Sobre Lastenia y Arturo Michelena

La foto que se anexa corresponde a un cuadro con el cual quise honrar la memoria de Lastenia Tello de Michelena, la esposa del gran pintor Arturo Michelena. El cuadro es de 1,9m x 1,2m; está hecho en acrílico sobre tela; ganó el segundo premio del Salón Municipal de Artes de Puerto Cabello del año 2002 y, como explicaré a continuación, representa la viudez de Lastenia, una viudez de sesenta años dedicada, con fidelidad y amor, a cuidar y promover la obra de su difunto esposo.

Como cosa curiosa, por una de esas casualidades de la vida, llevé ese cuadro al salón mencionado arriba sin saber que, ese año, dicho salón honraba la memoria del pintor de Pto. Cabello Juan Antonio Michelena, padre de Arturo Michelena. De hecho, el cuadro lo tenía destinado a otro salón, pero, por diversas circunstancias, no pude participar. Fue una feliz coincidencia, pues siempre he admirado a la familia Michelena: a Juan Antonio, por ser un padre ejemplar y un pintor que se formó con mucho esfuerzo propio; a Arturo, por su genialidad como pintor; y a Lastenia, por haber sido una esposa excepcional en su dedicación y fidelidad.

Hasta la edad de veintidós años, Arturo Michelena recibió su formación como pintor en Venezuela. Es entonces cuando recibe una beca del gobierno para continuar su formación en Francia. En este país va a estar por dos períodos: de 1885 a 1889, y de 1890 a 1892. Es entre esos dos períodos, cuando se encontraba en Venezuela después de cosechar grandes triunfos en Francia, que conoce a Lastenia y la hace su esposa; él había cumplido veintisiete años y ella veintitrés. Con ella regresa a Francia, para iniciar su segundo período. Continúa su carrera ascendente como pintor, pero se le diagnostica tuberculosis y se ve obligado a regresar a Venezuela en 1892; el terrible mal acabaría con su vida en 1898, cuando solo tenía treinta y cinco años. Lastenia quedaba viuda a los treinta y un años.

Lastenia fue una compañera inseparable para Arturo. Durante los años de tuberculosis lo cuidó con la dedicación de una madre. Y al quedarse viuda, así permaneció; a pesar de su juventud, no volvió a casarse. Su muerte ocurre sesenta años después, en 1958, cuando el mundo ya ha visto la colocación en órbita del primer satélite artificial, el Spútnik 1, en 1957.

En el cuadro cuya foto anexo, Lastenia aparece sentada, con su traje de luto. Arturo aparece detrás, como un fantasma de fondo, indicando que Lastenia siempre lo tuvo en sus recuerdos durante su larga viudez. Ella vive en medio de eso, sus recuerdos, que como pompas de jabón que aparecen y desaparecen, la rodean. El cohete despegando hacia el cielo, a la derecha del cuadro, representa la distancia entre finales del siglo XIX y más de la mitad del siglo XX, distancia, en el tiempo, de soledad y de profundos cambios científicos y tecnológicos que Arturo no vio. Y arriba, a la izquierda, aparece la anciana Lastenia, como imagen, también de fondo, que siempre le recordó a la viuda su inexorable destino final.