¿Se puede viajar con alimentos en la maleta?

Con el inicio de las vacaciones aumentan los viajes a países extranjeros. Hace unos años, esta práctica estaba asociada con la entrada de productos animales, como carne y leche, que se traían en la maleta desde el lugar de destino. Los expertos, sin embargo, han relacionado este hábito con un mayor riesgo de transmisión de enfermedades animales entre distintos países. Con el fin de poner freno a esta realidad, y disminuir posibles riesgos sobre la salud del ganado y de las personas, la Unión Europea ha implantado nuevas medidas comunitarias en las que se restringen estos movimientos y se destaca el papel que juegan los viajeros en la prevención de enfermedades.

Desde el pasado 1 de mayo, quienes vayan de vacaciones o visiten un país fuera de la UE deben tener en cuenta una serie de medidas legislativas sobre la introducción de productos procedentes de animales. En ellas se recogen cuáles son los principales riesgos de llevar a cabo esta práctica y se fijan los requisitos específicos para carne, leche, productos de pesca y otros alimentos como la miel. Llevarse en la maleta, de regreso a casa, estos alimentos procedentes de terceros países (los que no forman parte de la UE) puede llevar implícitos algunos riesgos de sanidad animal y, por extensión, de sanidad humana.

Las investigaciones realizadas hasta el momento han puesto en evidencia que ciertos patógenos, como los causantes de la fiebre aftosa, pueden permanecer en carne, leche o productos derivados. De ahí que la nueva regulación siga el lema de la UE en materia de sanidad animal, «prevenir es mejor que curar».

Medidas específicas

Los productos de origen animal pueden contener agentes patógenos responsables de enfermedades infecciosas. La política comunitaria es muy clara en cuestión de sanidad y bienestar animal: importar para uso personal o para regalar cualquier tipo de producto cárnico o lácteo dentro de la UE, y procedente de un tercer país, es ilegal. Resulta fundamental el control de las importaciones de alimentos para proteger la salud de los animales, y por extensión de las personas, contra enfermedades que pueden no existir en el lugar de origen.

Minimizar este riesgo se puede conseguir si se restringe la entrada de productos animales, excepto en cantidades inferiores a 10 kilos por persona que procedan de Croacia, Islas Feroe (situadas entre Escocia e Irlanda), Groenlandia, Islandia, Andorra, Liechtenstein, San Marino y Suiza. Estos países han firmado acuerdos específicos con la UE. En el caso de Croacia, está considerada una zona de «riesgo mínimo para la salud animal», según fija el nuevo reglamento. Sin embargo, no deben menospreciarse los brotes de peste porcina clásica detectados allí y que han obligado a extremar las medidas.

Constituyen otra excepción los productos infantiles, como leche en polvo, y los alimentos para animales domésticos cuya utilización esté justificada por razones médicas, siempre que no excedan los dos kilos, no requieran refrigeración, vayan empaquetados y el envoltorio no haya sufrido ningún golpe ni rasgadura.

Otro de los grupos de alimentos que contempla el nuevo reglamento son los productos de pesca, entre los que se incluyen algunos crustáceos como gambas, langostas y ostras muertas. La entrada está permitida sólo si el pescado fresco está eviscerado y no se superan los 20 kilos por persona. Algunos productos como la miel, las ostras vivas o los caracoles pueden entrar si no pasan los dos kilos. Cuando superen las cantidades impuestas, las partidas deben acompañarse de un certificado veterinario oficial de la UE y de toda la documentación relativa a la mercancía.

Están exentos de estas condiciones productos como el pan, galletas, chocolate, aceitunas rellenas de pescado, pasta y fideos que no estén mezclados ni rellenos de carne. También cualquier otro que no tenga carne o lácteos frescos o procesados, o bien menos de un 50% de huevos procesados o productos pesqueros.

El control en las fronteras

De nada servirían todas estas medidas si en las fronteras, las zonas de tránsito de viajeros y mercancías, no se aplicaran los controles necesarios. En ellas se realizan inspecciones para detectar posibles envíos ilegales. Para ello, se cuenta con herramientas de distinta índole, como detectores o perros adiestrados. Una de las claves para reducir al mínimo el paso de productos prohibidos entre países y los envíos a través del correo, es la información que la UE focaliza, sobre todo, en forma publicitaria en los distintos puntos de entrada (aeropuertos y aduanas). Ésta se complementa con los datos que ofrecen los distintos Estados miembros en su propio territorio.

Los requisitos para que un producto de origen animal procedente de terceros países entre en la UE incluyen las siguientes medidas:

· El país en cuestión debe estar autorizado y, para ello, debe formar parte de una lista elaborada por la UE y que tiene en cuenta las garantías de seguridad alimentaria que ofrece el país, similares a las de la zona comunitaria.
· El producto debe proceder de un lugar autorizado por la UE y contar con un certificado sanitario que demuestre que cumple con todas las garantías sanitarias.
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CUANDO SE VIAJA

La seguridad alimentaria es un aspecto que no debe pasar por alto nadie que emprenda un viaje internacional. El agua y los alimentos pueden convertirse en un enemigo si se menosprecian algunas de las medidas preventivas, como evitar la ingesta de verduras crudas, sobre todo ensaladas, a pesar de que su aspecto no tenga ningún signo que delate una posible alteración o contaminación. Si no se quiere renunciar al consumo de este tipo de platos, lo mejor es, tal y como indica el Ministerio de Sanidad y Consumo, mantener los alimentos durante al menos media hora en agua con hipoclorito sódico (una o dos gotas por litro de agua). La fruta es mejor pelarla o lavarla con agua tratada, y la carne y el pescado deben cocinarse de manera que no queden partes crudas que aumentarían el riesgo de proliferación de patógenos.

Mención especial requiere el agua, un alimento al que se asocia una mayor carga de enfermedades que pueden transmitirse entre países, en especial en desarrollo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es preciso beber sólo agua embotellada y evitar el uso de cubitos de hielo. Entre las recomendaciones del Ministerio de Sanidad se encuentra la de tratar el agua considerada «potencialmente peligrosa» a un proceso de ebullición o cloración (dos gotas de lejía por un litro de agua) y esperar unos 30 minutos antes de consumir.

Fuente: http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/sociedad-y-consumo/2009/08/05/187000.php