Se cumplen 406 años de la publicación de Don Quijote

Publicada el 16 de enero de 1605, El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, conocida popularmente como Don Quijote de la Mancha, la novela de Miguel de Cervantes Saavedra, es la mayor obra de la literatura hispana y una de las más destacadas de la literatura universal, pues con este libro inicia la novela moderna.

Son múltiples las interpretaciones que cada época ha hecho del Quijote…, se han escrito cientos de teorías al respecto, desde los más distintos abordajes, además ha dado pie a cientos de obras artísticas desde más libros, pinturas, esculturas, dibujos y caricaturas, hasta óperas y películas.

Las prodigiosas aventuras de Don Quijote y de su escudero Sancho Panza, a 406 años de su nacimiento, siguen dando de qué hablar tanto en el mundo académico como en la cultura popular y de masas.

Miguel de Cervantes fue, también, el creador de la novela polifónica, también utiliza algunas técnicas como la recapitulación, el contrapunto y el contraste mediante el diálogo. Este tipo de novela incluye a otros géneros como la pastoril, la picaresca y la caballería, entre otros. Sin embargo, Cervantes utiliza este recurso para hacer una sátira de la literatura de su época y de los prejuicios sociales en boga.

También Miguel de Cervantes, dueño de un corrosivo sentido del humor y una poderosa imaginación, plantea que un tal Alonso Quijano, hidalgo pobre, “enloquece” de tanto leer novelas de caballería (los best sellers de la época) y se autonombra caballero Don Quijote, que cuida de una dama destinataria de sus hazañas: Dulcinea del Toboso, además busca “desfacer agravios” y ayudar a los desfavorecidos y desventurados.

El Autor.

Miguel de Cervantes nació en 1547 en Alcalá de Henares, España. Su vida tuvo muchos conflictos, pasó su adolescencia en varias ciudades españolas y con poco más de veinte años se fue a Roma al servicio del cardenal Acquaviva. Recorrió Italia, se enroló en la Armada española y en 1571 participó con heroísmo en la batalla de Lepanto, solía llamarla “la batalla naval”, donde comenzó el declive del poderío turco en el Mediterráneo. Allí Cervantes resultó herido y perdió el movimiento del brazo izquierdo, por lo que fue llamado el Manco de Lepanto.

En 1575, cuando regresaba a España, los corsarios le apresaron y lo llevaron a Argel donde estuvo cautivo durante cinco años. Cuando fue liberado regresó a Madrid donde encontró a su familia en ruinas, ejerció el oficio de recaudador de provisiones para la armada invencible y recaudador de impuestos, tuvo problemas con la justicia y fue encarcelado. En 1605 publicó la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, en Madrid, lo que le acarreó algún prestigio mediante el cultivo de lo que llamó “una escritura desatada” en la que el artista podía mostrarse “épico, lírico, trágico, cómico” en el crisol genuino de la parodia de todos los géneros. La segunda parte no aparece hasta 1615: El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.

Ambas obras le ganan un puesto en la historia de la literatura universal y convierten a su autor, junto con Dante Alighieri, William Shakespeare, Michel de Montaigne y Goethe en un autor canónico de la literatura occidental.

Entre las dos partes de Don Quijote, aparecen en 1613 las Novelas ejemplares, un conjunto de doce narraciones breves, compuestas algunas de ellas muchos años antes.

Aventuras reales-imaginarias.

Cervantes era un hidalgo (“hijo de algo”), al igual que don Quijote, en cambio Don Quijote era un hidalgo viejo y empobrecido (Quijana o Quesada), que soñaba con ser un caballero andante y salir a buscar aventuras junto a su caballo Rocinante y su amigo Sancho Panza con su asno.

El personaje sale al mundo como “caballero” a defender el bien y se da nombre para su vida “libresca”: Don Quijote de la Mancha. Se imagina una dama destinataria de sus hazañas: Dulcinea del Toboso, a partir de una moza que él ya conocía (Aldonza Lorenzo).

El contraste entre lo real y lo imaginario-literario lleva a Don Quijote al fracaso en la mayoría de sus hazañas. Por otra parte, hay personajes que lo rescatan y lo llevan de regreso. Sin embargo Don Quijote se las ingenia para volver a salir. Finalmente, el personaje “recuperado entra en razones y muere”.
Don Quijote es un modelo de aspiración a un ideal ético y estético de vida. Se hace caballero andante para defender la justicia en el mundo y desde el principio aspira a ser personaje literario. En fin, quiere hacer el bien y vivir la vida como una obra de arte. Se propone acometer “todo aquello que pueda hacer perfecto y famoso a un andante caballero”. Por eso imita los modelos, entre los cuales el primero es Amadís de Gaula, a quien Don Quijote imita en la penitencia de Sierra Morena. Como en la segunda parte don Quijote ya es personaje literario —protagonista de la primera—, en su tercera salida busca sobre todo el reconocimiento.

“Don Quijote actúa como un paranoico enloquecido por los libros de caballerías, como un juego codificado en la ficción según unas reglas que el caballero respeta siempre. Entrega su vida a un ideal sublime y se estrella contra la realidad porque los demás no cumplen las reglas del juego. Don Quijote finge estar loco y decide jugar a caballero andante. Y la misma libertad que Cervantes reclamó para sí como creador se la concedió en idéntico grado a Don Quijote, el primer personaje auténticamente libre de la literatura universal”, asegura el crítico Eduardo Ruiz Barlett.

Aclara que los “fingimientos” (engaños) de Cervantes era hacer parecer que el Quijote era un libro de caballería, en el cual el autor le inventó sonetos y poesías escritos, supuestamente, por personajes importantes de su época. Cervantes se burlaba de otros libros de caballería y de caballeros mediante el Quijote. Otro fingimiento de Cervantes es el título que le puso al libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, acá el autor finge (aparenta) a un hidalgo llamarlo “ingenioso” y “don”, lo cual es falso porque estos términos sólo los podían usar los miembros de la clase alta, o sea el clero, los hombres que tenían riquezas y poder que es lo que no tenía Don Quijote.

Nacimiento de un clásico.

Placa en el número 87 de la calle Atocha de Madrid colocada con motivo del tercer centenario de El Quijote. El texto dice: “Aquí estuvo la imprenta donde se hizo en 1604 la edición príncipe de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha compuesta por Miguel de Cervantes Saavedra, publicada en mayo de 1605. Conmemoración MDCCCCV”.

La primera parte se imprimió en Madrid, en casa de Juan de la Cuesta, a finales de 1604. Salió a la venta en enero de 1605 con numerosas erratas, por culpa de la celeridad que imponía el contrato de edición.

Esta edición se reimprimió en el mismo año y en el mismo taller, de forma que hay en realidad dos ediciones de 1605 ligeramente distintas. Se sospecha, sin embargo, que existió una novela más corta, que sería una de sus futuras Novelas ejemplares.

La inspiración de Cervantes para componer esta obra vino, al parecer, del llamado Entremés de los romances, que era de fecha anterior (aunque esto es discutido).

La primera parte, en que se alargaba la previa “novela ejemplar”, se repartió en cuatro volúmenes.
Conoció un éxito formidable y fue traducida a todas las lenguas cultas de Europa. Sin embargo, no supuso un gran beneficio económico para el autor a causa de las ediciones piratas. Cervantes sólo reservó privilegio de impresión para el reino de Castilla, con lo que los reinos aledaños imprimieron Don Quijote más baratos que luego venderían en Castilla.

Otro tropiezo fue que, en 1614, salió una segunda parte apócrifa de la obra bajo el nombre de Alonso Fernández de Avellaneda, donde en el prólogo se ofende gravemente a Cervantes tachándole de envidioso, en respuesta las supuestas burlas de éste a Lope de Vega. La segunda parte de El Quijote aparece en 1615, y en ella Cervantes jugaría con el hecho de que el protagonista en su obra se entera de que existía un suplantador.

En la placa en el número 7 de la calle San Eugenio de Madrid colocada en 1905. El texto dice: «”n el solar que ocupa esta casa estuvo en el siglo XVII la imprenta de Juan de la Cuesta donde se hizo en 1615 la edición príncipe de la segunda parte de El Ingenioso Caballero D. Quijote de la Mancha escrita por Miguel de Cervantes Saavedra. Conmemoración en 1905”.

En el prólogo, Cervantes se defiende irónicamente de las acusaciones del lopista Avellaneda y se lamenta de la dificultad del arte de novelar. En la novela se juega con diversos planos de la realidad al incluir, dentro de ella, la edición de la primera parte de Don Quijote y, posteriormente, la de la apócrifa Segunda parte, que los personajes han leído.

La obra empieza con el renovado propósito de Don Quijote de volver a las andadas y sus preparativos para ello. Promete una ínsula a su escudero a cambio de su compañía. Ínsula que le otorgan unos duques interesados en burlarse del escudero con el nombre de Barataria. Sancho demuestra tanto su inteligencia en el gobierno de la ínsula como su carácter pacífico y sencillo, entre otros episodios.

Al final Don Quijote retorna, al fin, a la cordura. Enferma y muere de pena entre la compasión y las lágrimas de todos. Mientras se narra la historia, tienen lugar las divertidas y amenas conversaciones entre caballero y escudero, en las que se percibe cómo Don Quijote va perdiendo sus ideales progresivamente, influido por Sancho Panza. Va transformándose también su autodenominación, pasando de Caballero de la Triste Figura al Caballero de Los Leones.

Variadas interpretaciones.

Don Quijote ha sufrido, como cualquier obra clásica, todo tipo de interpretaciones y críticas. Miguel de Cervantes proporcionó en 1615, por boca de Sancho, el primer informe sobre la impresión de los lectores, entre los que “hay diferentes opiniones: unos dicen: “loco, pero gracioso”; otros, “valiente, pero desgraciado”; otros, “cortés, pero impertinente” (capítulo II de la segunda parte)”.

Toda Europa leyó Don Quijote como una sátira. Los ingleses, desde 1612 en la traducción de Thomas Shelton. Los franceses, desde 1614 gracias a la versión de César Oudin, aunque en 1608 ya se había traducido el relato “El curioso impertinente”. Los italianos desde 1622, los alemanes desde 1648 y los holandeses desde 1657, en la primera edición ilustrada. La comicidad de las situaciones prevalecía sobre la sensatez de muchos parlamentos.

La interpretación dominante en el siglo XVIII fue la didáctica: el libro era una sátira de diversos defectos de la sociedad. La Ilustración se empeñó en realizar las primeras ediciones críticas de la obra, la más sobresaliente de las cuales no fue precisamente obra de españoles, sino de ingleses: la magnífica de John Bowle, que avergonzó a todos los españoles que presumían de cervantistas. El idealismo neoclásico hizo a muchos señalar numerosos defectos en la obra, en especial, atentados contra el buen gusto, como hizo Valentín de Foronda; pero también contra la ortodoxia del buen estilo. El neoclásico Diego Clemencín destacó de manera muy especial en esta faceta en el siglo XIX.

Pronto empezaron a llegar las lecturas profundas, graves y esotéricas. Una de las más interesantes y aún poco estudiada es la que afirma, por ejemplo, que Don Quijote es una parodia de la Autobiografía escrita por San Ignacio de Loyola, que circulaba manuscrita y que los jesuitas intentaron ocultar.

El intrépido Lord Byron, sostenía que Don Quijote había asestado con una sonrisa un golpe mortal a la caballería en España. A esas alturas, por suerte, Henry Fielding, el padre de Tom Jones, ya había convertido a Don Quijote en un símbolo de la nobleza y en modelo admirable de ironía narrativa y censura de costumbres sociales. La mejor interpretación dieciochesca de Don Quijote la ofrece la narrativa inglesa de aquel siglo, que es, al mismo tiempo, el de la entronización de la obra como ejemplo de neoclasicismo estético, equilibrado y natural.

El Romanticismo alemán trató de descifrar el significado verdadero de la obra. Friedrich von Schlegel asignó a Don Quijote el rango de precursora culminación del arte romántico en su Diálogo sobre la poesía de 1800 (honor compartido con el Hamlet de Shakespeare). Los románticos alemanes (Schelling, Jean Paul, Ludwig Tieck…) vieron en la obra la imagen del heroísmo patético. El poeta Heinrich Heine contó en 1837, en el lúcido prólogo a la traducción alemana de ese año, que había leído Don Quijote con afligida seriedad en un rincón del jardín Palatino de Dusseldorf, apartado en la avenida de los Suspiros, conmovido y melancólico. Por su parte los filósofos Hegel y Arthur Schopenhauer proyectaron en los personajes cervantinos sus preocupaciones metafísicas.

Muchos autores se ocuparon, a lo largo de los siglos de esta singular obra, entre los más notables figuran el poeta inglés Samuel Taylor Coleridge; el poeta Rubén Darío, el poeta y dramaturgo francés Alfred de Vigny, el novelista ruso Iván Turgénev, el poeta W. H. Auden, los escritores rusos Gógol, Pushkin y Tolstoi. En el siglo, se interesaron en la novela desde Kafka y Jorge Luis Borges hasta Milan Kundera, Thomas Mann y Vladimir Nabokov.

En Hispanoamérica, Francisco Rodríguez Marín descubrió que la mayor parte de la primera edición de Don Quijote había ido a parar a las Indias. Otros autores de nuestro ámbito cultural que se han entregado al Quijote con José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), el ensayista ecuatoriano Juan Montalvo (1832-1889), y el cubano Luis Otero y Pimentel. También el ensayista canónico José Enrique Rodó y Simón Bolívar, además del escritor merideño Tulio Febres Cordero, el chileno José Echeverría y Rubén Darío. El costarricense Carlos Gagini, el cubano Enrique José Varona, el poeta argentino Evaristo Carriego, los igualmente argentinos Alberto Gerchunoff (1884-1950) y Manuel Mújica Láinez (1910-1984). Ya en el siglo XX, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier y Gabriel García Márquez, hallaron inspiración en el Caballero de la Triste Figura.

JLB México / Distrito Federal

Fuente: Prensa Conaculta

http://www.arteenlared.com/latinoamerica/mexico/se-cumplen-406-anos-de-la-publicacion-de-don-quijote-la-piedra-de-toque-de-la-novela-en-lengua-hispana.html