¿Qué pasa entre Venezuela y el MERCOSUR?

Una interpretación, con la cual es difícil estar de acuerdo, tiende a atribuir tanto la génesis como el desarrollo de todo este problema a las críticas recíprocas que se han dispensado recientemente el Senado brasileño y el presidente Chávez. Sin embargo, si bien el carácter folklórico de la política latinoamericana y la hipersensibilidad de algunos políticos regionales pueden ser altas, –y esos hechos pueden tener, en determinadas circunstancias, una incidencia relevante en el decurso de los acontecimientos — somos de la idea de que en el fondo, esos incidencias no hacen sino decantar o poner de relieve, problemas más profundos que subyacen en las relaciones internacionales.

¿Por qué el Senado brasileño no ha aprobado, durante el transcurso del año 2006 y lo que va corrido del 2007, el ingreso de Venezuela al MERCOSUR? ¿Por qué el Presidente Duarte, de Paraguay, ni siquiera había enviado al parlamento, hasta Julio del 2007, el proyecto de acuerdo que aprobaba el ingreso de Venezuela al MERCOSUR.? Es evidente que la respuesta a estas interrogantes no hay que buscarlas en las declaraciones por el cierre de RCTV, ni en el plazo perentorio que el Presidente Chávez les dió, a los parlamentos de Brasil y de Paraguay para que procedieran a la aprobación.

Nos inclinamos más bien a pensar, que las negociaciones sobre los temas más de fondo que dicen en relación con el ingreso de Venezuela al MERCOSUR, no han permitido todavía arribar a acuerdos claros y sustantivos. Más aún, es dable suponer que la discusión sobre los aspectos más de fondo, han puesto de manifiesto la existencia de diferencias gruesas entre los intereses de Venezuela y del resto de los países del MERCOSUR. ¿Cuáles son esos temas de fondo? Hay varios, pero entre los más fundamentales, cabe mencionar, el relativo al cronograma de liberalización arancelaria, el relativo al arancel externo común y el relativo a medidas de salvaguardia.

En lo que dice relación con la liberalización arancelaria y con el arancel externo común, el MERCOSUR ya estableció claramente, en el Protocolo 11, que había un plazo de cuatro años para que Venezuela adoptara los acuerdos y las normas vigentes en su seno. En otras palabras, hay cuatro años máximo para llevar los aranceles a cero y cuatro años como máximo para adoptar el arancel externo común. Es posible discutir y negociar sobre los llamados productos sensibles, que quedarían exceptuados de estos procesos y/o que tendrían plazos más largos para adaptarse a la normativa MERCOSUR. Pero si los productos exceptuados son muchos, y más aún, si son los principales productos agrícolas que componen la oferta exportable brasileña, todo este proyecto de integración pierde atractivo para Brasil. Mal que mal, ya existe plenamente firmado y ratificado por los todos los parlamentos, y en pleno y normal funcionamiento, el Acuerdo de Complementación Económica 59, que conduce al libre comercio entre Venezuela y cada uno de los países miembros del MERCOSUR, sólo que en un plazo un poco más largo que los que hoy se plantea en el seno de este acuerdo subregional.

También, en lo que respecta a los mecanismos de salvaguardia, el ACE 59 los contempla, pero la actual normativa MERCOSUR no. Es decir, en lo que respecta a salvaguardias, la normativa MERCOSUR es más estricta o más restrictiva que la actual y vigente en el contexto del ACE 59.

Las negociaciones entre Venezuela y el MERCOSUR han sido, hasta este momento, sumamente discretas y es poco lo que de ellas ha trascendido a la opinión pública. Es posible, sin embargo, pensar que todas las partes involucradas en estas negociaciones, estén viendo más creciente simpatía el valorar como suficiente el ACE 59, que lleva al libre comercio en un plazo un poco más largo, pero que evita nuevas negociaciones y nuevos riesgos, que no entraña la participación plena de Venezuela en órganos políticos del MERCOSUR, y que no limita a las partes para negociar otros acuerdos comerciales con otros países de la región o de fuera de ella.

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