Se juramentó y, ahora: ¿la economía qué?

Nada de que sorprendernos cuando se gobierna haciendo caso omiso a todo ordenamiento legal e institucional.

Nicolás Maduro prestó juramento ante el Tribunal Supremo de Justicia como Presidente de la República, a pesar de la oposición de casi todos los países de América, de los miembros de la Unión Europea y otras naciones del mundo, en razón de desconocer las elecciones del 20 de mayo pasado calificándolas de irritas y fraudulentas.

Sin embargo, maduro tomó el juramento de Ley.

Resulta un lugar común ya, señalar que atravesamos la más cruenta crisis desde tiempo de la Guerra Federal acaecida entre 1859-1863.

En situaciones de severa crisis, siempre se elige a un candidato que represente una real alternativa ante el partido o candidato que la generó. Púes en Venezuela, esta vez no fue así. Ciertamente la crisis viene desde inicios de la década de los 80 del siglo pasado, Chávez la profundizó y Maduro la elevó a la «n» potencia. Y ahora, Nicolás se «elige» mediante un proceso electoral viciado y promete resolver lo que infructuosamente desde el 2012 no ha podido, antes, por el contrario, ha profundizado al término de llevar al país a una crisis humanitaria de proporciones dantescas.

Nos interesa reflexionar sobre lo que desde el punto de vista económico el país confrontará en los próximos meses.

En diciembre del 2017 los venezolanos coincidimos que concluía el peor año de nuestra historia contemporánea. La inflación, por citar un solo dato, fue de 2.660 %

Este diciembre que recién concluyó coincidimos que, de lejos, es el más duro en los últimos 100 años. La inflación según la medición de la AN fue de 1.698.000 %

La diferencia entre el 2019 y los dos años anteriores es que mucho antes que concluya todos estaremos de acuerdo que, por mucho, será el más grave vivido en el país en tiempo de paz. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial proyectan que la inflación será de 10.000.000 %, por citar, de nuevo el dato que mejor retrata nuestra tragedia, que ha decir verdad, según mi modesta opinión está subestimado, que líneas más abajo nos explicamos.

Veamos 4 de las más poderosas razones por las cuales la economía pinta tan feo para el año que corre.

Entre julio-agosto próximo, si PDVSA continúa reduciendo su producción al ritmo observado en 2018 y, hay muy poderosas razones para creer que será así, solo exportaremos unos pocos miles de barriles diarios de petróleo que provean dólares efectivos. Estamos diciendo que al final de este semestre que corre podríamos solo producir petróleo para cancelar a China y Rusia las deudas irresponsablemente contraídas -las cuales se convino pagar con petróleo-; unos 250 kdb para consumo interno, quedando un irrisorio  excedente generador de caja, cantidad que dependerá de la magnitud de la caída de la producción en el lapso que estamos considerando.

Por lo cual contaremos para importar comida, gasolina,  diluentes para ligar el petróleo pesado de la faja, medicinas y, demás, prácticamente con las exiguas reservas internacionales en posesión del Banco Central, situadas hoy en unos $ 8.500 millones, de las cuales menos del 10% son liquidas, es decir, dólares corrientes; además, de unos muy pocos dólares provenientes de la disminuida producción de hidrocarburos, -especialistas en el tema estiman que el promedio de producción total para 2019 se ubicará entre 800-900 kbd-, las remesas de los venezolanos en el exterior y los que provean las  explotaciones del Arco Minero. Sin duda alguna dispondremos de una cantidad muy inferior al total de divisas que dispusimos el año pasado, que bien sabemos representaron una cantidad muy inferior al requerido.

En ese muy probable escenario el gobierno contaría con las desagradables opciones de: 1) incumplir o renegociar sus compromisos con China y Rusia; 2) reducir sensiblemente todo tipo de importaciones, desde un nivel ya socialmente intolerable dado lo elevado de la escasez de lo más básico y; 3) redoblar su política de terror y represión ante la ola de protesta social que se generará; claro está también una perversa combinación de ellas, que es probablemente lo que sucederá.

Dado que el descenso en la producción de PDVSA está asociado a un estructural déficit en su flujo de caja, a la pérdida de una parte considerable de su capital humano mejor preparado y a la obsolescencia de sus equipos y recursos tecnológicos, el declive de sus niveles de producción es inevitable. La cuestión a debatir es en cuanto se ubicará el reducido nivel de exportación que le generará dólares efectivos al país. ¡Valla discusión!

En el año que recién concluyo PDVSA disminuyó cada mes su producción en unos 54.000 bpd, por lo cual el nivel de producción bajo de 1.750.000 a 1.100.000 bpd en números gruesos, de acuerdo a información que el gobierno le suministra a la OPEP. Luego, el seguro descenso que también se observará este año tendrá severas consecuencias.

Las importaciones totales de bienes y servicios se ubicaron en unos $ 12.300 MM- estimaciones privadas-, cayendo 81% respecto a 2012, pues bien se proyecta que éste año podrían caer entre 25-30% en relación al 2018 situándolas en el precario nivel de $ 8.610 y $ 318 per cápita, apenas el 13,3% del monto observado hace 7 años.

Correlacionado al tema petrolero existen otros graves desequilibrios económicos donde destaca la continuación del devastador proceso hiperinflacionario.

Ya señalamos la proyección del FMI para el 2019. Al respecto preciso lo siguiente:

1) Entre 2017 y 2016 los precios se multiplicaron por un factor de 5 al pasar de 535% a 2.616%, respectivamente.

2) Entre 2018 y 2017 el índice de precios se multiplico por un factor de 649, al pasar de 2.616% a 1.698.000; es decir, la variación fue de 64.808 %

3) Cuando el FMI proyecta una inflación de 10.000.000 %, está aduciendo que los precios solo se multiplicaran por un factor de 6; presume que la variación será tan solo de 488 %, en otras palabras, el Fondo Monetario asume que los precios en el país, aun cuando aumentarán, sufrirán una muy significativa desaceleración en su carrera ascendente.

La pregunta es: ¿esa hipótesis, o mejor, esa proyección econométrica es coherente con la caída aguda en la producción petrolera, descenso en un tercio en sus importaciones, profundización del default con todas las implicaciones que tiene, mayor enrarecimiento del clima político interno y constituyendo la emisión inorgánica de dinero la principal fuente de financiación pública? Resulta obvio que no.

Lo que trato de decir, es que todo indica que la inflación será mayor a los 10 millones que estima el FMI, para desgracia de los venezolanos. Por cierto, recordemos que el FMI en abril del 2018 estimó que la inflación seria de 13.000 %; en junio la reestimo en 1.000.000 %, y para inicios del último trimestre indicó que rondaría 1.350.000. Terminó en 1,7 millones %. Me temo que este 2019 pasará algo parecido.

El default ya explícito de nuestra deuda financiera y el comportamiento del dólar en el mercado no regulado, son las otras variables de importancia a considerar.

Sobre el tema del default, dado que la República tiene ya atrasos relativos al pago de su deuda financiera externa por un monto equivalente a $ 7.500 millones, pues se espera la activación formal de muchos juicios por parte de los acreedores, lo cual pondrá en severos riesgos activos nacionales ubicados en el exterior, así como crudos exportados por PDVSA una vez surquen aguas internacionales. Es de destacar que los pagos correspondientes a deudas que el gobierno y PDVSA no hicieron en el 2018 permitieron realizar importaciones que en mucho ayudaron a paliar los graves niveles de desabastecimiento. Este año, podríamos recoger los vidrios rotos de tales acciones en forma de demandas y embargos de parte de nuestros activos.

Y en relación al dólar en el mercado paralelo, el precio realmente marcador en nuestra economía, púes, sin duda que seguirá depreciándose, esencialmente, por las siguientes razones:

1)  Entre el 01/01/2017 y hoy – 11/01/2019, el $ en el mercado no regulado se ha encarecido en término de la moneda nacional, expresándose  en una depreciación del BsS equivalente a 74.000 %.

2) La tasa de inflación el año que recién finalizó ya señalamos se acercó a 1,7 millones por ciento.

3) Significa que los precios internos crecieron 23 veces más que la tasa de depreciación del BsS/$ no regulado. Ese desequilibrio no es sostenible en el tiempo. Ambas variables están altamente correlacionadas por lo que, si no bajan los precios, que no van a bajar, pues necesariamente, la tasa de cambio debe incrementarse buscando el equilibrio. ¡Así funciona la economía! De modo, que la tasa de depreciación del  BsS/$ no regulado continuará, inexorablemente, su marcha ascendente.

En conclusión: el ciclo político continua según el guion pautado por quienes ejercen el control de las instituciones, pero la economía, la terca economía, cual estrofa de una canción de un popular cantante español de los 80 del siglo pasado, «da tumbos y pasos agigantados hacia atrás». Por cierto, ese desencuentro tampoco es sostenible en el tiempo. En algún momento, el río cogerá su cauce.