Tirar la comida, un problema ecológico en aumento

Alex Fernández Muerza – La tercera parte de los alimentos producidos al año en el mundo para el consumo humano (unos 1.300 millones de toneladas) se pierden o desperdician. Así lo señala un reciente informe encargado por la ONU. Las diferencias destacan entre países: un europeo o estadounidense desperdicia entre 95 y 115 kilos anuales (en España casi 63 kilos), mientras que en África subsahariana o en Asia meridional no pasan de 11 kilos. Diversos consejos pueden contribuir a reducir este problema y ayudarán a los consumidores a mejorar el medio ambiente y su economía doméstica.

1.300 millones de toneladas de comida a la basura

El informe «Global food losses and food waste» (Pérdidas y desperdicio de alimentos en el mundo) es obra del Instituto sueco de Alimentos y Biotecnología (SIK), por encargo de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para el reciente congreso internacional Save Food! (¡Ahorra comida!).

El trabajo aporta varios datos muy llamativos sobre este problema, que afecta a la naturaleza (agotamiento de los recursos naturales, contaminación por el uso de pesticidas y abonos nitrogenados, transporte, empaquetado, producción de residuos y gases de efecto invernadero, etc.) y a la seguridad alimentaria, en un mundo en el que millones de personas carecen de una dieta en condiciones.

Los países industrializados desperdician o pierden 670 millones de toneladas (en los países en desarrollo 630 millones de toneladas). Los países en desarrollo son los que más pierden, mientras que el desperdicio es más propio de los países desarollados.

Un consumidor europeo o estadounidense desperdicia entre 95 y 115 kilos anuales
Un consumidor europeo o estadounidense desperdicia entre 95 y 115 kilos anuales. En África subsahariana, Asia meridional o el Sudeste asiático, entre 6 y 11 kilos.

Las frutas y hortalizas, además de las raíces y tubérculos, son los alimentos más desaprovechados.
En España, cada consumidor tira a la basura de media casi 63 kilogramos de comida al año. En total se desperdician unos 11.000 millones de euros anuales en alimentos. Así lo señala una encuesta de la empresa Cofresco.

Cómo pueden ayudar los consumidores

Los consumidores pueden asumir diversas pautas ecológicas para no desperdiciar la comida. Estas medidas favorecerán al medio ambiente y a su bolsillo:

Concienciarse de las consecuencias negativas del desperdicio de alimentos y asumir las siete erres del consumo ecológico.
Influir con sus decisiones de compra en el mercado: exigir productos de calidad, pero no basados en el aspecto, ni en el excesivo empaquetado, ni en la cantidad.
Estudiar la lista de la compra para no llevarse excesivos productos, sobre todo los más perecederos.
Organizar en casa los alimentos de manera que se consuman todos. Pensar los menús, no solo en cuanto a variedad y propiedades nutritivas, sino también respecto a su estado de conservación, y no pasarse con la cantidad.
Tirar los alimentos sólo si están de verdad en malas condiciones y consumirlos antes de que se pase la fecha de caducidad que indica la etiqueta. Los productos tienen unos márgenes en los que se mantienen en buenas condiciones, en especial, si se han guardado de forma adecuada. No obstante, un producto almacenado en el congelador alarga su vida útil, pero tiene una fecha de caducidad y se deteriora. Puesto que cada alimento desarrolla un proceso de descomposición distinto, lo más aconsejable es anotar la fecha de congelación de los alimentos y no sobrepasar los seis meses para consumirlos.

Medidas para reducir la cantidad de alimentos desperdiciados

Diversos consejos pueden ayudar a reducir la cantidad de comida que se pierde:

Mejorar toda la cadena productiva (recolección, procesado, empaquetado, transporte, comercialización) y la comunicación entre sus diferentes partes.
Apoyar a los productores para que aumenten su eficiencia y logren una gestión sostenible.
No fijar como prioridad la apariencia: gran cantidad de alimentos se desperdician a pesar de estar en buenas condiciones, solo porque carecen de una imagen «perfecta».
Sustituir el etiquetado que informa sobre la caducidad de los alimentos. En Reino Unido estudian un nuevo sistema que señale cuándo un producto es en realidad peligroso para la salud y no cuándo se aconseja «consumir preferentemente antes de».
Cambiar, o cuando menos reducir, los modelos de consumo que incitan a la compra de grandes cantidades o el de los restaurantes de bufé libre.
Crear canales de cooperación entre comerciantes y ONG para aprovechar productos destinados a la basura, pero que todavía conservan la calidad suficiente.
Aumentar la educación y concienciación ambiental en empresas, instituciones, centros de enseñanza, grupos de consumidores, etc., sobre este problema.

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/urbano/2011/06/06/200895.php