Siempre ha sido así…

Cada vez que el cambio se acerca nos resistimos, le damos la espalda, pretendemos ignorarlo, porque no queremos que las cosas cambien. ¿Cuántas veces no has escuchado de alguien que se queda sin empleo, porque quiso cambiar algo en una empresa y el resto se resistió? o caso contrario, alguien que pierde el trabajo por no sumarse al cambio.

O en el aspecto personal, parejas que permanecen juntas, aunque en común sólo les queda la rutina, porque consideran peor comenzar de nuevo. “¡Más vale que me quede como estoy!, ¡voy a perder lo más por lo menos!, ¡a mi edad no voy a empezar de nuevo!…

Recientemente leí un libro de Juan Mateo, que se llama Cuentos que mi jefe nunca me contó, publicado por LID Editorial. El texto plasma con historias, escenas que vivimos día a día en nuestras vidas personales y profesionales y con una especie de moraleja, busca hacer que nos “caiga el 20” de cambios que hay que hacer.

A continuación les comparto la historia de la resistencia al cambio:

Los Monos
“Un grupo de científicos estaba estudiando el comportamiento social de los monos. Utilizaban cinco machos a los que habían enjaulado y a los que sometían a diversas pruebas. Un día colocaron un árbol seco en medio de la jaula y en la rama más alta colgaron un buen racimo de plátanos.

De inmediato uno de los simios se lanzó a trepar por el árbol para alcanzar el racimo, pero en ese momento unos chorros de agua helada empaparon a todos los monos que gritaban y corrían intentando huir. Esto se repitió dos o tres veces, hasta que un día uno de los monos intentó subir al árbol y en ese momento los otros cuatro le agarraron y le pegaron para hacerle desistir de la idea.

Dos días más tarde, los científicos introdujeron un nuevo mono que sustituyó a uno de los antiguos. El nuevo se lanzó hacia el árbol en cuanto divisó el racimo de bananas. Nada más empezar a trepar los otros cuatro se lanzaron hacia él y le pegaron para que no subiera. Después de varios intentos y varias palizas ‘el nuevo’ no volvió a intentarlo. Introdujeron entonces un segundo mono y sacaron a otro de los más antiguos y la escena se repitió exactamente igual, además el primer sustituto participó de la paliza que se le dio a este segundo sustituto.

Los científicos fueron sustituyendo a todos los monos del grupo inicial, de manera que en un momento todos los monos que quedaban en la jaula nunca habían recibido las duchas de agua helada. Sin embargo, ninguno se atrevía a subir al árbol. Y, si se introducía un mono nuevo, recibía una paliza si lo intentaba.

La pena es que nunca pudieron preguntarle a los monos el porqué de su comportamiento, aunque es seguro que si lo hubiesen podido hacer los monos hubiesen respondido: ‘No sé, las cosas siempre se hicieron así’”.

Tú qué opinas ¿eres el mono que se resiste a cambiar o eres un agente de cambio?

http://blogs.cnnexpansion.com/el-buro-de-veronica/?paged=2