Saber escuchar

“Sonría……mañana las cosas van a estar peor.”
Murphy
“Dios nos dió una boca y dos oídos para escuchar lo doble de lo que hablamos»
Refrán árabe
CONSIDERACIONES

Se ha detenido al sorprenderse si realmente tiene la paciencia, tolerancia de saber escuchar, de no alterarse, de estar atento lo que otros quieren expresarnos; de darle la oportunidad de que manifiesten sus inquietudes, de que expresen sus pensamientos, sus opiniones. Se ha preguntado, ¿por qué no lo logra, qué se lo impide?, ¿qué está haciendo al respecto? Recuerde de vez en cuando detenerte, para darle espacio a la otra persona de expresar sus ideas o hacer sus comentarios.

Lo cierto es, que se ha escrito que escuchar significa atender totalmente a la persona que nos habla, sin interrumpirla, sin juzgarla o criticarla… Implica muchas veces, dejar lo que estamos haciendo para prestarle un poco de atención. Cuántas veces le hablas a tu pareja de algo importante, mientras él o ella están viendo televisión o leyendo el periódico… te contestan mecánicamente; tú le dices que no te presta atención y te responde casi literalmente tu frase final… ¿Cómo te sientes?

Estoy seguro que lo que te gustaría es, que apagara el televisor, o cerrara el periódico y te prestara atención… Cuando nos escuchan, nos sentimos queridos e importantes; además, muchas veces ocurre que después de contarle nuestra historia a un buen amigo, como por arte de magia, alcanzamos la claridad que nos permite reconocer la salida o la solución y, todo esto, sin que nuestro amigo haya abierto la boca para darnos su sabio consejo. Así, funciona la magia de escucharnos y apoyarnos en todo momento. Prestar atención al escuchar, es un gesto de amor.

También se ha comentado, que es increíble, que uno paga a los terapeutas una buena cantidad de dinero, sólo para que nos escuchen, y es un desahogo tan grande, encontrar a alguien que tenga la paciencia y el interés legitimo de escucharnos.

Qué virtuosas y apreciadas son aquellas personas que saben escuchar y aplican este refrán árabe: “Dios nos dio una boca y dos oídos para escuchar lo doble de lo que hablamos” y que, por supuesto, son más respetadas que aquellas que no paramos de hablar y que, materialmente, nos tienen que «asaltar» para que dejemos a otros también compartir sus ideas.

Se comenta que otra manifestación de esta mala costumbre es la de aplicar el «Yo, Yo, Yo», que tanto molesta a los demás por usarnos excesivamente en primera persona; en vez de dejar que los demás compartan sus experiencias; además parece que tuviéramos la obligación de saber de cualquier tema, cuando sería más sano el decir abiertamente:”mira, de eso no tengo ni la más peregrina de las ideas”.

Definitivamente, nos indica un profesor mexicano, que desarrollar esa virtud de escuchar sin interrumpir a los que nos requieren, representa la ocasión más valiosa que tenemos para no abrir la boca y sacar, sin reflexión, una cantidad industrial de conceptos, ideas, opiniones; y, en general, frases sin sentido y quizás hasta una sarta de «tonterías «, que no vienen al caso, pero que nos salen de la boca automáticamente.

Maytte nos recuerda, además, que tomemos muy en cuenta que el saber escuchar provoca errores y la mayoría de nuestros conflictos personales. El mal oyente reclama la atención de quien habla, piensa en lo que dirá, entretanto; interrumpe para controlar la conversación y generalmente se aferra a sus opiniones…

Considérese, que algunos de los obstáculos de la comunicación son: Un ambiente lleno de ruido donde se nos dificulta hablar y escuchar a la otra persona; los prejuicios, las ideas y la actitud que tenemos con respecto a nuestras diferencias con los demás; el status, porque atendemos a aquellas personas que nos parecen más importantes y preparadas que otras; el pensar sólo en la satisfacción de nuestros propios intereses; el ruido interior que nos impide prestar atención al mensaje o a la persona que nos habla.

Para ser un buen oyente, tenemos que dejar de lado nuestros propios asuntos y escuchar a la persona con un interés genuino, que nos permita comprender su historia. Un buen oyente no es la persona que analiza las palabras y su significado conceptualmente, sino el que logra que la persona que habla se sienta apreciada y motivada a expresar sus ideas y sentimientos.

ALGUNAS SUGERENCIAS
Maytte, nos proporciona algunas sugerencias en pro de cultivar el saber escuchar a saber:

– GUARDA SILENCIO. Mientras la otra persona te habla, mantén un silencio respetuoso y atento. Si te es posible, mírale a los ojos, de esta manera sentirá que le atiendes y que te interesas por sus ideas o vivencias. Evita interrumpirlo para opinar o criticarlo con ligereza. Espera hasta que haya finalizado para compartir con él, tus comentarios.

– MUÉSTRATE INTERESADO. Puedes hacer gestos afirmativos mientras te habla para mostrar que estás siguiendo la conversación. También puedes usar frases afirmativas, como: “Entiendo como te sientes”, “Estoy seguro que harás lo mejor”; estas sirven para darle confianza a nuestro interlocutor y, al mismo tiempo, muestran nuestro interés en su historia y el deseo sincero de apoyarlo.

– RESUMIR LA CONVERSACIÓN. Asegúrate que la persona terminó de hablar preguntándole: ¿Ya terminaste?, ¿Quieres decirme algo más? Y luego, hazle un resumen de sus ideas para asegurar la claridad de la comunicación y tu comprensión de su historia. Además, así le haces saber a tu interlocutor, que estas esforzándote por comprenderlo.

– APAGA TU MENTE. Mientras escuchas a la otra persona, deja de pensar en que tus ideas, planteamientos o decisiones son mejores. Concéntrate en el deseo de comprender qué siente, cómo piensa, qué sabe y qué puede aportar a tu vida en este momento. Muéstrate abierto a los puntos de vista de los demás, sin juzgarlos y sin anticiparte a lo que la otra persona va a decir.

Concretamente, en la medida que sepas escuchar notarás como, lo que otros expresan, le ayudan a uno descubrir nuestras imperfecciones y, lo que es más relevante, a sorprendernos qué tanto hemos crecido. No lo descuide.

Dirección-E: www.camova.com