Se exporta poco, pero mucho

Con las exportaciones no petroleras venezolanas pasa una cosa interesante y singular. Todo el mundo sabe que – además de petróleo – el país exporta una buena cantidad de petroquímicos, de fierro y sus manufacturas, de aluminio y sus manufacturas y algo de cacao y de ron.

Pero las exportaciones no petroleras de Venezuela son mucho más que todo eso.

Veamos. El arancel de aduanas se divide en 97 capítulos, en los cuales se incluyen prácticamente todos los bienes imaginables que pueden ser objeto de comercio internacional. En el año 2015 Venezuela exportó bienes que se ubicaban en 90 de esos 97 capítulos. Los capítulos en los cuales no se presentaron exportaciones son capítulos tales como armas y municiones, pólvora, seda, estaño, que por circunstancias naturales o institucionales son difíciles que estén presentes entre
las exportaciones venezolanas. Pero se exportaron, en la práctica, una gran variedad de bienes. Casi de todo. Desde sombreros, objetos de arte, cerámicas o  productos farmacéuticos, pasando por  calzado o paraguas. Obviamente, hay algunas de esas partidas o subpartidas en las cuales las exportaciones son muy modestas, tal como sucede con el cinc y sus manufacturas – capítulo 79- de lo cual solo se presentan, en el año mencionado, exportaciones por un monto de mil dólares.

Pero hay también capítulos como el  29 – relativo a productos de la química orgánica- que es el que concentra la mayor cantidad de exportaciones no petroleras,  en que encontramos 49 bienes distintos que se enviaron en el año 2015 a los mercados externos, identificados cada uno de esos bienes con seis dígitos del código arancelario. Cada uno de esos códigos se puede a su vez abrir y descomponer en varios otros productos, componentes todos de una misma familia, dando origen
a productos identificados con 8 o con 10 dígitos.

Entre esos dos capítulos ubicados en los extremos de las exportaciones venezolanas encontramos el capítulo 41, con exportaciones de pieles por 36 millones de dólares; el capítulo 78, referido a plomo y sus manufacturas, en el cual se agrupan exportaciones por un  total de 22 millones de dólares;  el capítulo 74, relativo al cobre y sus manufacturas se exportan 8 millones de dólares; el níquel y sus manufacturas, que se ubica en el capítulo 75, presenta exportaciones por 1.2 millones de dólares; en el capítulo 92, donde se agrupan los instrumentos musicales, se presentan exportaciones por 200 mil dólares; y plumas y plumones, agrupados en el capítulo 67, se venden
en el extranjero por un monto de 7 mil dólares.

Esta situación de elevada dispersión y heterogeneidad exportadora no es nueva. Esta misma característica se puso de relieve en un completo diagnóstico que se hizo en el año pasado, en la Asociación Venezolana de Exportadores, AVEX, sobre las exportaciones venezolanas en el
período 1990 – 2013, en el cual se puso de relieve esa presencia de pequeñas exportaciones de muchos bienes diferentes. Más aun, se puso en evidencia que esas partidas se mantenían en el tiempo, por cinco o más años, y no eran, por lo tanto, exportaciones circunstanciales que
entraban y salían rápidamente de la canasta exportadora del país.

Si tomamos todos los productos codificados  con seis dígitos arancelarios, es posible identificar una  cantidad cercana a los 2.000 productos diferentes que se exportaron en el año 2015.  El producto que representó la menor cantidad en dólares fueron los camisones y pijamas, de los cuales se exportaron mil dólares. El de mayor significación cuantitativa fue el metanol alcohol metílico, del cual se exportaron 408 millones de dólares.

Toda esta situación tiene una gran importancia si se piensa en el posible despegue de las exportaciones no petroleras. La situación descrita implica que hay cientos de empresarios que de alguna forma, sin apoyos oficiales – casi se podría decir venciendo las trabas oficiales – lograron colocar algunas pequeñas partidas de muchos productos, en mercados extranjeros. Para ello hay que tener y manejar contactos comerciales con el exterior y hay que tener precios y calidades que sean competitivos. En ese número alto de empresarios y de productos vinculados al comercio exterior el país tiene un capital que podría perfectamente multiplicarse si hubieran políticas claras que estimulen el sector exportador.

Todo lo que se diga respecto a que hay que dejar atrás el modelo rentista petrolero es pura demagogia si no hay políticas claras, sensatas, sistemáticas  y sostenidas, para promover exportaciones no petroleras. Si el país quiere dejar de vivir de la renta petrolera debe generar una fuente alternativa de ingresos en divisas, pues sin divisas no se puede ser exitoso en el contexto de la economía internacional contemporánea, y ni siquiera se puede ser viable como estado o como país.

Y en materia de exportaciones no petroleras hay dos posibilidades: o se inventan y se desarrollan otros productos, desconocidos hasta ahora en el comercio exterior venezolano – lo cual no es una alternativa totalmente descabellada – o se busca en aquellos heroicos productos que han logrado vencer las dificultades del presente y mantener modestas presencias en el mercado internacional, y se potencia de su seno aquellos productos en que el país puede desarrollar una mayor
competitividad.