Profesores, ¿Una causa perdida?

La falta de acompañamiento a las protestas de profesores y estudiantes, que ya llevan más de un mes manifestando en todas las calles de nuestras ciudades, porque a unos no les pagan su salario adecuadamente y otros echan en falta todas las condiciones que facilitan su vida y sus estudios, no dice mal de ellos, sino de nosotros.

Una de las manifestaciones múltiples, más grandes que he visto en fotos, es una de millón y medio de franceses que protestaron junto a sus profesores y estudiantes en las calles de París y las principales ciudades del país en 2006, contra un contrato laboral para jóvenes, inventado por el Gobierno, que daba derecho a despedirlos sin explicación durante un periodo de dos años, la llamada ley “del Primer Empleo”. 

Aquí, pareciera que quienes protestan son unos extraños y no nuestros hijos y sus maestros. Pareciera que cuando hablan de becas, comedores, seguridad; estuvieran hablando de extraterrestres. Pero no, quienes trabajan con un salario mínimo, es decir el que se les paga a los trabajadores de servicio doméstico, por ejemplo, son los profesores de nuestros dirigentes futuros. A quienes les deben años de prestaciones y siglos de aumentos.

Y no se hable de sus sitios de trabajo, unas universidades donde los campus son centro de violencia, donde no se puede protestar sin ser perseguido a tiros por vándalos que operan con impunidad en toda la Universidad Central, por poner un caso.

Que se dan el lujo de insultar a sus rectores, de incendiar edificios y vehículos, de apalear a unos y a otros, simplemente porque están armados por el Gobierno y se sienten poderosos. 

Tengo mis críticas al movimiento profesoral, me parece que peca de deliberativo y lento. Los he visto por años anunciar manifestaciones y protestas débiles, porque anunciaban marchas a las que la mayoría llegaba al sitio de concentración final en autobús. Y hacen infinidad de asambleas que duran horas y horas para no quedar en nada. O calarse al final el irrespeto.

Pero porque me parezca que la dirigencia sindical venezolana, no solamente la de ellos, parece que tuviera leucemia, no quiere decir que no tengan razón y que nosotros, los padres, vecinos, ciudadanos no tengamos responsabilidad en no protestar por estas ciudades donde dan pena las escuelas, liceos y universidades, no solo por lo abandonadas , ya que no tienen presupuesto ni para los libros, menos para mantener los campus, sino por la violencia , contraria al espíritu educativo, pero que florece en el descuido, en el irrespeto, en el fascismo.

Somos también responsables por facilismo, porque no es posible que veamos como se politiza la educación en liceos y universidades públicas y tampoco digamos nada, porque a los muchachos los pasan de un año a otro, sin estudiar, para que “no se traumaticen”. Trauma van a tener cuando lleguen al mercado de trabajo y no sepan sino de mal socialismo, como ya les pasa a algunos estudiantes de periodismo de la Bolivariana que no saben ni entrevistar a la gente en otro idioma, porque me imagino que aprender inglés es de imperialistas, escuálidos y pequeños burgueses.

Así las cosas, los profesores y estudiantes están entrampados, entre un Gobierno que desea acabar con las universidades autónomas y ve un peligro en estimular el pensamiento independiente en liceos e institutos de educación superior y unos representantes y familiares que no se mueven ni se inmutan por la decadencia acelerada de las instituciones educativas de su propio país, que no trabajan por conservar las estructuras que hicieron de esta nación, puntera en materia de educación en Latinoamérica, hace nada más veinte años.

Pues despertémonos, que un día vamos a abrir los ojos y encontrar que todas las universidades nos las han convertido en centros de adoctrinamiento político, sin autonomía, y entonces quejémonos por no tener dónde educar a nuestros hijos. Apoyemos las protestas de la Apucv y el movimiento universitario, con sus errores y sus problemas, cuyos dirigentes son mucho más sanos ideológicamente que las tres cuartas partes de los dirigentes políticos venezolanos de los dos lados. Es tal vez la gente menos interesada, más activa y más dedicada que tenemos. No les espera ni una curul en la AN, ni un cargo burocrático, ni tampoco un programa de televisión y su lucha, démonos cuenta de una vez, debería ser la de todos por un país más digno y más culto.

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Darwin Alvarado
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