Siembra de una manera única de pensar no es educación, eso es domesticación

(Tomado del Diario “El Carabobeño) – Rodolfo Mondolfi – Foto Nubia Reina

El nuevo proyecto de Ley de Educación es diferente al que había en el año 2001, el cual contaba con amplio consenso, y a raíz de que ha habido otro planteamiento, varios organismos de la Iglesia Católica, articulados por la AVEC, han venido reflexionando acerca de cuál es la educación que Venezuela necesita, sin entrar en un plano ideológico, incluso antes de que se planteara lo del “Socialismo del Siglo XXI”.

La Asociación Venezolana de Educación Católica, bajo la presidencia del hermano Antón Marquiegui, ha venido planteando lo que consagra la Constitución, por ejemplo, el derecho a la educación que nos otorga o reconoce el Estado. Allí ya empezamos a partir de dos puntos de vista diferentes, señala el hermano Marquiegui en el Foro de los Lunes. “Entendemos que el derecho a la educación es inherente al ser humano, que el Estado lo reconoce y, además, se compromete a garantizarlo, es decir, está al servicio de los ciudadanos y de las ciudadanas”, sostiene el sacerdote.

En este nuevo proyecto que analiza la Asamblea Nacional, da la impresión que la ley es para regular los derechos y atribuciones que tiene el Estado. “Sentimos que hay como un desenfoque en los protagonismos sin la responsabilidad. Se habla de que está sobredimensionada la concepción del Estado docente, concepto que no aparece en la Constitución, aunque sí se dice que el Estado tiene una función ineludible, que no puede zafarse de la obligación de garantizar la educación, y en eso estamos de acuerdo”, señala Marquiegui.
Dentro de ese compromiso, la AVEC tiene convenios de alianza con la nación para procurar la cobertura y la calidad de la educación, y en este sentido, la institución plantea que hay distintos actores en el hecho educativo, como son el sujeto, la familia, que están muy desdibujados en el proyecto de ley; los educadores y la propia escuela, que forman una cultura propicia para la educación.

“La Ley tiene que definir qué le corresponde a cada actor”, puntualizó.

El Estado está asumiendo una preponderancia sobre los educadores, ejerciendo una especie de control de calidad que hacen pensar en un control ideológico de calidad. “Esto constituye un atropello hacia el docente como persona, que tiene que estar en una búsqueda permanente, que no puede ser una correa de transmisión de un partido político ni de una ideología, sino que tiene que ser constructor de su propia vida, constructor de su hecho educativo”.

“El Estado, como factor, debe ser garante de forma equitativa, como lo establece la Carta Magna; tiene que garantizar igualdad de oportunidades, no de entrada sino de salida; es decir, hasta ahora se ha hablado mucho sobre la igualdad de oportunidades, pero resulta que aquellos niñas y niños que vienen de familias de estratos empobrecidos, que no han tenido oportunidad de tener un buen preescolar, por ejemplo, en su casa no ha habido ambiente sano para la convivencia”.

“El Estado como tal, tiene que detectar esas situaciones y a ese niña o niño debe darle más oportunidades para que puedan ser incluidos en el sistema escolar, entonces va a tener que ofrecerles una protección especial, procurar que su alimentación sea garantizada”.

– Dadas las características de la Asamblea Nacional, que representa solamente la tendencia oficialista, ¿cuáles son las posibilidades de sobrevivencia de la educación privada católica en Venezuela?

– El marco político, que envuelve a la educación privada en este momento, es bien atípico. La Asamblea Nacional, que debería representar al colectivo, representa, quizás, a la minoría más grande, pero no a todo el país. Creo que ha habido momentos de locura, de insensatez, en estos temas de la educación tan álgidos y espinosos, que no haya pensado esa mayoría aplastante como una aplanadora. Me luce que en la Asamblea Nacional, el tema educativo, si bien es materia importante en cualquier proyecto político, tiene que estar acompañado de un consenso, no sólo parlamentario, sino también social, como soporte para tomar una iniciativa de aprobarlo, aun cuando no se tenga la mayoría absoluta en el parlamento.

– Aunque da la impresión de que en cualquier momento se puede tomar una decisión de acabar con la educación, creo que el contexto social valora un bien público como la educación católica; en medios populares sabemos que está siendo muy solicitada.

La supervisión
“Algunos personajes han dicho públicamente que ahora sí será supervisada la educación católica, como si anteriormente no hubiera supervisión. La supervisión que más preocupa es la que se hace en vivo y en directo por parte de las familias. Cuando veo que una escuela de AVEC tiene gente tocando a su puerta para entrar solicitando ingresos y cupos, llego a la conclusión de que esa es la supervisión que está haciendo la sociedad que, tanto la que está beneficiándose directamente como aquella que quisiera beneficiarse; no va permitir tan fácilmente que se acabe de un plumazo, la posibilidad de una práctica educativa diferente, alternativa y complementaria”.

“Nosotros no queremos competir con la educación oficial, sino ofrecer un estilo diferente, que pueda dar la oportunidad de ejercer los derechos de la familia, que tiene el derecho de elegir el estilo y el tipo de educación para sus hijos”.

– ¿Teme al control social?

– En AVEC no tememos al control social, por cuanto es en estos momentos una barrera de contención, para que no se acabe con la educación privada católica. Incluso, en nuestros centros educativos hay mucha gente afecta al régimen que está dispuesta a impedir el cierre de escuelas y se conviertan en otra cosa.
– Antón Marquiegui aclara que la AVEC no hace ninguna discriminación entre quienes se les otorga el cupo de estudio en sus escuelas, y si se hace tal discriminación en algunos planteles es al revés, dando más oportunidades a gente que está en peores condiciones económicas.

Una solución
¿Cómo se arreglan las goteras?

– Acomodando el sistema educativo formal, pero se nota que hay interés de fortalecer las misiones oficiales y allí hay una contradicción; las misiones tienen que ser como un remedio cuando se presenta la enfermedad, pero lo que hay que hacer es cuidar al paciente para que no se enferme. Siento que hay un descuido en la administración pública en atender con más recursos, para que ese sistema educativo formal funcione, para que no se produzcan esas goteras que configuran la deserción estudiantil.

– Está demostrado en todos los países del mundo, que en la medida en que el sistema formal es más estable y seguro, retiene a los muchachos con controles de calidad. Las naciones que han optado por el sistema formal educativo han tenido mayores progresos.

– En Venezuela debemos estar atentos a todo lo que pueda ser una instrumentación política partidista de movilización y, además, trabajar con más ahínco por el fortalecimiento del sistema educativo formal, que es el que da base y sostén al progreso de un país. Si se tiene una buena educación básica, las personas que entran a la educación media y técnica tendrán muchas más herramientas para poder manejar la tecnología, que cada día requiere más conocimientos que lo que se necesitaba hace 30 años, cuando cualquier oficio era más manual que intelectual.

– En la medida en que no se fortalezca ese sistema formal, vamos a tener graduados que serán analfabetas tecnológicos para lograr una Venezuela de punta.

– ¿Qué opina acerca de la educación ideologizada propuesta por el gobierno?

– En los escritos de Marx, cuando se habla de ideología, se define como un desdibujamiento, un ocultamiento de la realidad, como una pretensión que es para poder manipular y explotar mejor al pueblo; es decir, que el mismo Marx, en su teoría política, dice que hay que combatir la ideología. Entonces, si a la ideología la entendemos como un desdibujamiento engañoso de la realidad con una pretensión de manipulación, cualquier ideología de cualquier sentido es dañino para la educación.

– Cualquier ideología o siembra de una manera única de pensar la gente, no es educación: eso es domesticación; y si dentro de nuestras prácticas educativas hacemos eso, estamos defraudando a los niñas, niños y familias que quieren que se les facilite la educación.

– La educación no es una programación como si fuéramos máquinas o robots, que se les introduce un software y te hace lo que quieras; el ser humano es mucho más grande que un robot, y la responsabilidad de ir creciendo, elaborando la propia personalidad de cada uno, recae en cada persona, en la familia que lo acompaña hasta que crezca. Cualquier ideologización entendida como la incorporación de un “software” en las personas, es una trampa que está ofreciendo otra cosa por educación.

Las misiones educativas
– Marquiegui estima que las misiones del gobierno son válidas, siempre y
cuando tengan como finalidad, resolver problemas educativos, y que no se mezclen con la utilización o instrumentación de dichas misiones, con efectos políticos. Insiste, en que la educación no se puede implementar como una correa de transmisión de un partido político para mantener a la gente movilizada, que es una manera de adulterar una misión educativa.

La AVEC tiene una misión de centros de capacitación laboral desde hace varios años, dirigida a jóvenes de edades comprendidas entre 15 y 24 años que no han podido continuar en el sistema educativo, donde se les ofrece la oportunidad de montar su propio negocio, e incluso de incorporarse al sistema educativo formal.

– “Tenemos escuelas básicas desde primero a noveno grado. De cien muchachos que entran a primer grado, sólo salen 44 en el noveno, es decir, 56 muchachos se han perdido en el camino; es como una tubería que tiene un montón de huecos por donde se va goteando el agua y, al final, llega un poquito. Las misiones en general y también los centros de capacitación de la AVEC, son como una ponchera recogiendo gente, que el sistema está botando”.

“Lo ideal no es hacer una ponchera más grande sino arreglar las goteras, de manera tal que el sistema educativo garantice, que todo muchacha o muchacho salga con su noveno grado aprobado”.