¡Que Dios nos agarre confesados!

Por cómo andan las cosas políticas en Venezuela, es de esperar que la situación económica se agrave de no haber cambios significativos que alienten un nuevo rumbo.

Ya es de conocimiento público, que los inventarios de petróleo se acumulan como consecuencia de las sanciones impuestas por Estados Unidos; que ni compran el volumen que adquirían antes, ni tampoco les permiten a las compañías privadas que lo hagan. Estas por el temor a las represalias al respecto.

De reducirse la venta de petróleo y; sino se hacen esfuerzos serios para controlar la hiperinflación, la situación económica empeorará debido a la carencia de divisas que permitan cubrir las obligaciones y estimular la actividad productiva, la cual necesita apoyo y garantías de seguridad de sus bienes por parte del Ejecutivo Nacional.

El hecho de que se estén acumulando inventarios y restringiendo la actividad petrolera es un mal presagio para el país, ya que de alguna manera se nos está diciendo que se han reducido los compradores de nuestro principal producto y eso es muy grave porque tendremos menos ingresos para hacerle frente a los compromisos y necesidades crecientes de la población.

Además, existe el temor que la compañía Chevron y las otras empresas norteamericanas que se encuentran en el país produciendo opten por irse motivado al agotamiento de las licencias que les extendió su gobierno; lo que por supuesto, agravaría considerablemente la actual situación. Bajo esas circunstancias, la petrolera venezolana solo produciría para pagar las deudas y enviar el crudo a China, Rusia y Cuba.

El resto, lo que quede, será para producir para el mercado interno, el cual se le combina con las importaciones que vienen de fuera para suplir de gasolina y otros productos al país.

Esta realidad como se podrá imaginar se torna muy compleja para la población, ya que de seguir generando dinero inorgánico se empeorará la hiperinflación y consecuentemente el poder de compra de al menos el 90% de los consumidores venezolanos.

De ahí que cabría especular, que el camino más inmediato será el de negociar, aumentar la producción y venta petrolera, disminuir la hiperinflación, incrementar el poder adquisitivo de la población y alentar la confianza de los potenciales inversionistas extranjeros y venezolanos. De lo contrario, como dice el dicho popular ¡Que Dios nos agarre confesados!