Es muy común en estas épocas de globalización, encontrarse con trabajadores que en un principio se desarrollaron a un ritmo muy interesante para cualquier empresa y de repente bajaron su rendimiento y comportamiento laboral. Como todo en la vida, acá podemos mencionar la regla de causa/efecto y no es otra cosa que el desarrollo de una mala cultura organizacional, pese a tener directivos de primer nivel.
‘TU ME DAS, YO TE DOY’. En otras palabras: El éxito de una organización hablando laboralmente, depende sustancialmente de una apropiada cultura organizacional que incluya como uno de sus pilares, la reciprocidad. El estímulo es uno de los puntos clave de este éxito como el justipago.
Cuando una organización exige sin reconocer los méritos, el esfuerzo, la buena voluntad y gastos en los que pueda incurrir el trabajador para el desempeño de su labor, comenzará a bajar el rendimiento del mismo, situación que poco a poco se irá ubicando en cada trabajador, al ir notando detalles que antes nunca vieron.
Siendo las consecuencias de una falta de reciprocidad un caos, que como cáncer maligno avanzará poco a poco a nivel general de los trabajadores, llevando a la organización a situaciones definitivamente no deseadas en el mejor de los casos.
Muchas veces se olvida que el éxito de la dirección está en su base laboral.
(*) MBA. Asesor Empresarial
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