazo con las características descrita logre cristalizar entre nosotros, debe ocurrir que converjan la voluntad política de la dirigencia en ciernes con la decidida participación de los profesionales y técnicos. Una imbricación que por cierto nunca se ha dado en estas latitudes. Un esfuerzo ciclópeo y al propio tiempo una gran decisión. En nuestra naturaleza como país están, como semillas potenciales, todas esas inquietudes y capacidades. Como en todo proceso natural necesita dela necesaria activación. De esa chispa constructiva y desinteresada.

Debemos prepararnos ahora para el futuro.

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