Redacción. El Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un proceso que el psiquiatra estadounidense, Richard Gardner, identificó en 1985, pero cuya realidad ha permanecido relativamente oculta a la opinión pública. Sin embargo, en estos momentos “se encuentra presente en distinto grado en una de cada tres parejas que se separan”, según señala José Manuel Aguilar, psicólogo clínico y forense y autor del libro SAP. Síndrome de Alienación Parental.
El SAP surge del conflicto entre la pareja por la custodia de los hijos y, siempre, los principales perjudicados son los menores. “Es un proceso en el que uno de los progenitores, normalmente el que tiene la guarda custodia, inculca el odio en el niño para que rechace al otro progenitor”, concreta Aguilar.
Cuando hay hijos de por medio, la mayor parte de las custodias recae en las mujeres, “en un 95% de los casos”, subraya Aguilar. Es por esta razón que las mujeres son habitualmente las personas alienadoras en el SAP. “Sólo es estadística porque los hombres también alienan, pero se debe disponer de tiempo para hacerlo, y hoy en día quien lo tiene es la persona que custodia, que en la mayoría de los casos es la madre”, explica Aguilar.
Este proceso puede tener como detonante que uno de los padres rehaga su vida sentimental, o que el alienador sienta que ha perdido su lugar ante los hijos. Entonces el progenitor alienador se marca como objetivo alejar a la expareja de sus hijos y empieza a influir en ellos. Como consecuencia, los niños caen un conflicto de lealtades y no quieren dar la razón ni a uno ni a otro; “al menor se le obliga a olvidar y a negar lo que ha vivido y, por otro lado, a aceptar las mentiras como ciertas, lo que separa al niño de la realidad”, lo que le hace crecer con una desconfianza de su propio juicio.
Asimismo, es posible que el hijo o la hija a cargo del padre o madre que tiene la custodia deje de querer estar con el otro progenitor y su familia, incluso pudiera llegar a insultarle, y es característico que comience a emplear palabras y expresiones de adulto. Mientras tanto, el otro progenitor no sólo tiene que aguantar todos los desprecios de sus hijos, sino que se encuentra con dificultades para verlos y con “falsas denuncias de maltrato hacia la pareja o de abusos a los hijos”, explica Bronchal, psicólogo y especialista del maltrato infantil.
Los más perjudicados: los niños
Sin lugar a dudas, los niños se llevan la peor parte en el SAP, porque padecen problemas de despersonalización, de comunicación, pueden tener depresión, dolores de cabeza, trastornos gastrointestinales, tics nerviosos y además los sentimientos de culpa son enormes, sobre todo cuando se dan cuenta de que han cooperado a hacer daño al otro progenitor, sin ellos quererlo.
El SAP no sólo afecta durante la infancia, sino que sus consecuencias se presentan también en la vida adulta. Aguilar explica que los hijos que lo han sufrido, tienen tendencia a repetir el modelo cuando son mayores o que sufren de miedo a vincularse para no provocar toda esta situación.
No obstante, los padres actúan en contra de la expareja valiéndose de los hijos. En este sentido, Aguilar señala, en cuanto a los padres alienadores, que “en un mínimo porcentaje se debe a una enfermedad mental, en la mayoría de los casos la motivación es pasar factura y creencias como que los niños son de su propiedad o que uno es mejor progenitor que otro”.
Aguilar y Bronchal coinciden en que la persona alienadora suele ser completamente consciente de las maldades que realiza, pero que al mismo tiempo se justifica a sí misma con razones subjetivas. Mientras tanto, el otro progenitor sufre un proceso en el que se le incrimina falsamente y en el que es odiado por su propio hijo, lo que a veces puede conducirle a rendirse a no verle.
Ante este panorama, los expertos coinciden en que, obtener un cambio de custodia a través de la vía judicial, es la única solución para el SAP, porque las figuras alienadoras se caracterizan por ser “bastante reacias a cualquier forma de diálogo”, en palabras de Bronchal. “En los casos de alienación severa, el comportamiento del alienador recalcitrante se basa en no obedecer las sentencias judiciales (…); entonces, la única terapia acreditada es, separar al menor del progenitor alienador, exactamente igual que se haría en el caso de una secta destructiva y peligrosa”, explica este psicólogo.
Después del cambio de custodia, y con el tiempo, se puede ir normalizando la situación del hijo con el progenitor alienador, aunque advierte Bronchal de que se debe realizar con un “acceso limitado y supervisado para que no reprograme al niño”. Aunque una de las posibles soluciones puede ser aplicar la custodia compartida, es decir, que los dos progenitores decidan de común acuerdo sobre los hijos; sin embargo, los expertos consultados discrepan sobre la efectividad de esta medida
*Tomado de la revista Consumer Eroski (por Benyi Arregocés)