Rotación Laboral

Gabriela Pedrotti y Eliana Vaquero de la Universidad Andrés Bello (UCAB) de Caracas (Venezuela) han realizado una tesis sobre la rotación laboral de los egresados en Relaciones Industriales.

Hasta ahí la cosa no tiene mayor importancia, porque tesis como esta se leen en las universidades de todo el mundo cada curso, y luego cada investigador busca en cada una lo que le más le conviene para hacer la siguiente, que vuelve a quedar registrada y así sucesivamente. Pero la cosa empezó a tener interés para mí cuando parte de la fundamentación teórica de la que partieron las autoras procedía de un trabajo mío (Absentismo, Rotación y Productividad) que el lector podrá encontrar en esta misma web, junto a los postulados generales sobre conductas de escape, de los maestros de fama mundial.

Me resultó chocante porque ni tan siquiera habían tenido acceso al libro de la Editorial Pirámide (1998) que se había publicado en España, sino al trabajo que envié a ABA de Colombia y poco después olvidé pensando que lo retirarían de la base de datos pasadas unas semanas para poner el siguiente. Reconozco que me llamó la atención que sin conocernos de nada ni tener amigos comunes ni referencias del ningún tipo, Gabriela y Eliana siguieran mi trabajo como una orientación para su investigación.

Me resulta gratificante también, porque yo, que no soy un investigador “profesional” sino tan solo un amateur que ha publicado muy poco y siempre pensando en cómo llevar la teoría a la vida, alguien me preste su atención intelectual.

La cosa me ha hecho pensar de qué va todo esto de la comunidad científica internacional, de sus logros y de sus limitaciones, en un mundo cada vez más complejo. Sé que hay colegas que se vuelven locos por ser “alguien” en este extraño mundillo y cuentan todas las semanas las veces que su apellido es citado y referenciado por otros investigadores en los buscadores especializados, a los cuales, a su vez, seguramente, les pasará lo mismo, y así todo el mundo corre y corre en busca de que su nombre aparezca en todas partes, como si eso significara algo en sí mismo. Como si eso fuera garantía de talento o de que estás a las puertas de la fama mundial.

A los que como a mí estas cosas nos traen al pairo, somos tan simples que pensamos que basta con que una sola vez alguien reciba tu trabajo, para que se justifiquen todos los esfuerzos que hubo que hacer en su día. Me ha parecido tan importante y sublime esta experiencia, que posiblemente esta sea una de las cosas mejores que la ciencia actual está consiguiendo: que investigadores de cualquier parte del mundo se vinculen de forma sencilla y efectiva entre sí en la búsqueda del conocimiento, creando una red invisible, más allá de los juegos de poder de las universidades.

He disfrutado mucho hablando con Gabriela sobre absentismo laboral y me he dado cuenta con cierta perspectiva de lo poco que cambian las cuestiones fundamentales de los grandes problemas sin resolver de la humanidad, con respecto a las últimas aportaciones que se hacen. Pero supongo que ese es el secreto de la vida: el ir y venir constantemente de atrás a delante en busca de la verdad, acumulando lo que los maestros dijeron hace ya tanto tiempo y lo que descubrimos antes de ayer por la tarde.

Por otra parte, la búsqueda y la investigación no ha de estar reservada solo a los grandes gurús de las universidades más distinguidas sino que debe ser como el deporte que todos practicamos a diario. Incluso hay que investigar y crear durante algunas épocas de la vida para abandonar esa actividad hacia otras más prosaicas que tienen que ver con el mantenimiento de la especie, para volver más adelante, si se puede, a desentrañar aquellos misterios que quedaron colgando delante de nosotros y nos quitaban el sueño y la tranquilidad.

A lo mejor la investigación no hay que dejarla exclusivamente en manos de profesionales. A lo mejor necesitamos aficionados geniales que nos digan algo nuevo donde parecía imposible, como aquel chico de bigote negro y pelo revuelto, que en los primeros años del siglo XX trabajando en una empresa de patentes europea le dio por publicar una par de artículos sobre la luz, sin estar siquiera en el mundillo universitario, sin haber pedido permiso a las autoridades competentes por pensar por su cuenta y sin saber donde se metía y a donde arrastraría a los de su tiempo y a los que vendríamos después…

Sirvan estas líneas como reconocimiento a los que sienten la pasión creadora y exploradora en su interior y se lanzan a lo desconocido sin red. Una sociedad evolucionada tendrá necesariamente en su seno a muchos más buscadores que hoy, pero, sobre todo, será capaz de dar cabida a sus descubrimientos. Dispondrán de algo así como de una especie de Ministerio de Aplicación de Nuevos Inventos, que se dedicará al crecimiento humano en todos los campos sociales y a la salud individual, haciendo que los individuos y los grupos apliquen en sus vidas lo mejor que hemos descubierto.

Por último, a los que les pique la curiosidad por saber cómo han investigado y que rayos han descubierto Gabriel y Eliana les exhorto a que bajo ninguna circunstancia lean su magnífico trabajo, que incluimos en este magazine.

Fuente: http://www.rr-hh.com/inicio.asp?maga=/biblioteca/fondo/edim20.htm