Según Froilán Barrios: Lo que viene es la prolongación de la miseria. Parte II

Entrevista realizada por Mónica Duarte, al conocido dirigente laboral Froilán Barrios para el Semanario La Razón. Segunda parte.

Froilán Barrios economista, profesor universitario y dirigente de Movimiento Laborista y del Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (Fadess) advierte que el año 2018 será la entrada al “umbral de una explosión social” caracterizada por el hambre generalizado y la precarización que existe en el país.

¿Cómo queda en este panorama el nuevo aumento de salario mínimo que se decretó ya para enero de 2018?

El Salario ha sufrido una involución. El salario es en cualquier sociedad la referencia del trabajo, es la contraprestación por el trabajo que te permite acceder a una calidad de vida decente. Pero esa conquista de la humanidad desapareció en Venezuela, por eso es que ese aumento es risible. El Gobierno es tan maquiavélico y demagógico que habla de un salario integral que es falso, solo 248 mil es salario, el resto no es salario, es dinero, pero no representa beneficios. Por eso, los trabajadores cuando fueron a sacar las cuentas de las utilidades no les alcanzaron para comprar nada. Los aguinaldos, la bonificación de fin de año no alcanzó ni para una semana.

Si se dividen los 797 mil bolívares del nuevo sueldo entre los 14 millones que cuesta la canasta básica de bienes y servicios según el Cendas eso representa el 5,69 % de la canasta básica y si acaso el 12 % de la canasta alimentaria. Esto representa para el trabajador que cada aumento que anuncia el Presidente es una caída al poder adquisitivo. Aumenta el salario, pero la caída del poder adquisitivo es mayor de lo que significa el incremento.

El segundo término es que el trabajador cuando se levanta en la mañana pierde al ir al trabajo. Ir a trabajar significa perder dinero porque necesita efectivo o porque debe pagar mucho más en transporte que lo que gana con un día de sueldo. Ya se dan casos de empleados que asisten a trabajar simplemente porque la empresa tiene comedor industrial, van solo para buscar la comida y luego poder repartirla en la casa. Es todo un proceso degenerativo del mundo del trabajo.

“Ir a trabajar significa perder dinero porque necesita efectivo o porque debe pagar mucho más en transporte que lo que gana con un día de sueldo”

¿Se puede traducir esa situación en renuncias o desempleo voluntario?

Claro, por ejemplo, cuando le quiten el comedor a los empleados públicos la gente no va a ir a trabajar porque no hay ningún tipo de relación entre lo que se percibe con la jornada de trabajo o el esfuerzo y que eso signifique la posibilidad de adquirir algo elemental para poder sobrevivir la familia. Estamos entrando en una espiral peligrosa que el Gobierno no quiere entender y la gente vive un drama diario.

 “Se imponen contratos ideológicos”

¿Cómo está el sector trabajador en este momento?

El mundo del trabajo tiene cuatro elementos. El primero es el elemento salario que está pulverizado; luego vinee el empleo, que está caracterizado por una diáspora que ya alcanza los dos millones y medio con tendencia a llegar a los tres millones según Tomás Páez, estudioso del tema. La seguridad social ya sabemos cómo está cuando las medicinas de los pensionados cuestan hasta 100 mil bolívares; y el cuarto elemento que es la capacitación y la formación no está por ningún lado. Se están destruyendo estos pilares y cuando esos cuatro elementos faltan en un país, se derrumba e implosiona el sistema de relaciones de trabajo, que no es algo nuevo.

Ya esto venía acabando cuando el contrato colectivo dejó de ser un instrumento de negociación con el patrono. Ya en el sector público no se discuten contratos colectivos, se imponen contratos ideológicos donde se incluye trabajo voluntario, donde la seguridad social se cumple a través de las misiones y hay que formar parte de un ejército de reservas militares. Estamos viviendo un apocalipsis del mundo del trabajo donde se derrumba todo.

Fuente: Semanario larazón.net 

Entrevista realizada por la periodista Mónica Duarte.

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