¿Qué ocurre con la Conciencia Organizacional?

El estado de Conciencia en las Empresas hoy

Guillermo Rodríguez – Este creciente deterioro está generando niveles de estrés de alto nivel; al mismo tiempo, su persistencia y prolongación, (Distrés), es causa de deterioro físico y psíquico que merma las fortalezas de los individuos, grupos y equipos.

Se deteriora el capital humano. Se estropea, se daña y hasta se inutiliza en la mayoría de los casos de manera inconsciente, el mayor de los activos de la organización moderna: las personas.
Las organizaciones no encuentran caminos de armonía, para adaptarse a los procesos acelerados de cambio y caen en el desequilibrio, la confusión, el caos o la pérdida de perspectiva que se encuentran asociados a la experiencia de la incertidumbre. La emocionalidad imperante se modifica. En vez de generar espacios expansivos de entusiasmo, se reavivan los temores asociados a la expectativa incierta del devenir. El miedo se convierte así, en fluido paralizante generando frustración que impide la realización de quienes convergen en el mismo espacio laboral.

Las fuerzas provenientes de la singularidad que cada organización representa –por su carácter único e irrepetible- quedan no manifestadas; la creatividad y su hermana la inspiración, son reemplazadas por un sinnúmero de prácticas que desdibujan los hábitos conducentes suplantándolos por hábitos con apariencia conveniente.

Se trastoca la función centrante del ser que se vuelve inconsciente y se adapta la cultura del hacer, perdiendo el mayor de los sentidos: dejamos de ser nosotros mismos.

La pérdida de nuestra esencia en lo que nos toca hacer, produce un profundo dolor; se tiende entonces, a identificar el agente patológico que provoca estas heridas, en el frente externo. Así, la cultura, la competencia, los gobernantes, etc., son los elegidos de turno para justificar, desde fuera, lo que en verdad contiene: sólo componentes intrínsecos. Se vive en el paradigma de la victimización, por los factores incontrolables del quehacer empresario a cambio de la elección de los propósitos que nos vuelven proactivos, protagonistas, de nuestro destino personal y organizacional, que están representados cuando la conexión con el ser, con lo que somos, es total.

Colocando estos ítems en la superficie, despertamos a una nueva conciencia acerca de lo que nos sucede en el recinto del trabajo. Sabemos que los medios externos son condicionantes de enorme peso; sin embargo, no poseen el poder para determinar nuestros propósitos. Aquí aparece la capacidad de “dar respuesta”. Esa capacidad humana que nos eleva por sobre el resto de las especies vivas.

Cabe entonces preguntarnos: ¿es la organización, la empresa, el lugar de trabajo, un espacio creado para experimentar el dolor y/o el sufrimiento? ¿qué factores imperantes vuelcan el destino convirtiendo la adversidad en fortaleza?

La empresa es un espacio convocado para la realización humana. Es sólo bajo estas premisas, que nos alineamos en un propósito común. Así vale la pena hablar de visión compartida; cuando esto ocurre, lo percibimos como sentido abarcativo.

Un sentido que nos proyecta por sobre la mediocridad, despertando la grandeza que subyace en todo ser humano. Un sentido que nos interpele como partícipes, en mayor o menor grado, del destino en que nos sentimos embarcados, un sentido que de validez, si fuere necesario, a ciertos dolores propios de quien se apalanca en la adversidad como sabiduría superadora. Adversidad que nos proyecta, no sólo al crecimiento, sino al desarrollo. Con esta distinción entre ambos conceptos, crecimiento y desarrollo, apreciamos el factor potencial que sólo surge de la conciencia. En realidad, un cambio de conciencia, un cambio que se ha transformado en necesidad, considerando el actual estado de convivencia humana.

No proponemos una mirada de carácter moral, no buscamos focalizar o detectar la sombra, sino la luz que habita en nosotros.

Proponemos potenciar el hacer a través del ser, incorporar la aplicación de la inteligencia espiritual en el trabajo, en el mundo de los negocios o, de modo general, en los espacios organizacionales, donde la creatividad, la innovación, la confianza y la unión, se convierten en los ejes que multiplican el valor patrimonial tangible e intangible.

Fuente: http://metainteligencia.blogspot.com/2009/03/que-ocurre-con-la-conciencia.html