SOBRE EL INCREMENTO EN EL PRECIO DEL DÓLAR

El dólar ha subido de precio en forma bastante sustantiva en el mercado cambiario interno en el transcurso de los primeros días del mes de julio. Frente a dicha situación cabe interrogarse sobre las causas de esta situación y también sobre sus consecuencias. Además, es importante analizar los mecanismos, instrumentos y metas de política económica que se pueden desplegar frente a dicha situación.

En el campo de las causas, un primer elemento a considerar es, indudablemente, la inflación mundial que se ha incrementado como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania. Esa inflación mundial en los alimentos, los fertilizantes, los combustibles, por citar algunos bienes, se traduce necesariamente en inflación interna en Chile y en otros países en desarrollo.  Si todos los bienes y servicios suben de precio en el mercado interno, el dólar también tiene que subir su precio, si se le considera un bien como cualquier otro. Si ese precio se quedara atrás, en un contexto de inflación, se convertiría en una mercancía barata, por lo menos en términos relativos, razón por la cual su demanda se incrementaría.

El otro elemento que hay que considerar, en el campo de las causas, es el incremento en las tasas de interés en los mercados financieros internacionales, como consecuencia de las medidas de política económica tomadas en los principales países desarrollados. Esa subida de tasas implica que el mercado de esos países se hace más atractivo para los capitales que andan por el mundo en busca de oportunidades de inversión rentables, los cuales abandonan, por lo tanto, a los países en desarrollo y generan una demanda adicional – o una menor oferta de dólares – en estos últimos, con lo cual sube el precio del dólar en el mercado cambiario de Chile y de otros países en desarrollo.  

Aun cuando la guerra entre Rusia y Ucrania nunca hubiera tenido lugar, y no estuviera presente la menor oferta de bienes alimenticios en los mercados internacionales, de todos modos la subida de las tasas de interés en Estados Unidos y en Europa tendría efecto inflacionario en el precio del dólar en los países en desarrollo. Si se suman ambos fenómenos, el impacto inflacionario es todavía mayor.

En Chile, además, la baja en el precio del cobre tiene habitualmente un impacto inmediato en el incremento del precio del dólar. En realidad, la baja del precio del metal rojo no tiene una consecuencia inmediata en la disponibilidad de dólares del país. Ese impacto se manifestará en los meses venideros. Pero el efecto es inmediato, por razones más bien de tipo especulativo – o por lo menos subjetivo – pues quienes asumen que la oferta de dólares será menor en un futuro cercano se apresuran a comprar para lucrar con las eventuales subidas de precios.

Ese incremento en el precio del dólar puede ser revertido, reducido o por lo menos estabilizado mediante medidas de política económica que son hoy en día responsabilidad del Banco Central. Puede el BC optar por dejar el precio del dólar en niveles altos por una serie de efectos no necesariamente malos que se producirían. Si deja que el precio del dólar suba, las importaciones se harán más caras y probablemente menos abundantes, muchos bienes internos se verían favorecidos, se produciría algún grado de sustitución de importaciones y de crecimiento industrial, y la salida de capitales se vería menos incentivada que con un dólar barato. También los que tienen deudas en dólares verán que esa deuda, expresada en pesos, se ha vuelto más pesada. Las exportaciones, a su vez, se verían beneficiadas. El costo de esta política sería, indudablemente un grado de inflación más alto.  

La otra posibilidad es jugarse por bajar el precio del dólar, para lo cual tiene que lanzar dólares al mercado y reducir sus reservas internacionales, o aumentar su endeudamiento externo. Este paso incentiva las importaciones y desincentiva la producción para el mercado interno, perjudica a los exportadores, y favorece a los que sacan capitales del país, pues ese proceso se les vuelve más barato. La inflación, en todo caso, será menor, tanto porque los precios de las importaciones no subirán, como porque la venta de dólares permitirá recoger circulante.   

En síntesis, no todo es malo en la subida del dólar y no todo es bueno con un dólar barato. Todo depende el modelo de país o de desarrollo económico que se tenga en mente. En cualquier caso, las políticas correspondientes tienen que coordinarse con el Ejecutivo pues hay que ordenar, complementar – o en algunos casos compensar – los efectos económicos y sociales que tengan lugar, tomando medidas que escapan de las manos el Banco Central. Además, dado que están en juego políticas globales de industrialización o de desarrollo, es necesario que ellas sean conocidas en forma clara y transparente por todos los agentes sociales y económicos del país.